Todo
había empezado de un modo inocente, tan inocente que no llegué a pensar que se
convirtiera en una adicción. Porque sí, de la forma más inesperada mi vida comenzó
a cambiar en algunos aspectos, y empecé a gozar de unos privilegios que me
habían estado vedados anteriormente. Y no solamente se trataba de mi vida, sino
también la de mi pareja, que se había vuelto tan adicta como yo a estos nuevos
cambios.
Hacía
casi dos meses, y con motivo de una fiesta de disfraces, mi novia y yo habíamos
elegido ir disfrazados de uno de los cuerpos policiales del país. Nos tomamos
tan en serio la cosa, que adquirimos los uniformes de uno de los mismos lugares
donde dichos cuerpos los encargaban. Y de otras formas más imaginativas, nos
hicimos con placas y distintivos falsos bastante reales, casi pareciendo
agentes policiales de verdad.
En
la fiesta causamos buena sensación, y no faltaban bromas sobre controles de
alcoholemia y soplar aquí o allí. Mi novia y yo lo pasamos tan bien que la
noche se nos pasó muy rápido, dejando paso a una mañana donde, antes de irnos a
casa a dormir, fuimos a una cafetería a desayunar. No habíamos estado antes en
aquel lugar, lo elegimos por estar cerca de la casa donde fue la fiesta. Por
eso nos sorprendió que, habiendo pedido solamente un par de cafés y unas
tostadas, nos pusiesen una ración de churros. Le hicimos saber al camarero
sobre ese error, y nos dijo que corría por cuenta de la casa. Al mirarnos mi
novia y yo, nos dimos cuenta de que nos había tomado por policías de verdad, y
de ahí ese…desayuno extra.
Una
vez en casa, y mientras nos quitábamos los uniformes para meternos en la cama a
dormir, nos asaltó la duda casi al mismo tiempo… ¿y si salíamos más tarde con
la misma ropa e íbamos a otro lugar distinto para comer o cenar? Total, lo peor
que podía pasar era que nos trataran como a dos clientes más. Así que con esa
idea en mente nos quedamos dormidos. Y sí, por la noche fuimos a otro bar a
cenar, o mejor dicho, a tapear, que es una de las ventajas de Granada.
En
condiciones normales, con las tres rondas de cervezas que pedimos y su
correspondiente tapa ya habríamos cenado. Pero el efecto de nuestros uniformes
hizo que nos invitaran a dos rondas más, y que nos pusieran más cantidad de
comida que al resto de la clientela. Y así arrancó nuestro periplo hacia la
adicción que es llevar esta vestimenta para determinadas situaciones y lugares.
Desde
aquella fiesta de disfraces y hasta la fecha, a mi novia y a mí nos han
invitado a copas, cervezas, comidas, desayunos y cenas en diferentes bares y
restaurantes de la ciudad, sirviéndonos alimentos y bebidas de gran calidad y
alto precio para el público normal. Nos hacen descuentos en diferentes tipos de
comercios. Nos dan trato preferente a muchas otras personas cuando vamos a
algún sitio donde hay que esperar hasta recibir atención de un empleado, y los
policías de verdad que se cruzan con nosotros nos saludan como si de verdad
fuésemos compañeros de trabajo.
¿Comprendéis
por qué es todo esto tan adictivo? La cultura ya implantada del trato de favor
que se les hace a ciertas personas normales y corrientes por el hecho de tener
un trabajo distinto, es el filón que mi novia y yo estamos explotando, y que
seguiremos haciendo hasta que nos cansemos.
jajaja, o hasta que les pillen, supongo! Buen relato amigo, ;)
ResponderEliminarMuy bien anotada esa otra opción Maite jeje. ¡Gracias por pasarte y comentar!
EliminarBuenos días, José Carlos.
ResponderEliminarNo sé como he llegado a tu blog (no se lo digas a nadie,pero ando todavía un poco perdida por las redes)
Dudo que sea cierto o ficción lo que cuentas, pero desde mi humilde opinión te voy a dar dos razones por las que ante "determinadas personas" se pueda actuar así.
Hace muchos, muchos años se hacía porque el "régimen" obligaba y te lo digo por experiencias vividas en mi familia.
Hoy puede ser para tener contentas a ciertas "fuerzas de seguridad" y que nos les toquen los "mismísimos", sobre todo si hay algo que ocultar...
Y una tercera razón puede ser por deferencia, pero...
El relato en sí me gusta, el trasfondo no. Espero que no te molestes mi sinceridad.
Si es cierto, me parece una acción que forma parte de la corrupción que nos envuelve, pequeñita, eso sí, pero como tu dices es adictiva ¿qué crees que les pasa a otros?
Si no es cierta, creo que estás fomentando un tipo de sociedad que muchos no deseamos.
De nuevo disculpa por mi sinceridad, seguro que tienes otros relatos con los que estaré más de acuerdo.
Un saludo
Saludos Ana, la historia es ficticia pero sí tiene una parte real, desde mi perspectiva de cliente de un bar que diferencia ese trato de favor. Habrá todas las razones que quieras, pero el pasado es pasado y nadie es más que nadie, aunque por desgracia la tendencia no vaya a cambiar.
EliminarToda opinión es bienvenida ;) La clave es pensar...¿por qué no merezco un trato igualitario, es la clave de la sociedad, por utópica que sea, no?
Por lo demás no deja de ser un texto mayormente ficticio, pero donde prefiero mostrar mi disconformidad con esa costumbre ya inserta en lo cotidiano y que no debería ser así, máxime cuando muchas de esas personas que reciben trato de favor se creen más que nadie. ¡Un saludo y vuelve cuando quieras!
Hola JC. Cuánto tiempo. Yo también llevo varios meses sin actividad en el blog, así que, es como si no hubiese pasado el tiempo entre nosotros, ja ja.
ResponderEliminarEsto qué cuentas, es lo más habitual del mundo, en nuestra sociedad y en todas, creo yo. Ya lo dijo Don Vito Corleone. Lo malo es cuando esto se extrapola a todos los niveles. Y bueno, no sé si lo que narras es autobiográfico, pero ten cuidadito, amigo JC, porque, disfrazarse de policía, aunque puede ser un jueguecito muy adictivo y también muy sexy, entraña sus riesgos y no quisiera verte escribir desde el "trullo". Es broma, compañero. Ha sido un placer volver por tu casa. un abrazo y espero que hasta pronto.
PD. Perdona por el comentario eliminado, pero es que iba escribiendo mientras conducía, y claro, no se entendía nada (esto no lo comentes, que quede entre nosotros, ja ja)
¡Saludos Isidoro, sí que hace tiempo! Hace poco miré la actualidad de los blogs y también me di cuenta de que no era el único medio desaparecido jeje, espero que todo vaya bien.
EliminarEso es cierto, cuando se extiende a otros niveles la cosa ya es deprimente para el que está en el lado más chungo de la cosa je je. El toque real de la historia es de cuando coincido en algún bar con policías y se nota claramente el trato de favor con respecto al resto de los presentes, de ahí me vino la idea. Salvo que la memoria me falle, ni de pequeño me disfrace de policía, así que estoy libre de pecadillo je je.
El placer es mío por volver a leerte y responder, gente como tú no dejáis de ser la razón de peso para que no quiera abandonar del todo el blog.
Mecachis, si al final te va a costar puntos el comentario :P ¡Un abrazo!
La picaresca es muy española, jeje
ResponderEliminarMientras funcione el engaño, pues palante. Pero yo no las tendría todas conmigo, a ver si algún día se encuentran en un buen "fregao", una batalla campal o un robo con intimidación y les piden auxilio. A ver si las tapas se es van a atragantar.
Y no des demasiadas ideas, que en Granada sois muy listos, jajaja
Un placer volverte a leer.
Hola Josep Mª, no voy a quitarte la razón, es casi una marca nuestra jaja, tanto en el buen como a veces en el mal sentido. Espero que si se encuentran en esa tesitura no pasen un mal rato los pobres, que con las tapas de aquí el atragantamiento podría ser mortal jeje. Ya conocerás el tópico de aquí "Todo es posible en Granada" :P
Eliminar¡Otro placer tenerte por aquí y deberte una visita!
Me ha gustado mucho el relato, eso si, me ha hecho pensar algo ¿porque se aprovechan de esa falsa identidad para obtener unos beneficios que no les corresponden? Me parece que tú relato se asemeja mucho a la realidad, no digo que todos los cuerpos de seguridad sean así, pero es cierto que hay caso en los cuales por llevarme un uniforme ya se creen mas que nadie y tiene derecho a todo y hasta a tener la razón sin tenerla, en fin que llevar un uniforme no debería otorgar favores.
ResponderEliminarEn cuanto a tus personajes, desde luego corre el peligro de que en un momento dado los descubran y entonces de que les habrá servido tal triquiñuela? esta muy bien, ahora me quedo con la duda si eso hubiera sido así como hubieran salido del trance? un saludo. No será la primera vez que me asome palabra a tu blog
Saludos Teresa, me alegra que te mereciera la pena la lectura. Sobre tu pregunta inicial, viendo que de forma inesperada empezaron a tratarles mejor en los sitios donde iban, pensaron que no había razón para seguir siendo tratados de otra forma menos generosa, de ahí que se hicieran adictos a llevar el uniforme jeje. La pena es que por desgracia todo esto es demasiado real, no tanto el engaño de dos personas normales, sino eso mismo que mencionas sobre la prepotencia de personas de esa profesión, que además gozan de privilegios que no deberían en estos tiempos.
EliminarSobre la otra pregunta... pues prefiero ser bueno y pensar que no les pillarán, más que nada porque les caería una condena considerable por su conducta, y a la gente normal y corriente les llega la justicia de forma más rápida y dura que a quienes hacen peores cosas. ¡Vuelve cuando quieras, un saludo!
Buenas tardes, José Carlos. Me alegro de tenerte otra vez al pie del cañón. Lo que cuentas es algo más habitual de lo que la gente piensa; el trato de favor se practica en esta España, mi querida España, esta España nuestra, cada dos por tres, y no sólo en la política o en la policía. Hay que luchar contra la corrupción sea cual sea el grado, y no creo (con el debido respeto a la compañera Ana), no creo que fomentes tan lamentable práctica. Es como si se le acusara a Thomas Harris de fomentar el canibalismo o a Mario Puzo de impulsar las acciones mafiosas. Entiendo tu texto como una crítica basada en hechos reales y como tal la valoro, disfrutando de camino con tus buenas letras.
ResponderEliminarUn abrazo compañero.
¡Saludos amigo Bruno, qué grata sorpresa! En mi caso me alegro de volver y encontrar tan cálido recibimiento jeje. Exacto, hay tratos de favor en demasiados casos la verdad, y si ya es malo el enchufismo laboral, el trato de favor en estas cosas hace más difícil disfrutar plenamente de un ratito de ocio culinario jeje.
EliminarClaro, como le comenté a ella, no estoy de acuerdo en muchas cosas que dijo y mi texto es de tipo crítico hacia esa práctica. De hecho fue hace bien poco la experiencia que me hizo escribir esto, ya que, aunque no es la primera vez que estando en un bar distingo ese trato favorable, sí que me apeteció compartir en forma de texto mi disgusto por ello.
¡Otro abrazo y en poco tiempo me tendrás por territorios rebisianos!
¡Qué par de pícaros "policías"! Jajaja
ResponderEliminarDivertido relato, José Carlos.
Un saludo.
Desde luego, vaya pareja jeje. Gracias por pasarte y comentar, otro saludo :)
EliminarOtra vez por aquí, me alegro leerte, pero el no venir será porque en tu libro y las presentaciones te habrá ido muy bien. En cuanto al relato me parece que estos dos vieron el filón que a modo de autoridad tenían trato de favor. Quizás ocurra normalmente más de lo que nos podremos cree. Me encanta visitar tu casa. Un abrazo
ResponderEliminarGracias por tus palabras Maria del Carmen, me gusta volver aquí en gran parte por personas como tú, que tras tanto tiempo todavía encuentran razones para burbujear un poco más je je. Es cierto, esta pareja se dio cuenta de que, hasta que los pillaran o se vieran involucrados en una situación peliaguda, podían darse algunos caprichos. Un abrazo :)
EliminarEn el fondo es como pagar a una banda mafiosa por "protección", solo que estos "policías" ni siquiera necesitan extorsionar a los dueños de los negocios. Pero como dijo algún sabio... Haber estudiao.
ResponderEliminarYo un día me disfracé de cartero, pero no surtió el mismo efecto, probaré a disfrazarme de alcalde, a ver si cuela. Sea como fuere, un plan ingenioso para llenarse el buche a bajo coste, aunque si te pillan disfrazado de policía se te puede caer el pelo.
Un saludo!
Vaya César, no me había avisado el correo de tu comentario, disculpa el enorme retraso en responder. Ciertamente, esta pareja ha optado por ponerse morada que por otras cosas jeje. De cartero eh, jeje, curiosa prueba. A este ritmo como no vayas de párroco pasando el cepillo no sé si habrá suerte. Efectivamente, si te pillan se te acaba el ansia de todo rápidamente jaja.
Eliminar¡Otro saludo!