Saludos, aunque hace un tiempo de mi última entrada en este blog, os comparto mi último relato hasta la fecha, escrito para un concurso cuya temática era el "Ave Fénix", y que tenía un límite en cuanto a la extensión del texto. Espero que os guste.
En brazos del Ave Fénix
La
noche iba a ser muy larga, y Mateo se aseguró de llevar sus pastillas en un
bolsillo interior de su chaqueta. Ya le estaban esperando sus amigos frente al
portal del edificio, así que tras darse los saludos de rigor, se encaminaron
hacia la discoteca del barrio. No tardaron en encontrarse con el grupo de
chicas con las que salían habitualmente. Entre ellas estaba Marina, la novia de
Mateo.
Una
vez que los dos grupos se juntaron y se pusieron a hacer cola para entrar en el
recinto, Mateo se situó a la espalda de Marina y la rodeó con los brazos. Le
susurró algo al oído y ella esbozó una perversa sonrisa en su rostro. Mateo no
pudo verla, pero la intuía y eso le excitaba, como pronto pudo notar ella por
el creciente bulto en los pantalones de él. Cuando sus amigos desaparecieron y les
llegó el momento de entrar en la discoteca tras ellos, Mateo pagó las entradas
de los dos, y accedieron a la sala de baile. De momento estaba tranquila, pero
por experiencia propia ambos sabían que no tardaría en llenarse.
Marina
se dirigió a la barra para pedir las primeras consumiciones, mientras que Mateo
metía una mano en el interior de su chaqueta y cogía dos pastillas. Una vez en
su mano, y a pesar de la estridente luz de los neones del techo, pudo
distinguir la figura en miniatura tallada en cada pastilla. Aunque estando a
oscuras habría sabido cómo era, pues llevaba medio año consumiendo pastillas
“Ave Fénix” y conocía de memoria el diseño del ave. Cuando Marina regresó, le
dio su copa y ambos se dieron un buen beso. Mateo le pasó una de las pastillas,
y ambos se la tragaron con ayuda del alcohol. Muy pronto sintieron los primeros
efectos, que daban la sensación de que uno estuviese ardiendo por dentro. No
era algo doloroso, pero sí muy vívido. Cuando cesó paulatinamente el efecto,
los dos se pusieron a bailar, dejándose llevar por la música.
Un
par de horas después, y con bastantes copas encima, la pareja se metió en uno
de los baños, dando rienda suelta al calentón que llevaban y que querían
desfogar. No era la primera vez que tenían sexo en aquel lugar. No era el más
ideal, ni permitía gran movilidad, pero tenía su punto morboso, a pesar de que
también era algo sórdido. Cuando terminaron de echar un polvo, Marina propuso
algo que Mateo no podía rechazar. Ambos no solo se marcharon del baño sino que,
tras despedirse de sus amistades, también lo hicieron de la discoteca.
Al
rato llegaron al edificio en el que vivía Mateo con su familia. Accedieron al
portal y subieron a la azotea, de la que Mateo tenía llave. Sabiendo que el
efecto de las pastillas que habían tomado al principio de la noche todavía era
válido, Marina cogió de la mano a Mateo y se acercaron a uno de los bordillos
de la azotea. Era hipnótico contemplar el suelo, que estaba a más de 10 pisos
de altura. Ocasionalmente se podía ver algún coche atravesando la calle, pero
poco más. Las estrellas brillaban y Marina volvía a sentirse excitada, pues la
cercanía con lo que quería hacer llevaba un tiempo despertando su lado más
salvaje. Mateo era consciente de la lujuria que embargaba a su novia, pues él
mismo la sentía en carne propia. Era notoria la erección que tenía, y no dudó
en besar con pasión a Marina. Mateo sacó las llaves del edificio del pantalón y
las tiró a la calle, fijándose en qué parte caían. Hecho aquello, volvió a
besar a su chica.
Algunos
minutos después, comprendiendo con una mirada que había llegado el momento, dejaron
todas sus pertenencias en una esquina de la azotea, se cogieron de la mano, se
subieron al bordillo, y saltaron al vacío. Mientras caían hacia el asfalto, no
se soltaron las manos. Marina tuvo todo el tiempo los ojos abiertos, pero Mateo
se sintió obligado a cerrarlos un par de metros antes de estrellarse contra el
suelo. Lo primero que notó fue la sensación de combustión interna similar a la
de la ingesta de la pastilla, pero aumentada en muchos sentidos. No estaba
muerto, porque con el “Ave Fénix” en el organismo, el cerebro, la vista y el
olfato seguían funcionando hasta el momento final de desconexión antes de la resurrección.
Así
que Mateo pudo aspirar el repugnante aroma a barbacoa humana y pelo chamuscado
mientras su cuerpo empezaba a arder para ser consumido por completo antes
regenerarse de sus cenizas. Algunos minutos después, Marina y él se encontraban
sentados en el portal de Mateo, impolutos, como si no hubiera pasado nada
antes. Ni siquiera conservaban la borrachera. Con la combustión, Mateo había
perdido las pastillas que le quedaban. Fue un fallo no dejarlas junto al resto
de sus objetos personales. No sería difícil conseguir más, pero por aquella
noche se había acabado la diversión. Por delante quedaban muchas otras noches y
maneras de jugar con su mortalidad.
Desde
que el “Ave Fénix” había aparecido, el índice de “suicidios” era alto entre los
jóvenes, conscientes de que la pastilla les haría volver a la vida. Claro que
no siempre era infalible, pues salía alguna partida defectuosa. Pero era el
precio de jugar con la vida propia y vivir en brazos del “Ave Fénix”.
¡J.C! Me alegra leerte de nuevo en tu burbuja literaria. Me ha encantado el relato. La realidad y ese ultimo punto sobrenatural con el que más vale no jugársela, ya sabes, por si tienes en tus manos una partida defectuosa. ¡Muy bueno!
ResponderEliminarAbrazo, compañero.
¡Saludos Edgar! La alegría es recíproca jeje. Como me animé a participar en el concurso y no había mucho tiempo de elucubrar, escribí esta primera idea que me vino a la cabeza, así que me alegra que te haya merecido la pena. Todo tiene dos caras, hasta la inmortalidad jeje. ¡Otro abrazo!
EliminarHola Carlos,
ResponderEliminartodo suspense de principio a fin, en un hecho que entre los jóvenes adolescentes cada vez consuman antes, y que decir de la adrenalina, cada vez parece que se necesitan más estimulos para sobrellevar la vida. Pero ocurriría lo mismo con los likes y las difusiones en las plataformas sociales.
Me ha encantado porque es una realidad, muy posible.
Un saludo!!
Saludos, gracias por pasarte y comentar. Ciertamente cada vez la juventud fuma y bebe alcohol antes que en otras épocas, y van tanteando demasiados vicios peligrosos de forma despreocupada, con la excusa de vivir experiencias. ¿Pero toda experiencia merece la pena? Jeje, otro saludo para tí.
EliminarMe gusta esa manera de jugar con la propia mortalidad. No es que podamos jugar con ella frecuentemente, je, je.
ResponderEliminarBuen relato, Carlos. Me ha gustado c:
Saludos y gracias por pasarte y comentar. Sí, creo que intentamos jugar con ella más a menudo de lo recomendable, el límite entre vivir al límite y sobrepasarlo está ahí un tanto difuso. Un saludo :)
EliminarHola J. Carlos espero que estés bien tu y tu familia en casa como todos. Me alegra volver a leer una historia tuya. Una manera de morir pensando que iban a ser inmortales.Un abrazo.
ResponderEliminarSaludos Mamen, cuánto tiempo. Sí, todos bien por aquí, espero que por ahí igual. Hacía mucho que no me metía por el blog pero al leer lo del concurso vi una buena oportunidad para un poco de rodaje jeje. Me alegra que te guste. ¡Otro abrazo!
Eliminar¡Hola JC! No sabía que habías vuelto. ¡Vaya sorpresa que me he llevado al repasar los blogs que tengo registrados! Llego un poco tarde y te pido perdón por ello.
ResponderEliminarMe alegra volver a leerte de nuevo, con esta ruleta rusa tan original que te has marcado. Pero he de dejar aquí mi comentario pues quiero pasar rápidamente a las aventuras y desventuras del bueno de Windor, al que tanto he echado de menos.
Un saludo.
¡Hola Bruno! Qué mala pata, ni siquiera me llegó aviso de tu comentario al correo, lo siento. Vuelvo un poco a cuentagotas la verdad, aunque procuro no abandonar del todo este espacio que tan buenos momentos me dio con personas como tú. Jaja, qué ironía, el comentario de Windor sí que te lo respondí antes que éste, así que me alegra que sigas por aquí. ¡Un abrazo!
EliminarExcelente, te tiene en vilo todo el tiempo. Me gustó mucho
ResponderEliminar¡Hola! Gracias por tus palabras, me alegra que aunque breve haya surtido el efecto de tenerte en tensión jeje. Un saludo :)
Eliminar¡Hola JC!Hacía mucho que no me pasaba por aquí, pero como siempre, fantástico!Tú forma de crear esa tensión, que sube poco a poco,y el final inesperado...ME ENCANTA!!! Sigue escribiendo,lo haces genial. Muchos besos...
ResponderEliminarHola Yolanda, me alegro de que todavía este espacio te siga causando buenas sensaciones jeje. Estas historias de Halloween son ya una especie de tradición. Gracias por tus palabras, besos :)
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