Marzo de 1987
Era de madrugada, y en la novena y última
planta del psiquiátrico Clarkson, destinada a los pacientes más peligrosos,
acababa de ser ingresada una mujer llamada Meredith. Se encontraba allí a
consecuencia de un doble asesinato que había cometido horas antes.
Por lo general, y siguiendo la rutina
habitual, tendría que encontrarse en un calabozo a la espera de un juicio
rápido. Pero ciertos rasgos en la conducta de Meredith habían hecho más que
prudente su ingreso preventivo en el Clarkson. De ahí que la policía la llevara
directamente al psiquiátrico, donde estaría internada hasta que un juez
decidiera su destino.
A pesar de haber acabado con la vida de
dos personas, desde el momento de su arresto se mostró extrañamente mansa, como
si hubiera logrado todo lo que deseaba en la vida, y no le importara lo más
mínimo el castigo a recibir. De todas formas, y como precaución, había sido
llevada a la última planta del psiquiátrico en lugar de cualquier otra. Que
tuviera una conducta pasiva no quitaba la posibilidad de que en algún momento
eso cambiara, como tristemente habían comprobado sus dos víctimas.
Una vez que fue encerrada en una de las
celdas, los policías que la habían llevado hasta allí se despidieron del
guardia de seguridad y del doctor August Remprelt, que fue quien supervisó el
ingreso de Meredith. Remprelt, que dirigía el Clarkson, estaba deseoso de
interrogar a la paciente, pero primero tomó la decisión de buscar a una de las
enfermeras de guardia. Era necesario que se le practicara a Meredith un
reconocimiento físico, y para ello lo ideal era que lo realizara alguien del
mismo sexo.
Tras darle unas indicaciones y despedirse
momentáneamente del guarda de seguridad, Remprelt se subió al elevador, y pulsó
el botón de la planta principal, donde encontraría a gran parte del personal sanitario
de guardia. Después de hablar con una de las enfermeras y explicarle lo que
debía hacer, ambos cogieron el elevador para volver a la novena planta. La
enfermera entró en la celda, y Remprelt y el guardia se quedaron fuera,
preparados para actuar con rapidez por si la paciente se descontrolaba.
Algunos minutos después, la enfermera
salió de la celda totalmente pálida y temblorosa, y le dijo a Remprelt que la
paciente parecía estar físicamente bien. Sin embargo, añadió también que tenía
un enorme tatuaje que iba desde el cuello hasta la cintura. El dibujo era el de
una muñeca de felpa. Lo extraño era…que en un primer vistazo, el rostro de la
muñeca parecía sombrío, pero algunos segundos después…mostraba una sonrisa. Una
diabólica sonrisa. La enfermera le dijo a Remprelt que debían ser imaginaciones
suyas, producto del cansancio que llevaba acumulado. Remprelt intentó calmar a
la enfermera, y le dijo que se marchara a casa a descansar.
Una vez que se quedó a solas con el
guardia, le ordenó que nadie entrara en la celda, ya que iba a hablar con ella,
y quizás tuviera que hipnotizarla si no cooperaba. El doctor tenía una
creciente reputación en el campo de la hipnosis, y todos los empleados del
Clarkson sabían que su director podía obtener respuestas donde cualquier otro
no las lograría. Así que en las sesiones de hipnosis nadie se atrevía a
distraer a Remprelt. Una vez que el doctor accedió a la celda, el guardia se
puso frente a la puerta para evitar cualquier acceso desde el exterior.
Cuando Remprelt vio de nuevo a Meredith,
sintió un enorme deseo de ver el tatuaje de la muñeca de felpa que le había
mencionado la enfermera, pero verlo implicaba desnudar a la paciente. Y
Remprelt sería muchas cosas, pero era respetuoso con esa pequeña parcela de
dignidad e intimidad de las personas, así que se olvidó de ver el tatuaje por
mucho que quisiera. Pronto reparó en que la paciente seguía sumida en ese
estado de indiferencia con el entorno. Estaba tumbada en posición fetal en el
suelo, y aunque tenía los ojos abiertos, miraba al vacío. El doctor decidió
entrar en acción:
- Hola Meredith, soy el doctor August
Remprelt. ¿Cómo te encuentras?
Pasaron varios minutos sin que hubiera
otra cosa que silencio. Aun así, no había que tirar la toalla. No al menos en
los compases iniciales.
- ¿Me oyes Meredith? ¿Sabes dónde estás y
por qué estás aquí? ¿Qué pasó en la casa de Edward Bartson? ¿Por qué le mataste
a él y a su novia?
Nuevo silencio en la celda. Ella no iba a
poner las cosas fáciles. Quizás ni la hipnosis la hiciera hablar, porque su
mente podía estar en cualquier lugar menos allí, pero para Remprelt era el
único camino que le quedaba. Al menos era el único si quería obtener progresos
en aquel momento. También podía llevarla a una de las salas del sótano, pero Remprelt
no la consideraba como posible paciente para su proyecto.
No había nada que perder, así que
Remprelt cogió su péndulo, el cual llevaba siempre encima, y empezó a hacerlo
oscilar en el campo de visión de ella. Había una regla que Remprelt llevaba
siempre a cabo, y es que hipnotizar a una persona no era igual que hacerlo con
otra distinta. Es por eso que no se podía seguir una idéntica estructura ni
repetir las mismas frases. A veces servían para más de una persona, pero no era
recomendable. Así que Remprelt se aclaró la garganta, y tras pensarlo unos
segundos, sumó su voz al movimiento del péndulo:
- Escúchame Meredith, soy el doctor August
Remprelt. Mi voz será lo único importante para ti. Harás lo que yo te pida, y
responderás todas mis preguntas. Cierra los ojos y obedece mis instrucciones.
- A medida que el péndulo seguía su
balanceo, Meredith cerró los ojos, haciendo caso al doctor. Éste, tras sonreír
con satisfacción, continuó la sesión:
- Quiero que te incorpores Meredith,
levántate.
Ella hizo lo que se le había ordenado, y
la hipnosis siguió:
- Estás en una celda porque has hecho algo
malo. ¿Lo recuerdas? Responde.
- Sí- por primera vez desde que fue
internada, Meredith habló-, lo recuerdo.
- Quiero que me cuentes todo lo que ocurrió
en casa de Edward Bartson. ¿Por qué le mataste? ¿Por qué mataste a su novia?
- Ella me lo ordenó.
- ¿Quién es ella?- Remprelt empezaba a
sentir un creciente interés-.
- Gina. Ella ordena y yo ejecuto. Si pide
sangre, sangre tiene. Si pide muerte, mato a gente.
- ¿Por qué te ordenó matar a Edward?
- Porque él sembró las semillas de su destino
hace 23 años, cuando destrozó a mi muñeca Gina en el colegio.
- ¿Gina era tu muñeca? ¿Es la que llevas
tatuada?- aquello empezaba a resultar raro y confuso para Remprelt.
- Sí, Gina era mi muñeca, la llevo tatuada
en mi cuerpo, y desde que fue destrozada por Edward, se convirtió en mi
mentora, estando presente en todos mis pensamientos y acciones. Durante 23
años, ella me ha ayudado a preparar mi venganza para acabar con Edward por lo
que hizo. Me daba consejos y me educaba. Y yo sentí la necesidad de recuperar
una parte de ella, por eso me la tatué. Y ella me sonríe a veces.
Ella le sonreía…en la cabeza de Remprelt
reapareció la imagen de la enfermera saliendo asustada de la celda, hablando
del tatuaje y su sonrisa…su perversa y diabólica sonrisa…En cada pausa de la
conversación sólo se escuchaba el suave vaivén del péndulo al rasgar el aire.
- ¿Cómo llegó Gina a formar parte de ti
Meredith?
- No lo sé. Hasta que Edward la rompió,
nunca la había sentido como parte de mí. Pero aquel día…fue como si al tiempo
que él la despedazaba, ella entrara a formar parte de mi ser. Podía oírla,
podía sentirla. Me decía que no atacara a Edward, que el tiempo me daría una
oportunidad de venganza. Y esta misma noche pude saciar mi sed de sangre. Su
sed de sangre. Maté a Edward mientras estaba en la cocina, cortándole el
cuello con un cuchillo. Y luego maté a su novia, que se estaba dando un baño.
La bañera se tiñó de rojo, y entonces me sentí victoriosa.
- ¿Gina sigue aquí contigo? ¿Está con
nosotros? Responde- Remprelt observó con suma curiosidad a su alrededor, para
fijarse finalmente en la sonrisa que afloraba en los labios de Meredith-.
- Sí, está aquí conmigo. Con nosotros. Y le
observa doctor. Le observa fascinada. Percibe que su mente está tan perturbada
como la mía, y eso es fabuloso. ¿Quiere verla sonreír doctor?
En ese punto, Meredith empezaba a subirse
el camisón que llevaba puesto. Remprelt no sabía qué hacer o decir. Se
encontraba asimilando la información obtenida en la última parte de la
conversación. Su péndulo seguía moviéndose, más por inercia que porque él
continuara con el movimiento, pues sus manos se habían quedado inmóviles. Meredith
se había subido el camisón a la altura del ombligo, y Remprelt podía ver las
bragas que llevaba ella, pero también algo más. Estaba viendo las piernas de la
muñeca. A medida que Meredith seguí con su movimiento, iba mostrando más y más
partes del enorme tatuaje que tenía. Ya se veía la cintura de la muñeca, y
empezaban a vislumbrarse dos coletas y la barbilla…
En el exterior de la celda, el guardia
pudo escuchar la voz de Remprelt pidiendo que le dejaran salir. Parecía
alterado. La puerta de la celda fue abierta y el doctor salió con rapidez. El
guardia no le había visto tan nervioso hasta la fecha, y llevaba varios años
trabajando con él.
Remprelt intentaba relajarse cogiendo
aire y soltándolo una y otra vez. ¿De verdad había visto una sonrisa en el cuerpo
de Meredith? ¿Era posible que el rostro de la muñeca, que estaba serio al
principio, pasase a estar sonriente? ¿Qué demonios sucedía con aquella
paciente? Quizás estaba tan empeñado en encontrar algo aterrador en aquella
mujer, que sus ojos le jugaron una mala pasada. Sin embargo…todo parecía tan
real…Incluso Meredith había vuelto a su estado pasivo una vez que el péndulo
dejó de moverse. Todo aquello era demasiado raro, y escapaba a la comprensión
de Remprelt, tan habituado a explorar el miedo en los pacientes que tenía, que
escrutar el suyo propio le parecía algo demasiado lejano en el tiempo…y sobre
lo que no quería volver a pensar.
Así que, tras sentirse un poco mejor, se
despidió del guardia y se subió en el elevador con la intención de ir a su
despacho y descansar un poco. Si hubiera seguido en la celda con Meredith,
habría observado un fenómeno curioso. Por unos instantes, y antes de que el
guardia apagara la luz de la celda, la sombra de la mujer dejó de tener
apariencia humana, para parecer la de una enorme muñeca de felpa. Sólo duró
unos instantes, pero habrían bastado para enloquecer a cualquiera.
Nota adicional:
Este texto es mi aportación a un juego literario realizado por las personas integrantes de "La celda acolchada". Se llegó al acuerdo de que cada uno redactara un relato donde hubiera muñecas de felpa, y esta ha sido mi participación. Para leer los otros textos, os facilito aquí los enlaces y el nombre de sus autores:
Este texto es mi aportación a un juego literario realizado por las personas integrantes de "La celda acolchada". Se llegó al acuerdo de que cada uno redactara un relato donde hubiera muñecas de felpa, y esta ha sido mi participación. Para leer los otros textos, os facilito aquí los enlaces y el nombre de sus autores:
1) Asesinas de felpa: Felisa - Por Soledad Gutiérrez
2) Asesinas de felpa: Matilda - Por Santiago Estenas
3) Asesinas de felpa: Queca - Por Ricardo Zamorano
3) Asesinas de felpa: Queca - Por Ricardo Zamorano
4) Asesinas de felpa: Triplet Fragance - Por Edgar K. Yera
5) Asesinas de felpa: Valentina - Por Mendiel
He jugado con algo de ventaja, puesto que ya sabía con anterioridad que se trataba de un tatuaje. Aun así, no ha restado un ápice mi interés y mi sorpresa al ver que ese tatuaje se apoderaba de ella, al punto de transformarse en la propia Gina. Me ha encantado como has mezclado a ambas protagonistas en ese párrafo en el cual asoma sus piernecitas de trapo. Buen texto, compi.;)
ResponderEliminarUn abrazo. =)
Sí, es cierto que los del grupo ya tenían cierta ventaja sobre ese dato jeje. Me alegra que a pesar de ello te haya mantenido atenta al desarrollo. Para que luego digan que un striptease no puede ser terrorífico jeje. ¡Otro abrazo!
EliminarBuff José Carlos, no me extraña que el doctor haya huido despavorido, mientras te leía iba sintiendo mucho miedo por lo que se descubría.
ResponderEliminarExcelente el ritmo que le imprimes al relato, me he quedado con las ganas de seguir leyendo.
Saludos
Y eso que el doctor ya viene curado de espanto por sus prácticas en el proyecto fobia jeje. Si has sentido miedo es genial, eso hace que merezca la pena el tiempo invertido en escribir esto :) Si deseas seguir leyendo tienes la historia del proyecto. ¡Un saludo!
EliminarMaravilloso relato, me ha gustado mucho como ibas narrando este episodio de la muñeca de felpa. Un abrazo
ResponderEliminarGracias por tan amables palabras Maria del Carmen :) Me costó introducir el elemento de la muñeca pero espero haberlo hecho bien. ¡Otro abrazo!
EliminarQue gran relato JC!! Amo el suspenso y me has tenido pegada a la pantallita de mi celular hasta el final. Excelente el uso del Clarkson y su ambiente demente para desarrollarla. La aparición del tatuaje que va apareciendo poco a poco es escalofriante y también lo es el hecho de que el doctor explore sus propios miedos.
ResponderEliminarMe gustó mucho pero mucho de verdad. Besotes tatuados.
¡Gracias Mendiel! Es muy buen síntoma que te quedaras atenta hasta el final jeje. Con esta peculiar historia no me se ocurría mejor lugar para ambientarla que en el Clarkson :) Este texto nos permite ver que hasta el doctor tiene sus puntos débiles a veces. ¡Besos tatuados!
EliminarGran relato de terror, amigo José Carlos. Se ve que te sientes a gusto con el tema pues aún guardo un buen recuerdo de tu anterior relato "El precio de un legado" en el que también supiste meternos magistralmente en la trama, poquito a poco, paso a paso, hasta que quedamos atrapados en tu red, sin posibilidad de escapar ni ganas de hacerlo.
ResponderEliminarBueno, Lovecraft moderno, espero con ganas tu próximo relato.
Un abrazo.
Aquí me tienes Bruno, volviendo a las andadas en el género jeje. Hacía tiempo que no publicaba seguidas un par de historias del mismo estilo, y lo echaba de menos. Fue genial la gran cantidad de críticas positivas del último texto, y era un reto cambiar de escenario, personajes e historia, con el fin de intentar atrapar a la gente hasta el final. Así que me reconforta haberlo logrado nuevamente y que no te soltaras de la red hasta el final jeje.
EliminarGran halago el que me dedicas al mencionar a Lovecraft, vas a sonrojarme jeje. ¡Otro abrazo!
Aterrorizar al mismísimo Dr. Remprelt no es tarea fácil, pero Gina; la muñeca de felpa tatuada de Meredith, lo ha logrado sin ningún esfuerzo.
ResponderEliminarDe nuevo; ritmo, narración y estructura elevan el relato a un nivel de disfrute muy alto.
Gran suspense con el que el lector queda totalmente atrapado.
Una aportación tanto para el juego de las "Asesinas de felpa" como para el universo de "Proyecto Fobia".
Muy buen trabajo, José Carlos.
¡Abrazo desde la 237! :)
Exacto, no es precisamente sencillo asustar al doctor, pero Gina lo ha logrado a través de Meredith. Ten por seguro que el doctor se lo pensará mucho a la hora de querer volver a visitarla jeje.
EliminarMe alegra seguir gozando de tan buenas valoraciones en cada lectura que me haces. El Clarkson se extiende y alberga gente de todo tipo jeje. ¡Abrazo desde la 221!
¡Aterrador! Solo imaginar esa cara sonriente... puff. Muy buen relato. Saludos
ResponderEliminarLo cierto es que si algunas muñecas dan mal rollo, el hecho de que una de ellas esté dibujada en un cuerpo humano y tenga vida propia es...cuanto menos inquietante jeje. Gracias por pasarte, te debo una visita :) ¡Un saludo!
EliminarDesde luego es un relato que no deja indiferente a nadie, uf, y hasta da algo de miedo, e imaginar cada una de las secuencias de la protagonista y su tatuaje. Buen relato sin duda, capta la atención del lector hasta el final. un saludo. TERESA.
ResponderEliminarMuchas gracias por esa valoración Teresa. Algo que siempre gusta es no dejar indiferente a nadie, sea para bien o mal, porque implica que el texto ha calado un poco en la persona. Si además te he tenido atenta hasta el final, eso ya es la guinda del pastel :) ¡Un saludo!
EliminarUna historia muy imaginativa y lo mejor: ambientada en nuestro Clarkson. Y aún mejor: con Remprelt como uno de los personajes del relato. Y todavía mejor si cabe: asistimos a una sesión de hipnosis del doctor, que aunque no sea para explotar la fobia, es interesante igual verle en acción con el famoso péndulo. Una aparición estelar sin ninguna duda, que había sido una sorpresa de no ser porque nos lo comentaste a los celdíacos.
ResponderEliminarGina, una muñeca de felpa más para la colección de las Asesinas de Felpa de La Celda Acolchada. Me parece muy original la trama. Una muñeca destrozada en el pasado cuyo alma se introduce en su dueña. Es un poco tramposo, puesto que en el texto no aparece una muñeca de felpa en acción, pero eso no importa, porque la historia, como digo, es muy buena. Y a mí me ha encantado.
Saludos, Compañero.
Gracias por tus comentarios Ricardo. La idea de expandir un universo literario siempre es tentadora, y para contar esta historia tenía claro que iba a usar el Clarkson, narrando así que allí hay algunos pacientes muy peculiares, que pueden asustar incluso a nuestro doctor...
EliminarTras los textos de los demás compañeros, tenía que intentar aportar un punto diferencial como ha hecho cada uno, y me alegra haberlo logrado, tendré que darle las gracias a Gina jeje. ¡Un saludo!
Un buen relato que logra mantener la tensión con sugerencias y mucha intriga. Me gusta mucho la iniciativa de muñecas de felpa, he leído historias entretenidas, y esta es una de ellas.
ResponderEliminarSaludos.
Saludos Raúl, creo que ya conocías un poco al doctor, o al menos te sonaba jeje. Al principio no sabía bien cómo encajar lo de la muñeca en una historia, pero se me ocurrió usar varios elementos de una de mis historias para darle un toque de expansión, me alegro que te haya gustado. ¡Un saludo!
EliminarGenial relato José Carlos!! Nos acercamos a Haloween con los pelos como escarpias......... Besos niño!!!
ResponderEliminarGracias Maríjose, para Halloween tengo pensada una continuación del relato con el que participé en Edupsique el año pasado jeje :) ¡Besos!
EliminarExtraordinario relato de terror y suspense, con un desarrollo que no pierde el interés en absoluto, sino que va "in crecendo" a medida que ese doctor Remprelt se decide a interrogar a la paciente Meredith (otro personaje estupendamente creado en base a su psicótica conducta y por si fuera poco incorporándole también a Gina, su alter ego criminal). La originalidad también está muy bien plasmada a través de Gina, puesto que es quien acentúa la intensidad del relato, aportándole toda una gama de emociones bastante sórdidas y macabras que terminan por darle ese halo de misterio y terror.
ResponderEliminarUn gusto volver a visitarte y espero que ahora no tengas ninguna excusa para seguir pasándote por mi blog, al menos me gustaría conocer tu experta opinión en estos temas narrativos, si no tienes inconveniente ¡claro!
Un abrazo :)
Gracias por tus palabras. Creo que ya me conoces un poco para saber que me gusta desarrollar los relatos de esa manera que en términos culinarios se definiría como "cocción a fuego lento" jeje. En este caso, y aunque el personaje conocido por otros textos era el doctor, no quería darle el protagonismo absoluto, de ahí que Meredith fuera el centro de atención (bueno, Meredith y su "amiga").
EliminarClaro que me paso por tu blog, tienes pendiente de responder el último comentario que te dejé jaja. ¡Otro abrazo!
¡Buenas noches amigo José Carlos!
ResponderEliminarVerás, te explico, a partir de mi primera publicación en septiembre pasado, es decir, después de las vacaciones incluí además de una cita literaria mis divagaciones acerca de este tema de responder comentarios y de seguir la tónica que antes llevaba, porque llegué a estar demasiado agotada físicamente con tantas tareas virtuales que realizo y que tú ya conoces, de ahí que tomé ya la firme determinación de no responder a los comentarios en mi blog, porque sencillamente primero es mi salud. Por otro lado lo que si suelo hacer es visitar y comentar a quienes también me visitan y comentan asiduamente, no tengo tanto tiempo como me gustaría para abarcar más de lo que humanamente puedo.
Espero que ahora comprendas mucho mejor los motivos para no responder a los comentarios que tan amablemente me dejáis allí y que por supuesto agradezco.
¡Un abrazo!
De acuerdo, no llegué a leer aquella explicación, si es por salud eso lo explica todo jeje. Bueno, seguirás recibiendo mis visitas como hasta ahora, comentando las entradas que me gusten. ¡Otro abrazo!
EliminarMe he leído el de Mendiel y el de Soledad, el tuyo es el tercero, y cada uno de vosotros adaptáis a la perfección el tema a vuestro estilo. Tú incluso lo introduces en el universo de otra gran saga, la que lleváis en el interior de ese icónico psiquiátrico y todo lo relacionado con él. Una gran idea y que te facilita mucho el trabajo, ya que no partes de cero. El tuyo también es más largo, ya que das más importancia a los preliminares y a la descripción detallada. Se lee con interés e intriga. Dinámico y ameno. Me ha gustado bastante cómo has desarrollado la original idea de la muñeca destrozada que pasa a integrar la psique de su dueña tatuándose en su cuerpo y obligándola a matar. Y lo has aderezado con una imagen muy visual, esa sonrisa que cambiaba el aspecto del tatuaje, y con cierto componente erótico y morboso. Y gran idea también esa complicidad y simpatía que haces sentir a la muñeca por el afamado psiquiatra, je, je. En fin, te felicito, compañero, una gran aportación.
ResponderEliminarEso sí, al amigo August, con esos métodos de hipnosis no le hace falta polígrafo para sacar confesiones, je, je.
Un abrazo compañero
Eso es, partiendo de una temática acordada en grupo, cada persona le ha ido dando su toque personal. En mi caso de forma inicial no tenía ni idea de cómo contar una historia con una muñeca de felpa, así que tirando de un personaje conocido, vi la oportunidad perfecta para afrontar este reto literario jeje. Aquí mi reto fue que el doctor no copara todo el protagonismo.
EliminarPensé que, si en el Clarkson hay cabida para un tipo que juega con las fobias de otras personas...¿por qué no introducir una paciente tan espeluznante como Meredith/Gina? De hecho ella es hasta la fecha la única persona que ha inquietado al August en su versión adulta.
Siempre es un grato placer recibir palabras y valoraciones tan buenas como las que haces de mis relatos. No te quepa duda de que con este tipo es mejor decirle la verdad siempre jaja. ¡Otro abrazo y te debo una visita a tus dos últimos textos!
Excelente narración. Logras mantener el interés del lector hasta el final. Casi me dan ganas de salir corriendo mientras leía. ¡Enhorabuena!
ResponderEliminar¡Gracias Miguel Ángel! Que conste que cuando acepté escribir algo de una muñeca de felpa no sabía qué locura saldría jeje, me alegra que te haya gustado y casi te hiciera salir corriendo :P ¡Un saludo compañero!
Eliminar