Sir Daniel Childners había encendido un pequeño
farol, y se preparaba para descender a la parte inferior de su castillo.
Llevaba algunos días sintiendo una llamada interior que le era demasiado
familiar, y consideraba que era el momento idóneo para prestarle toda su
atención. A fin de cuentas, estaba llegando el momento de cumplir el ritual de
cada año, y no podía ni debía hacer caso omiso. Su familia llevaba cumpliéndolo
durante más de 400 años, y él debía perpetuar esa costumbre una vez más.
Uno a uno empezó a descender los peldaños de la
escalera de piedra que daba al pasillo inferior. La llamada se iba haciendo más
notoria a cada paso que daba, y Sir Daniel podía sentir como propia la
necesidad que emanaba del lugar de emisión. Sin duda alguna, debía cumplir a la
mayor brevedad con su cometido.
Cuando llegó al pasillo, levantó el farol para
iluminar mejor los alrededores. Se sabía el camino de memoria, y podría haberlo
realizado perfectamente a oscuras, pero les tenía un pánico ancestral a las
arañas, y le era inevitable asegurarse a través de la luz que no caminara cerca
de ellas. A cada metro que recorría movía el farol a izquierda y derecha,
alumbrando así cada recoveco de las paredes a su alrededor.
Algunos minutos después, llegó a su destino. La pesada
puerta de madera estaba cerrada, pero él siempre llevaba la llave colgada a su
cuello. Nadie debía acceder nunca a aquel lugar, salvo él y las personas que
debían acompañarle para el ritual. Tras quitarse la cadena de la que pendía la
llave, introdujo ésta en la cerradura.
Lo primero que sintió nada más abrir la puerta, fue
el frío que procedía del interior. Eso era un nuevo síntoma de que no le
quedaba mucho margen de maniobra. A lo sumo uno o dos días, pero era
recomendable no dilatar la espera. Esa habitación, a pesar de tener una
chimenea que estaba siempre apagada, era generalmente la más cálida de todo el
castillo. Pero el frío reinante allí evidenciaba la necesidad de actuar con
celeridad. Había un montón de la leña junto a la chimenea, pero no era el
momento de usarla. Aún no.
Sir Daniel avanzó unos pasos en el interior, y se
encaminó a la pared del fondo, observándola con la familiaridad de quien lo ha
hecho demasiadas veces a lo largo de su vida. No miraba toda la pared, sino el
centro de la misma. Sin duda había llegado el momento de actuar como mandaba la
tradición familiar. Acarició con una de sus manos la superficie de aquello que
miraba, y sintió un frío casi glacial.
Todo el poder que la familia Childners había tenido
en los últimos 400 años, se lo debía a lo que había en aquella habitación. Y es
por eso que no se podía descuidar la fuente de su fortaleza en la sociedad. En
esos cuatro siglos, la familia había salido victoriosa en varias guerras
nacionales, se había librado de sufrir pérdidas humanas en épocas de grandes
epidemias, así como de caer en bancarrota cuando las demás grandes familias del
país sí lo habían hecho.
Para todo el mundo era un misterio lo bien
conservado que se mantenía el castillo familiar tras haber sido atacado en
varias ocasiones. La sensación general era que no parecía afectarle el paso del
tiempo. Y así era, todo formaba parte del pacto que el primer patriarca
familiar había acometido tiempo atrás, sacando al apellido Childners del
anonimato, y colocándolo entre los más importantes de la ciudad, y
posteriormente del país.
Sir Daniel era el último miembro vivo de la familia.
Tenía 40 años, y aunque ya había conocido a una mujer con la que tenía la
intención de casarse y engendrar hijos, jamás le confesaría el ritual anual que
debería hacer hasta el resto de su vida. Únicamente transferiría esa obligación
a su descendencia, cuando ésta tuviera ya una edad adulta.
De hecho, y en la medida de lo posible, una vez que
se casara y su esposa se trasladara a vivir al castillo, se encargaría de que
nadie más salvo él y la persona escogida cada año, bajaran a aquella parte. En
la vida hay cosas tan horribles, como la que existía en aquella estancia, que
sería una crueldad inhumana compartirlas con más personas de las necesarias.
Por eso Sir Daniel jamás había permitido que ninguna de las personas que
estaban a su servicio accediesen a la parte inferior del castillo.
Tras echar una última mirada a la pared, salió de la
habitación, cerrando la puerta con llave. Regresó a la planta superior, buscó a
uno de sus criados que estuviera aún despierto, y le ordenó que le preparase un
carruaje a la mayor brevedad. Después de negarse a que otra persona lo
condujera, fue él mismo el que se puso a las riendas, haciendo galopar a los
caballos. Tardó una hora en recorrer el camino que distanciaba el castillo de
la ciudad.
Su objetivo era dirigirse a la zona donde las prostitutas
ofrecían sus servicios, situada en uno de los barrios periféricos. Pero antes
hizo una parada en su taberna favorita, ubicada en pleno corazón de la ciudad.
Por muy obligado que se sintiera a cumplir su cometido, eso no impedía que se viese
como un miserable cada vez que llevaba todo a cabo. De ahí la necesidad que
venía arrastrando en los últimos años de beberse varias jarras de cerveza en la
noche elegida para su actuación.
Cuando Sir Daniel consideró que estaba lo bastante
embotado por el alcohol, pagó su cuenta, se marchó de la taberna, y tras
subirse nuevamente al carruaje, se dirigió a la zona de las prostitutas. Dio
varias vueltas una vez que llegó al lugar, ya que buscaba una prostituta que
estuviera sola, y a cuyo alrededor apenas hubiera gente. El carruaje no llevaba
el blasón familiar, pero aun así debía evitar llamar la atención, ya que Sir
Daniel quería ser observado por el menor número de personas posibles.
Una vez que logró dar con una víctima perfecta, paró
el carruaje, se bajó del mismo, y susurró algunas frases al oído de la mujer,
que pareció sentirse tan sorprendida como eufórica por lo que le decía aquel
misterioso caballero. Ella era rubia, poco agraciada, y estaba algo gordita,
pero Sir Daniel no buscaba una gran belleza, eso poco importaba. Le dio una
bolsa cargada de monedas, la ayudó a subir al carruaje, y se marcharon de la
zona rumbo al castillo.
Ya estaba avanzada la madrugada cuando Sir Daniel condujo
a la prostituta por el pasillo inferior del castillo. Una vez que abrió la
puerta con la llave que colgaba de su cuello, ambos se introdujeron en el
interior. Él colgó el farol en una de las paredes. Ella empezó a temblar por el
frío que hacía, y Sir Daniel le dijo algo para animarla:
- Tranquila querida, pronto dejarás de tener frío, te
lo aseguro.
- Eso espero caballero. Me ha pagado el sueldo de un
año, e imagino que querrá yacer varias veces conmigo.
- Oh no, mi interés por usted no es sexual. Quiero que
observe aquella pared- dijo mientras señalaba con un gesto el lugar al que se
refería-. Lo único que quiero de usted, es que toque el cuadro que hay sobre
ella, nada más.
- ¿Un cuadro? Apenas veo nada.
- Acérquese querida, obsérvelo bien.
La prostituta se acercó a la pared, sintió más frío
que antes, y entonces lo vio. Era un cuadro oscuro. Demasiado oscuro. Parecía…desgastado,
como si alguna vez hubiera estado lleno de color, pero el paso del tiempo le
hubiese quitado vida y luminosidad. De hecho era imposible discernir qué imagen
representaba.
- No se ve nada.
- Desde luego que no, pero eso tiene fácil solución.
- No le entiendo- dijo ella mientras se volvía hacia
Sir Daniel, que metía un poco de leña en la chimenea-.
- Vuelva a observarlo.
Ella, obediente, se giró nuevamente para mirar el
cuadro. Seguía sin ver nada, y tampoco pudo reaccionar ante el rápido
movimiento de Sir Daniel, que sacó un cuchillo de una de sus botas, y tras
practicar un rápido corte en una de las manos de la prostituta, le agarró la
mano herida y la puso sobre el cuadro. Ella intentó resistirse, pero de pronto
sintió algo y se quedó paralizada. Jamás había sentido tanto miedo en su vida
como en aquel momento, en el que empezó a notar una gran succión en la herida
de su mano.
La prostituta era incapaz de asimilar nada de lo que
estaba sucediendo, y sólo pudo mirar a Sir Daniel con expresión de terror. Él
dejó de agarrarla, y empezó a caminar hacia atrás, bajando la vista hacia el
suelo. Ya sabía lo que venía a continuación, y no quería volver a ver un
espectáculo que había presenciado demasiadas veces hasta la fecha.
La succión que el cuadro ejercía sobre la mano
herida empezaba a ser descomunal. Fue inevitable y hasta lógico a juicio de Sir
Daniel, que la prostituta empezara a gritar cuando su mano desapareció en el
lienzo a consecuencia de la mayor succión. Y ella observó aterrorizada cómo el
cuadro comenzaba a adquirir color. Parecía como si se estuviera alimentando de
ella. La temperatura en la habitación estaba subiendo, y aparecieron unas
primeras llamas en la chimenea que había allí, lo cual no inmutó lo más mínimo
a Sir Daniel, que seguía mirando el suelo.
Antes de que el brazo de la prostituta desapareciera
y ella se quedara pegada al cuadro, tuvo tiempo de articular una última frase…
- ¿Qué demonios?
Sir Daniel iba a contestarle, ya que consideraba un
acto de piedad desvelarle lo que estaba pasando, pero no tenía sentido, todo
iba a acabar en cuestión de segundos. La chimenea ya albergaba una lumbre de
tamaño considerable, y el calor allí empezaba a ser sofocante. Para cuando se
atrevió a alzar la vista, la mitad del torso de la mujer estaba pegado al
lienzo, que ahora mostraba una colorida imagen. La escena era dantesca, ya que
media cabeza había sido absorbida por el cuadro, y la otra mitad estaba aún en
la habitación. Las extremidades que aún seguían allí se movían con frenesí y de
manera descontrolada.
Algunos segundos después, el espectáculo había
terminado. No quedaba rastro alguno de la mujer, que había sido absorbida
completamente. La chimenea ardía con fuerza, y el cuadro había vuelto a
recuperar su esencia, color, y vida. Sir Daniel lo observó hipnotizado, como le
pasaba siempre que ocurría aquel fenómeno. Siempre sentía fascinación por la
imagen que había allí plasmada, una representación del infierno llena de fuego,
demonios, sangre y personas humanas siendo torturadas. Y como había hecho en
cada una de las anteriores ocasiones en años pasados, contó las personas que
había allí siendo torturadas. Había una más que el año pasado. El ritual se
había completado.
Tras marcharse de la habitación y cerrar la puerta
con llave, emprendió el camino de regreso a sus aposentos, recordándose las
razones por las que continuaba con la tradición familiar. Cuatrocientos años
después, él seguía cumpliendo con el pacto que el primer patriarca Childners
había realizado con el demonio, comprometiéndose a entregar cada año una nueva
alma a cambio de poder, riqueza y el mantenimiento de la estirpe. Y le gustara
o no, el precio que debía pagar para que su linaje siguiera existiendo en el
tiempo implicaba una muerte al año.
Sir Daniel se tumbó en su cama, y volvió a sentir la
certeza de que a su muerte, acabaría en el infierno por lo que estaba haciendo
en vida. Pero el poder requiere sacrificios, y la familia Childners siempre había
pagado su tributo. Era un sacrificio nimio para un incalculable beneficio. Y
así se lo inculcaría Sir Daniel a su descendencia una vez que fuera necesario.
Era el precio de un legado.
Nota adicional: Si queréis leer sobre el nacimiento y el ascenso de la familia Childners, así como sobre el pacto que el primer patriarca hizo con un demonio, clickad aquí.
Ufff... vaya tradición familiar!! Está claro que el dinero no llueve del cielo... jeje ;)
ResponderEliminarMuy bueno, José Carlos.
Un abrazo!!!
Para que veas, algunas familias poderosas esconden terribles secretos jeje. ¡Gracias por pasarte y comentar, un abrazo Flora!
EliminarLos pactos hay que cumplirlos, no queda otra. Se mantiene el misterio del legado hasta el final con un suspenso muy bien manejado y ambientado en una época que le suma clímax.
ResponderEliminarSaludos.
Ya conoces el dicho, la letra con sangre entra, aunque en este caso no era la letra precisamente lo que entraba en el cuadro jaja. Hay que respetar las tradiciones y pactos familiares. Gracias por tus anotaciones compañero, es un placer haberte sorprendido gratamente.
EliminarUn saludo y hasta pronto, que te debo una visita.
Un relato clásico de pe a Pa, osea de principio a fin. Me encantó el ambiente oscuro. Me llevaste paso a paso por aquel sótano de castillo, felizmente no para ser el legado, con tu narración.Se pudo hasta sentir el frío del lugar. Me gustó mucho JC. Como el poder y la riqueza puede exigir precios impensables pero realizables. Un beso.
ResponderEliminarSí, a medida que iba narrándolo, me sentía como si estuviese viendo una película de terror de la Hammer, que produjo muchas y buenas películas de terror durante varias décadas. Hacía tiempo que quería contar una historia oscura ambientada en un castillo.
EliminarTe has librado de formar parte de ese legado y del cuadro jeje. Ya sabes, algunas cosas requieren sacrificios importantes, y esta familia lleva siglos cumpliendo con su deber. ¡Otro beso!
El precio de un legado muy caro. Una víctima que engulló un cuadro para que tenga su color natural. Muy bien escrito sobre todo ambientado es ese lugar . Un abrazo
ResponderEliminarAsí es, todo en esta vida tiene un precio. Y mientras el cuadro siga recibiendo su sacrificio anual, esta familia seguirá siendo poderosa. ¡Otro abrazo compañera!
EliminarTerror de corte clásico en el que imperan la atmósfera y la intriga, horror elegante y envolvente.
ResponderEliminarMe ha encantado el momento en el que Sir. Daniel baja los peldaños de la escalera, el detalle de su aracnofobia, así como el paseo en carruaje en busca de la víctima. Me ha transportado a esas sombrías callejuelas londinenses por las que transitaba Jack el destripador.
El oscuro y frío sótano del castillo, el cuadro que cobra vida cuando devora a la incauta prostituta. En efecto, recuerda a alguna de las producciones de la Hammer.
Una narración fluida y detallada. Lo he disfrutado y visualizado a la perfección. Un pacto diabólico digno de enmarcar.
¡Abrazo, José Carlos!
En efecto, en esta ocasión tenía ganas de optar por un terror que recordara a elementos clásicos, y donde la atmósfera y los escenarios fueran tan oscuros como la historia en sí.
EliminarLa tentación de mostrar a Sir Daniel como una persona con fobias y remordimientos era tan poderosa que me pareció muy adecuado a la hora de humanizarlo pese a su papel en la historia. Y aciertas de pleno, al describir la parte del carruaje me acordaba de Jack y los racimos de uvas jeje.
Mira el lado irónico, si a alguien no le gusta el cuadro, tiene altas probabilidades de no volver a ejercer de crítico de arte nunca más jaja. ¡Gracias por tus palabras y análisis compañero!¡Otro abrazo!
Una obra de horror gótico en toda regla. Muy visual tu manera de narrar, nos invitas a tus decorados; entramos allí y vivimos la historia desde adentro. Los personajes estén elegidos y definidos con acierto para la trama. Un texto genial!!! Un abrazo José.
ResponderEliminar¡Hola Miguel Ángel! Gracias por tus palabras, son muy gratificante. Una de las cosas donde quería incidir bien era en la manera de describir los decorados, elemento clave para el carácter clásico que quería transmitirle al texto, y me alegra ver que mereció la pena darle importancia a esto. ¡Otro abrazo!
Eliminar¡Qué tradición familiar más terrible, amigo José Carlos! Me ha encantado la forma en que has desmenuzado la historia, metiéndonos en ella poquito a poco, paso a paso, como los dados por Sir Daniel al caminar por las entrañas del castillo. Desde el principio nos das a entender que algo malvado va a suceder, y que ese "algo" se produce desde hace 400 años para beneficio de la estirpe familiar, pero cuando nos revelas el cuadro oscuro, la succión de la víctima,... la nueva vida de la pintura con un personaje de más, no tengo otra palabra para describirlo salvo "magistral".
ResponderEliminarMe ha encantado este relato tan oscuro, decorado con pequeños detalles como el que Sir Daniel, que tanto tendría que tener con ese cuadro demoníaco, tenga miedo a las arañas. ¿Volveremos a saber del cuadro maldito?
Un abrazo, amigo.
Como para enemistarse con esta familia eh jaja. Como siempre te agradezco mucho tus palabras, son tan alentadoras como en tus primeros comentarios por aquí. Ya sabes que, para bien o mal, en la mayoría de ocasiones me gusta dar los datos poco a poco, creo que así cuando se desvela todo el pastel es más impactante.
EliminarVas a sonrojarme mencionando lo de magistral jeje. Lo cierto es que me gusta mucho el final, será porque entre unas cosas y otras, llevaba un tiempo sin tocar este género y me he quedado contento con el resultado.
Sobre lo otro fíjate que no sabía si mencionar el hecho de que sufra aracnofobia iba a cuadrar, pero mi intención era humanizar al personaje a pesar de su labor, y qué mejor para ello que revelar que también teme algunas cosas.
Sobre tu pregunta...al empezar el texto no pensaba en posibles continuaciones, pero ya sabes como es esto, a veces al desarrollar una historia te quedas con ganas de más y queda mucho por contar, así que lo veo muy posible :) ¡Otro abrazo!
Vamos esta muy bien escrito y hasta el final no puedes dejar de leer porque sientes mucha curiosidad por lo que va a suceder.
ResponderEliminarVaya legado se les queda algunos, en fin cada familia y cada legado es un mundo pero bueno quizás como bien dice el protagonista a la hora de su muerte,aquel legado le llevara al mismisimo infierno. un saludo. TERESA.
Gracias por tus palabras Teresa, con los relatos siempre es un desafío lograr que el interés no decaiga hasta el final, así que es grato saber que tuviste curiosidad hasta las últimas palabras. Y sí, cada familia tiene su historia, sobretodo las que están por encima de las demás y tienen demasiados y oscuros secretos. ¡Un saludo!
EliminarLos pactos están para ser cumplidos y en este caso el pacto es de sangre de víctimas inocentes.
ResponderEliminar¿De verdad que el poder y el dinero desquician tanto a las personas que hace de sus existencias un auténtico calvario? Creo que no merecería la pena en todo caso.
Un relato absorbente como el mismo cuadro infernal que describes.
Saludos compañero.
Fíjate que me viene a la mente el título de una canción de Sabina, la de "Pacto entre caballeros", aunque aquí una de las partes no es precisamente eso jeje.
EliminarSobre tu pregunta, y para casos como este, siempre me acuerdo de la famosa frase que nos afirma que el poder corrompe, pero el poder absoluto corrompe aún más. Y la verdad es que me lo creo. Hay familias que por estar en la cima hacen los sacrificios que sean necesarios, sin reparar en la condena que pueda suponer para su descendencia.
Gracias por tu visita y tus palabras Francisco. ¡Otro saludo!
Me ha atrapado desde el principio y subiendo la tensión. La imagen de la mujer supcionada por el cuadro.. Terrorífica. Un abrazote!
ResponderEliminarSi te ha atrapado hasta el final es muy buena señal :) Eso buscaba con la imagen descrita, que pudiera impactar e inquietar. ¡Otro abrazo!
EliminarBuf con ese pacto que acaba arrastrando a personas que no tienen culpa.
ResponderEliminarBuena historia José Carlos, la he leído sintiendo el horror por la pobre prostituta y esa injusticia. Muy bueno ese cuadro que toma vida de sus víctimas.
Será que el dinero no tiene alma y parece que todo vale.
Un saludo
Suele pasar que cuando alguien desea estar sí o sí por encima de los demás, hace lo que sea necesario sin mirar el daño que hace. Y en este caso eso ocasionó que el primer antepasado que acordó el pacto, legó a su estirpe esta terrible obligación para seguir en el poder. El dinero termina siendo la causa de muchos crímenes, creo que por eso es tan terrorífico siempre que ocurre algo malo. Gracias por pasarte y me alegra que te gustara :) ¡Otro saludo Conxita!
EliminarSe me ponen los pelos como escarpias a medida que avanzo en la lectura… Tener miedo a las arañas en un castillo oscuro, mmhhh, mala cosa, je, je. La verdad es que ambientas la escena como nadie. Uno cree estar en un lugar tenebroso, a medio camino entre los Cárpatos de Stoker y el Londres de Jack el destripador. Además, se respira un aire que parece inspirado en el retrato de Dorian Gray, pero tú vas más allá, porque el cuadro es el mismísimo infierno de Dante. Casi se pueden ver todas esas almas en pena siendo torturadas, gritando y alzando las manos intentando salir de la pintura. Esa nueva versión del pacto demoníaco, por el que el ambicioso de turno vende su alma al diablo, tiene un nuevo nombre: El legado de Daniel Childners. Bueno, vende su alma…, o más bien la de sus vecinos, je, je.
ResponderEliminarUn relato buenísimo José Carlos, en tu línea. Además, en este género, te luces especialmente. Por cierto, no me hagas mucho caso, pero esa fantástica escena de la succión, me recuerda a la que sufre el Alien en no sé qué parte de la saga de El Octavo Pasajero, cuando en la nave se abre un orificio y todo el cuerpo del "bicho" acaba pasando por ese pequeño agujerito debido a la despresurización, je, je… ¿La has visto?
Un gusto leerte compañero. Hasta pronto. Un fuerte abrazo
Ten por seguro que cada vez que Sir Daniel baja al sótano lo hace con algo de miedo, y no precisamente por el cuadro jaja. Con esta historia quería darme el gusto de aunar terror ambiental con elementos clásicos, y ha sido irresistible servirme de castillos, carruajes y sitios lúgubres para tal fin. Así que me alegra que la lectura te haya hecho pensar en elementos de esas grandes obras que citas. De hecho te confieso que con la escena de la prostituta me sentí como si narrara una noche más para el destripador jeje.
EliminarCon el cuadro el deseo era mostrar tanto su importancia en la posición social de los Childners, como la vida propia del mismo actuando como pasaje directo al infierno, transportando una nueva alma cada año. Así que imagínate la de cuadros u otros objetos que podría haber repartidos por el mundo con tal fin. ¿Escalofriante eh? Y lo mejor creo que es la certeza que todos tenemos de que hay gente que es capaz de cualquier cosa por estar algunos peldaños por encima de los demás, eso le da un matiz más realista si cabe.
Gracias por tus palabras, siempre es un placer inmenso recibir tus críticas tan alentadoras, constructivas y positivas. Sí que me gusta este género, aunque me prodigue poco estos últimos meses jeje. Sobre lo otro, creo que es justo al final de la película, cuando Ripley está en la nave de salvamento con el alien, y lo expulsa al espacio. ¡Otro abrazo!
Muy buen relato y muy acertados los símbolos usados. Ese cuadro como ventana al infierno que, a cambio de sangre, de vida y, en cierto sentido, del alma del buen sir le concede ese regalo de un poder temporal, pero a costa de una condena eterna por su actuar. El juego de clases sociales, es parecido al de Drácula, que tuvo su origen en la visión del aristócrata como algo poderoso, alejado del pueblo, pero amenazante, siempre dispuesto a ejercer en sus dominios, un castillo, su tiranía contra la gente corriente. Un clásico. Enhorabuena!
ResponderEliminarGracias por tan buenas y alentadoras palabras David. Me entusiasmaba contar una historia de aspecto clásico, y es genial saber por comentarios como el tuyo que el cuadro y lo que sucede con él no te dejara indiferente jeje. Cada pobre víctima no sólo abandona la tierra, sino que permanece en el infierno interior del cuadro.
EliminarRiqueza, poder, ambiciones, todo es posible, sobretodo cuando alguien desea ascender tanto en el escalafón social sin importarle las consecuencias. ¡Un saludo compañero!
Hola José Carlos. Acabo de leer el relato y me parece increible la capacidad que tienes para mantener la tensión y que el lector se quede enganchado hasta el final. Aunque intuimos que esa "tradición familiar" no trae nada bueno. Me ha encantado. Enhorabuena!
ResponderEliminarUn saludo
¡Hola y gracias por tus comentarios Ziortza! Siempre es un reto el intentar mantener lo máximo posible la tensión en el texto, y la atención de quien lee. Es cierto que las migajas que hay que ir dando por el camino permiten intuir sobre algo bueno o malo que acontecerá, pero siempre se tiene la libertad de poder sorprender con ello jeje.
EliminarEspero que, aunque no tendré el factor sorpresa a la hora de contar una nueva historia sobre la familia Childners, te guste de nuevo. Gracias otra vez y un saludo :)
Después de leer los dos relatos, me falta el tercero en la época actual. Estaría genial, te invito a que lo hagas.
ResponderEliminarUn besillo.
Tienes razón, cronológicamente sería una buena forma de continuar este relato, me resulta una buena sugerencia la tuya jeje. ¡Un beso y gracias por pasarte!
EliminarParece un relato de terror gótico. Me ha recordado el tipo de historias de Poe, tipo "El péndulo de la muerte", en su version cinematográfica de "El péndulo y el pozo", creo que se titula el cuento.
ResponderEliminarAunque al protagonista e queda un pequeño resquicio de remordimientos por lo que hace, puede más el deseo de riqueza y poder.
Un relato escalofriante. Ese cuadro seguro que inspira más terror que el retrato de Dorian Grey.
Un abrazo.
Saludos Josep Mª, haces una acertada referencia a Poe. En el verano me vi unas cuantas películas de Vincent Price en adaptaciones de relatos de Poe, y la verdad es que me encantaron, casi tanto como los textos en sí. Entre eso y el aprecio que le tengo a producciones como las de la Hammer, de terror clásico, me apeteció poder rendir un pequeño homenaje al género.
EliminarAsí es, nuestro protagonista sabe que está mal lo que hace y pagará tarde o temprano por ello, pero no deja de seguir haciéndolo. ¡Otro abrazo!
Además del buen oficio narrativo que tienes, me ha resultado muy interesante la intriga que logras a través de ese oscuro influjo clásico con influencia clara de Poe y otros como Nathaniel Hawthorne (curiosamente elegiste este mismo nombre para el primogénito Childners, quizás como un homenaje).
ResponderEliminarComo decía antes, logras escenas con una descripción impecable, de las que ya otros compañeros te han hablado antes y no quiero hacerme demasiado reiterativa. Otra idea que también ya se ha comentado, pero que me parece adecuada para utilizarla en tu relato, es la de ese cuadro embrujado o que fascina a quien lo mira, en un claro guiño al retrato de Dorian Gray, pero aquí con la novedad de que también devora o succiona a quien ponga esa sangre en él.
Por supuesto la influencia de la mítica productora británica Hammer se aprecia claramente, algo que no me sorprende porque es la que más ha destacado en este género de terror.
¡Enhorabuena! compañero José Carlos, por tu trabajo tan concienzudo en esta materia del terror.
Saludos.
Una de las cosas que quería lograr con este texto, era rendir homenaje al terror clásico, tanto en la parte literaria como en la cinematográfica. Admito que conocía a ese escritor, pero el nombre del primer Childners me vino aleatoriamente a la mente, descartando en un principio llamarle "Nathan".
EliminarLa temática de los cuadros y lo sobrenatural me resulta muy interesante de leer y estimulante para crear. Un buen ejemplo es el que mencionas, o por ejemplo en el cine tenemos "Cazafantasmas 2". El último libro que leí donde aparecía un cuadro con poderes era "El retrato de Rose Madder" de S.King, y fue una grata lectura.
Qué cine tan peculiar y atractivo hacían la Hammer y otras productoras que invertían 4 duros pero lograban películas entretenidas jeje. ¡Gracias por tus palabras! Otro saludo Estrella.
El terror clásico e inglés se nota en la atmósfera de esta historia. Conforme lo leía no pude evitar pensar en ''Drácula'', y hasta no llegar al final, mi deducción principal era que se trataba de un vampiro, aunque no me convencía del todo esa deducción.
ResponderEliminarLogras mantener el misterio hasta el final, ocultándolo párrafo tras párrafo, en el que nos hablas de él pero sin llegar a revelarlo, para mantenernos en tensión y suspense. Se te da muy bien este tipo de estructuras, de narraciones, y en esta historia lo has vuelto a demostrar. Bien hecho, Compañero.
Un saludo, José.
Sí, desde el principio quería rendir homenaje a ese terror de corte más clásico pero no por ello exento de encanto. Pues ya ves, el hombre no era vampiro, aunque había sangre de por medio jeje.
EliminarCon el cuadro necesitaba guardar hasta el momento necesario algo de suspense sobre su naturaleza, así que me alegra que te haya gustado. Como habrás visto, poco tiempo después escribí una precuela explicando la historia del linaje familiar, espero que te guste.
¡Otro saludo Ricardo!