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10 de julio de 2021

Tormenta en el bosque (Parte 1 de 2)

Lo que había comenzado como una tenue llovizna, pronto se tornó en una tormenta de las grandes. Era ya de noche en el bosque, y Evelyn y su hermano Scott, quienes hacía poco habían montado su improvisado campamento en un claro junto a un riachuelo, tuvieron que correr hacia el carromato en busca de refugio, procurando armar antes un improvisado tenderete en el lugar donde estaban atados sus caballos, quienes relinchaban un tanto nerviosos por la tormenta.  

Ya en el interior del carromato, y resguardados por el techo abovedado de tela que envolvía parte del vehículo, se sintieron algo mejor, aunque quizás influyera la lámpara de queroseno que tenían encendida y evitaba que estuviesen a oscuras. Ambos tenían frío, pues, cuando su pequeña hoguera comenzaba a arder con más intensidad, lo había hecho al mismo tiempo la caída de la lluvia. Al menos Scott logró llevarse consigo el cazo donde estaban calentando un poco de sopa, y, en aquellos instantes, cuando un espectacular relámpago decoraba el cielo, él y su hermana sorbían con cuidado aquel líquido caliente que sus cuerpos acogían con agrado. 

Era algo paradójica la situación, ya que hacía apenas un día que ambos habían abandonado el pueblo donde vivían, un lugar perdido en medio de las llanuras en el cual muchos pistoleros hacían gala del salvajismo del oeste, alimentando al monstruo de la violencia a diario, entre borrachera y desenfreno. Y tras haber logrado escapar de aquel lugar, ahora se estaban enfrentando a la ferocidad de la madre naturaleza.  

La hoguera del campamento se había extinguido por completo y los relámpagos se alternaban con imponentes truenos, de esos que sonaban como si fueran a romperse los cielos. Cuando se acabó la sopa, Scott rebuscó entre las cosas a su alrededor, cogiendo dos gruesas mantas y los almohadones que usarían para hacer una cama improvisada. Evelyn abrió una pequeña caja de madera, y extrajo de la misma un revólver, asegurándose de cargarlo por si necesitaban usarlo. Aunque Scott logró dormirse con rapidez, Evelyn tenía dificultades para conciliar el sueño. La tela que cubría el techo del carromato había comenzado a filtrar el agua de lluvia, y, aunque Evelyn había colocado un cubo bajo la gotera, el repetitivo sonido del goteo la tenía nerviosa.  

Nuevos relámpagos iluminaron el cielo, y en esta ocasión los truenos vinieron acompañados de un sonido aterrador... un grito desgarrador proveniente de alguna parte del bosque. Evelyn zarandeó nerviosa a su hermano hasta despertarle, y cuando éste iba a soltar un improperio de desaprobación, un nuevo grito retumbó en el aire. Aquel sonido provocó que el chico buscase algún objeto a su alrededor para blandir como arma. Se tuvo que conformar con una pala, mientras que su hermana quitaba el seguro del revólver. Fuera, los caballos se agitaban nerviosos, sabedores de que estaba pasando algo anómalo. A la luz de la lámpara, era fácil ver el temblor que recorría el cuerpo de cada uno de los hermanos, hecho que no se debía exclusivamente a la fría temperatura.  

Un nuevo grito, más prolongado y desgarrador que los anteriores, provocó que Evelyn disparase accidentalmente el revólver. La bala acabó en el exterior del carromato, pero el olor a pólvora quedó impregnado en el interior. Scott rompió el tenso silencio de aquellos momentos: 

- Deberíamos salir afuera, parecía un grito humano- intentó mostrar una valentía que difícilmente podía parecer auténtica dadas las circunstancias, pero siguió-. ¿Y si alguien está en peligro? 

- Scott, estamos en medio del bosque, durante una tormenta que parece un presagio del día del juicio final- Evelyn dijo eso último blandiendo con torpeza el revólver sobre su cabeza-, ¿y quieres averiguar de dónde viene ese grito? Deberíamos quedarnos aquí. Estoy segura de que realmente tú tampoco quieres salir. 

- Es cierto, pero... no sé, deberíamos hacer algo. Aunque sea salir para calmar a los caballos. 

- Tal como yo lo veo- y Evelyn se puso una de las mantas sobre la espalda, para intentar entrar en calor-, lo más recomendable es que permanezcamos despiertos, por si hay que defenderse. 

- ¿Defenderse de qué exactamente? 

- No lo sé, de lo que quiera que haya por ahí fuera- en otras circunstancias, habría resultado cómica la forma en que Evelyn apuntaba con el revólver hacia el exterior, presa de un notorio temblor en su mano-.  

- Está bien- convino Scott-, no iré a ninguna parte... salvo al árbol donde tenemos atados a los caballos- y viendo la mirada desaprobatoria de su hermana, intentó cambiar su opinión-, y tú me cubrirás desde aquí con el revólver, ¿de acuerdo? 

- No sé Scott, me preocupa más tu seguridad que la de los animales.  

- Pues deberías preocuparte por ambas cosas- atajó su hermano, instantes antes de que otro relámpago iluminara el cielo-, sin caballos no podremos salir del bosque fácilmente... ¿eso quieres? 

- Está bien- Evelyn se encogió instintivamente con otra andanada de truenos, y luego intentó recomponerse-, sal ya y acabemos con esto, te vigilaré desde aquí.  

Scott rebuscó en el interior del carromato hasta dar con otra lámpara. Una vez que la encendió, y sosteniéndola bien alto, salió del vehículo, y Evelyn le pasó la pala. Si dentro tenía la sensación de estar resguardado de un temporal, ahora que sus pies iban de un charco de barro a otro, Scott se sentía indefenso y totalmente expuesto a la merced de los elementos. No le costó llegar hasta los caballos, que se agitaban nerviosos hasta que él pudo acariciarlos. El tenderete bajo el cual estaban no les protegía totalmente de la lluvia, pero era mejor que nada. Otro grito se sobrepuso a la sinfonía de la lluvia, y Scott lo sintió muy cercano, como si estuviese a la misma distancia que su hermana. Seguido al grito, pudo discernir un sonido espeluznante, que le hizo recordar al acto de partirle el cuello a un pollo. Sin embargo, esto no era igual, parecía más bien como... romper algo y luego desprenderlo de cuajo.

La irrupción de una nueva tanda de relámpagos provocó que Scott mirase nervioso a su alrededor. Entonces creyó ver algo, en una zona elevada del bosque. Parecían dos sombras, una mucho mayor que la otra. La más grande, cuya altura parecía alcanzar cuatro o cinco metros, sostenía en el aire a la otra, la cual se asemejaba al tamaño que podría tener un hombre adulto, y era como si... se la estuviera comiendo. Con el fogonazo de un nuevo relámpago, y el horror de una visión infausta, Scott creyó ver cómo de la gran sombra sobresalían varias extremidades que ondeaban al viento, y que habían atraído hacia el cuerpo grande a la sombra pequeña.  

Casi sin pensarlo, y deseando que su imaginación estuviese jugándole una mala pasada y todo fuera producto de una sugestión, Scott dejó caer la lámpara y la pala en el suelo y se alejó corriendo de allí hasta el carromato. En su huida, no logró escuchar el impacto de algo pesado cayendo al riachuelo, algunos metros por encima del lugar donde estaba el campamento, en el cual había visto aquellas sombras. Evelyn preguntó si había visto algo tras el último grito, y él dijo que no, recostándose sobre una almohada, y temblando sin parar hasta que el sueño pudo con él.  

Evelyn no logró calmarse, sabía que su hermano sí que había debido ver algo. Pero no quiso molestarle en aquel estado de inquietud. A fin de cuentas, ella estaba más asustada que nunca. Así que se quedó vigilante con el revólver dispuesto para ser usado, y al final ella también se quedó dormida al cabo de un rato. Los caballos volvieron a inquietarse durante un buen rato, pero progresivamente se resignaron a su suerte, mientras la tormenta mantenía su intensidad. Y como suele suceder con todas las cosas, nada es eterno, y la tormenta y la noche dieron paso a un nuevo día. 

Scott fue el primero en despertarse. Lo hizo un tanto asustado, por si lo que había creído ver horas antes, era tan real como la vida misma. No obstante, de momento no encontraba motivos para inquietarse. Comprobó con agrado que no había más ruido a su alrededor que los sonidos propios del bosque, y que la tormenta ya era un suceso pasado. Cercano y espeluznante por lo que pasó, pero acontecido horas atrás. Pero por si acaso, cogió el revólver que su hermana había dejado caer al suelo al quedarse dormida. Lo sostuvo en alto, y asomó la cabeza fuera de la tela del carromato, observando en todas direcciones.  

Aunque la mañana estaba nublada y el aire olía a humedad, era agradable tener algo de luz natural para observar todo con detalle. Los caballos estaban tranquilos, lamiendo agua de un gran charco que había bajo sus patas. Más confiado, Scott salió de un salto del carromato, no sin dejar de sostener el revólver. Extrajo de un tonel algo de comida para los animales, y se acercó a ellos, ofreciéndoles su desayuno. En esas estaba él cuando, tras mirar en la dirección del riachuelo, lo vio. Todo su ser sintió una oleada de terror, haciendo que los recuerdos de la noche pasada aflorasen a su mente. Y gritó. Lo hizo con una fuerza y una desesperación tan notorios que Evelyn salió disparada del vehículo, a pesar de que tenía los ojos medio cerrados. Entonces ella siguió la dirección en la que miraba su hermano, y también lo vio: un cuerpo decapitado, atrapado entre rocas en una porción del riachuelo.

(Podéis leer aquí la continuación)

2 comentarios:

  1. Vamos a ver que pasa en la continuidad. Ya que algo hay en ue puede hacer daño a los protagonistas. Un abrazo.

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    1. Saludos Mamen. Sí, te aseguro que para ellos las emociones fuertes no han terminado jeje. Otro abrazo y gracias por pasarte.

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