Hay familias en las que un mismo trabajo acaba
siendo el sustento de diversas generaciones. Ese hecho se había confirmado una
vez más en el caso de Melvin, el último descendiente de la familia Crafter.
Corría el año 1878, y Melvin se acababa de instalar en un pequeño pueblo situado
cerca de Dodge City. Sólo se quedaría un año, ya que nunca sobrepasaba ese
tiempo en los lugares donde vivía y trabajaba.
En lo profesional, Melvin se regía por dos grandes
consejos que le había dicho su padre en repetidas ocasiones, y que a su vez
éste había oído a su padre, y así con cada miembro de la generación familiar.
El primer consejo decía que “Un cliente
muerto nunca se queda insatisfecho”. Y era cierto, Melvin nunca había recibido
una queja de su clientela desde que empezó a trabajar como enterrador y
funerario desde hacía 20 años.
Si alguien hubiera interrogado a cada antepasado de
Melvin dedicado al negocio, habría obtenido jugosas confesiones. Y es que
trabajar lucrándose con la muerte permite ver mil y una maneras de morir,
sobretodo porque en la profesión se intentan adecentar por última vez infinidad
de cadáveres, cada uno llevado ante los funerarios en unas u otras condiciones.
Sin contar con el hecho de que a veces los difuntos no llegaban enteros,
pareciendo piezas de un rompecabezas incompleto.
Pero eso era lo maravilloso del trabajo, que nunca
faltaba clientela. Y Melvin se encargaba de aplicar cada día de su vida el
segundo consejo de su padre: “No te quedes
expectante a una nueva aparición de la muerte, encárgate de que ello suceda.
Para ganar hay que invertir”.
Es por eso que, en cada nuevo pueblo al que se
trasladaba, Melvin buscaba a alguna persona que por unas monedas y un poco de
alcohol, le ayudara a crear enemistades entre los habitantes, dando pie así a
abundantes tiroteos y peleas a cuchillo entre cada vaquero, forajido, colono o
comerciante que viviera o pasara por el pueblo. Porque lo mejor de todo, era
que siempre había alguien que pagara el entierro del desgraciado que hubiera
muerto. Siempre, ya fuese por culpa, caridad cristiana, o simplemente para que
las calles no apestasen a carne descomponiéndose al sol.
Un año era el tiempo máximo que Melvin se podía
quedar en un lugar sin que descubrieran su particular modo de conseguir
clientes. Sólo cuando empezó en el gremio cometió la imprudencia de quedarse
dos años en un mismo sitio, y casi le cuesta la vida cuando algunas personas se
dieron cuenta de lo que pasaba.
Pero aquí se encontraba ahora, en un nuevo pueblo
con el que enriquecerse. Ya había enviado a su nuevo ayudante a realizar su
cometido, y pronto disfrutaría de los mejores sonidos posibles para escuchar durante
el día o la noche mientras paseaba por las calles: disparos de revólver y
gritos de agonía. Qué placeres tan agradables para el oído, sobretodo porque
anunciaban la captación de nuevos clientes.
¿Era inmoral apreciar esas cosas? No mucho más que
un barbero que odiara a los que nunca se afeitaban, o un barman que detestara a
la gente que pidiera un poco de agua. A Melvin no le servían las personas
vivas, y tenía que mirar por su negocio, por el negocio familiar. Por eso se
frotó las manos cuando empezaron a llegarle cuerpos con los que trabajar. Le
quedaba todo un año por delante, y el futuro se antojaba maravillosamente
oscuro y lleno de guadañas en acción. ¿Qué iba a hacer Melvin si le gustaba su
profesión?
El lucrativo negocio de las funerarias, y en manos de un gañán como Melvin, a quien le encanta su oficio, y no duda en usar malas artes para tener trabajo en abundancia.
ResponderEliminarRegresas al viejo oeste con este relato que he disfrutado por su fluida y clara narración. A partir de una idea construyes un cuento, con precisión y elegancia. Entretenimiento con buen gusto.
Un placer de lectura José Carlos.
¡Abrazo, compañero de letras! ;)
Estoy seguro de que el mundillo de las funerarias daría para multitud de historias oscuras y de este tipo. Melvin es todo un ejemplo del trabajo por objetivos, sobretodo obedeciendo las directrices heredadas jaja. Tenía ganas de volver al género y ha sido divertido hacerlo desde esta perspectiva.
EliminarUn placer leer tu comentario Edgar, otro abrazo.
Ja, ja, ja,... Amigo José Carlos, tu relato es de un humor negro insuperable. Felicidades.
ResponderEliminarNuestro protagonista, como el especialista en pinchazos que tira clavos a la carretera o el vendedor de productos antipiojos que espera a la salida de un colegio con su desagradable cargamento de liendres, no hace más que velar por su negocio, haciendo lo que está en su mano para perpetuarlo. "No es nada personal, sólo negocios", que diría el joven Corleone.
Escribes con maestría y nos convences de la ausencia de maldad de Melvin, al que defiendes como el mejor de los abogados (¿acaso eres tú el llamado "pistolero"?), explicando que el joven, simplemente, adora su trabajo.
Mucha suerte en el concurso, amigo. Te deseo lo mejor.
Un abrazo.
Muchas gracias Bruno, me alegra ver que el humor funerario ha calado en el relato jeje. Tus ejemplos son geniales, ilustran bien esa necesidad de mantener en funcionamiento el negocio, por lo civil o lo criminal jeje. Eso mismo diría Corleone, se habrían llevado bien estas familias.
EliminarHabía que dotar de cierta humanidad a Melvin, y pensé que el mejor modo de ello era hacer que al menos se planteara la dudosa moralidad de su proceder, sobretodo cuando es algo para lo que le educaron desde pequeño. Y no, lamento decir que no soy el pistolero de aquel relato jeje.
Suerte a ti también compañero, te deseo lo mismo. ¡Otro abrazo!
Pues miren a Melvin, que no sólo disfruta de su oficio sino que colabora con el mismo para conseguir la materia prima. Y se nota que le causa placer hasta en los cuerpos que llegan incompletos.
ResponderEliminarSalvando alguna virtud al joven, si todos trabajaran con ese placer ningún país seria sub desarrollado jajaja.
Ágil narración con escenario en el lejano oeste que te gusta tanto, aprovechando al sepulturero del pueblo que nunca falta en los westerns. Excelente leerte como siempre JC! Besosos
Ese es Melvin, un tipo dispuesto a lo que sea para no quedarse de brazos cruzados. Entre todos sus ascendientes y él deben de haber preparado cuerpos en cualquier estado jeje.
EliminarLo cierto es que si cada persona se tomara de esta forma y tan en serio su trabajo, el índice diario de mortalidad sería preocupante jaja.
Larga vida (aunque Melvin vaya contra eso) al western :) ¡Besos!
Un nuevo relato familiar con un opíparo negocio basado en la más absoluta indiferencia de la vida ajena, incluso diría una cínica forma de exterminio masivo con certificado de "calidad y servicio público". Menos mal que los gastos de desplazamiento y apertura del negocio temporal y ambulante, eran lo único que ponía en riesgo dicha canallada, pero por lo demás está clarísimo que debía ser formidable su "oficio" de enterrador.
ResponderEliminarLa ambientación está lograda y solo falta escuchar el sonido de las balas de fondo...je,je,je
Un placer disfrutar de tu narración fluida, amena y esa fina ironía que lo acompaña, compañero de letras José Carlos. Te deseo mucha suerte en el concurso.
Saludos.
Sí, últimamente escribo sobre familias con oscuros legados o negocios, me has pillado jeje. Podría considerarse a Melvin como un trabajador tan profesional que se extralimita en el curso de la vida de sus clientes, esperemos que no haya muchos así en la vida real. Sobre los sonidos tienes razón, deberían aparecer disparos y el graznido de los cuervos para asignarle ese tono de presentación a Melvin jeje.
EliminarGracias por tus palabras, me alegro de que te gustara esta peculiar versión de la vida en las funerarias. Suerte a ti también, un saludo Estrella.
El negocio es el negocio y el dinero llama al dinero. Si hay que sembrar el pueblo de cadáveres se siembra para que la recogida ea fructífera. Lo peor será que Melvin no podrá abrir sucursales en ningún pueblo y su vida será la del nómada errante.
ResponderEliminarUn relato muy original ambientado donde los muertos no faltan.
Suerte y abrazos.
Eso mismo podría decir Michael Douglas en Wall Street jeje. A su manera Melvin es un agricultor de la muerte, ya que se encarga de sembrar las semillas del rencor y la rivalidad, y recoger la fruta ya caída. Has acertado, no montará ninguna franquicia, aunque cada trabajo tiene sus inconvenientes jeje. Suerte a ti también compañero, otro abrazo.
EliminarMuy bueno ese negocia familiar que no de quiebra, aunque tenga que provocar que algunos maleantes peguen tiros o armen bullas para que haya cadáveres que enterrar. Estupendo relato escrito como solo tu sabes hacerlo. ¡Suerte compañero! Un abrazo
ResponderEliminarHay negocios cuyo funcionamiento da para pensar que en algún lugar funcionen así, como las funerarias o los laboratorios que siempre tienen las curas para nuevas enfermedades que han aparecido. No creo que los agentes de la ley le tuvieran mucho aprecio a Melvin si supieran cómo es jeje. Gracias por tener siempre palabras tan buenas para mis textos. Suerte a ti también, leí tu texto y me faltó comentarlo, cosa que subsanaré :)
Eliminar¡Otro abrazo!
Qué bueno José Carlos! jiji
ResponderEliminarSe nota que Melvin se involucra y disfruta del trabajo, y que no le pesa que el negocio haya sido heredado, lo que sí creo acertado es que cada año tenga que desparecer, más que nada para dejar algún que otro habitante, jeje ;)
Un relato muy simpático, Felicidades!
Suerte, compañero! :)
Un abrazo.
No puede negarse que es una persona totalmente entregada a la profesión jaja. Le viene bien que el negocio fuese heredado, porque así no se culpa tanto de los métodos que ha de emplear. Y tienes razón, no sólo ha de huir para que no le trinquen, sino también para dejar que la población crezca un poquito jeje. Gracias por tus palabras tan entusiastas.
Eliminar¡Suerte a ti también con el "pack" mortal, otro abrazo!
Muy bueno. Todo el mundo tiene que buscarse su forma de marketing, y Melvin había encontrado su manera. El dinero es el dinero, y el trabajo fundamental.
ResponderEliminarGenial.
Un abrazo.
Eso eso, viene bien que alguien defienda al pobre Melvin jeje. Bueno, bromas aparte, cada gremio se encarga de paliar las posibles épocas de vacas flacas. Otro abrazo y suerte para el concurso :)
EliminarTodo un Leland Gaunt del lejano oeste este Melvin. Hay que avisarle que la tienda de Cosas Necesarias no llegó al año, que no se confíe.
ResponderEliminarSaludos.
Fíjate que hasta tu comentario no me había acordado de esa fantástica historia de King. La película me gustó, me queda leer el libro que también lo tengo. Al final por unas cosas o por otras, el tiempo que puede durar esta particular forma de vida en un mismo lugar es limitado, no todo iban a ser cosas buenas jeje. ¡Otro saludo!
EliminarMelvin era un gran comercial ya en el viejo Oeste. Gran sentido del humor negro en tu relato que me ha llevado a reflexionar sobre ese negocio que sigue siendo tan actual en el que nunca faltan clientes.
ResponderEliminarUn saludo
Pues sí, la familia de Melvin ha dado grandes hombres y mujeres de este tipo durante generaciones. El lejano oeste era una época donde no hacía falta malmeter mucho para que hubiera sangre, pero Melvin estaba encantado de meter cizaña. Creo que lo espeluznante que puede tener la lectura del relato, es la posibilidad de que esto suceda en la vida real...
Eliminar¡Un saludo!
Interesante historia. No hay negocio sin inversión. Ese Melvin no tiene ningún escrúpulo y disfruta de lo que hace.
ResponderEliminarMuy buen relato, José.
Toda la razón Mirna, en los negocios se necesitan hacer inversiones, y Melvin las hace encantado aplicando el aprendizaje familiar jeje. ¡Gracias por comentar y un saludo!
EliminarMe he reído bastante con tu relato JC, y me ha encantado. Destilas humor negro y cinismo en cada una de sus palabras, logrando que sea divertido pese a las cabronadas del bueno de Melvin, que ama su profesión más que la vida de todos cuanto lo rodean. Como decía María, el Marketing es una herramienta poderosa y gracias a los consejos familiares, el porta los usa a destajo, jeje. Mucha suerte en el concurso JC! ; )
ResponderEliminarPobre Melvin jeje, tiene que continuar con el negocio familiar y ha de seguir los consejos paternos, cueste lo que cueste y pase lo que pase. Creo que la mejor forma de hacer ameno el texto era inyectándole esa clase de humor asociado a la muerte y las funerarias, así que me alegra haber acertado jeje. Desde luego el problema de Melvin nunca será su falta de implicación. Gracias por tus palabras y suerte a ti también Ramón ;)
EliminarOriginal y amena la forma que has elegido para contar esta historia de alguien que "ama" su oficio, uno de tantos oficios que existen en la sociedad en que vivimos. Me ha gustado mucho la prosa cuidada con que lo haces. Lo he disfrutado, José. Me alegro de haber conocido tu sitio, prometo volver por aquí. Con respecto al concurso te deseo ¡Mucha suerte! Un abrazo.
ResponderEliminarAriel
Gracias por tan amables palabras. Sin duda Melvin es un enamorado de su oficio, y ve natural la forma de asegurarse el sustento, de ahí que finalmente no lo considere inmoral en comparación con otras cosas. Me alegra que tu primera visita por aquí te haya deparado gratas sensaciones, pásate siempre que quieras, hay relatos de variados géneros. Suerte en el concurso a ti también, ya por lo pronto nos permitió descubrir nuestros espacios para visitar. ¡Otro abrazo!
EliminarDesde luego a este tipo nunca le van a faltar clientes, especialmente si fuerza enemistades que agilicen el camino al otro barrio, je,je. Muy chulo, compi. Y requete bien narrado. ;)
ResponderEliminarUn besote. =)
Lo cierto es que no, el problema nunca será la falta de clientela jeje. Me alegra que te gustara Sole, gracias por tus buenas palabras. ¡Otro beso!
Eliminar¡Diablos con Melvin! Buen relato, donde lo oscuro y el humor bailan perfectamente coordinados. Muy bueno.
ResponderEliminarFíjate que este hombre tendría cabida en el mundo de Sigfrido jaja. ¡Gracias por tan buenas palabras Miguel Ángel, un saludo!
EliminarQué historia más buena y, a la vez, divertida. No deja de tener su parte positiva o, por lo menos, práctica. Porque, seamos sinceros, el hombre solo anticipaba lo que, tarde o temprano, acabaría ocurriendo. A fin de cuentas, en esos pueblos se masticaba la violencia. Cuatreros y buscapleitos campaban a sus anchas. ¿Qué hay de malo en darle un empujoncito a la Parca para que haga su trabajo por adelantado?
ResponderEliminarMe alegro haber vuelto por estos lares.
Un abrazo.
Qué grato es leer opiniones de este tipo. Melvin disfruta de su trabajo y a fin de cuentas en aquella época bastaban un par de palabras ofensivas para que se liara un tiroteo, así que tarde o temprano habría tenido faena para el negocio jeje. No me cabe duda de que el día en el que le llegue a Melvin su momento, la Parca le dará un trato especial jeje. Un placer recíproco haber recuperado el contacto, ¡Otro abrazo!
EliminarExcelente consejo el del padre! Original relato. He pasado un buen rato leyendo tu historia. Muchas gracias José Carlos
ResponderEliminar¡Hola y bienvenida a la burbuja Elena! Gracias a ti por tu visita y por tan buenas palabras hacia el relato. Pásate siempre que quieras :) ¡Un saludo!
EliminarMelvin me recuerda a uno de los villanos de los comics EC que solía leer durante mi infancia. El final perfecto sería una venganza a su medida; ya que él se encargaba de sembrar la muerte por todo el oeste, debería de recibir una muerte acorde a su condición.
ResponderEliminarEs una buena interpretación, sobretodo si aplicamos aquello de que uno tarde o temprano recogerá lo que sembró jeje. Quizás un día descubran a tiempo que es el causante de muchas muertes y le acribillen a balazos o le ahorquen. En cualquier caso, la muerte le llegará, como a todos. ¡Un saludo!
EliminarEstupendo relato corto amigo José Carlos. Me gusta el humor negro que lo impregna y el ambiente que le has dado. El western, con todos su duelos, batallas y quitas, es un género que le va que ni pintado a tu historia. La verdad es que, este tío sí que ha tenido que ver "Mil maneras de morir", je, je. Muchas de ellas hasta se las habrá inventado él. Podría llamarse incluso "El enterrador de pueblos". Y lo mejor de todo es que, encima ni se manchaba las manos con una muerte ajena... salvo que, al final, para que no se descubriera su secreto, les diera él mismo pasaporte a sus oportunos "ayudantes", ja, ja.
ResponderEliminarUn placer leerte, compañero. Hasta la próxima
Gracias por una nueva visita y nuevos comentarios tan alentadores. Me apetecía volver al género y darle un enfoque más cínico. Hay que tener en cuenta que los enterradores tenían breves o simbólicas apariciones en las pelis de vaqueros, así que tarde o temprano se merecían un retrato jeje.
EliminarRara será la muerte que no hayan visto en la familia, no te falta razón jaja. A su manera es como el famoso "hombre alto" de las películas de Phantasma, que iba dejando pueblos desiertos a su paso. ¡Hasta la próxima!
Muy original, José Carlos, un auténtico enviado de la muerte con ese punto lucrativo. Te felicito, compañero.
ResponderEliminarAbrazo!!!
¡Hola compañera, cuánto tiempo! Gracias por tus palabras, ya sabes que tu relato también me pareció muy original :) ¡Otro abrazo!
EliminarUna historia divertida con tintes oscuros, contextualizada en el salvaje oeste. Y quien crea que este relato no es salvaje, es que no lo ha leído bien. Un enterrador que, guiado por dos sabios consejos de su padre, provoca muertes para que nunca le falte trabajo. Dejando a un lado la moralidad, es un buen negocio y muy bien llevado. El hecho de enfrentar a los habitantes del pueblo me recordó a ''La tienda'' de Stephen King, por lo tanto, este relato es como una visión westerniana y nada fantástica de esa novela.
ResponderEliminarUn saludo, José.
Esta historia es un ejemplo de esas veces en las que uno quiere aportar un toque diferente al género del western, al menos diferente en cuanto a lo trabajado antes. Por eso me apetecía ambientar en esta época una historia con esa pregunta final tan inocente si no se conocieran los hechos anteriores jeje.
EliminarDesde luego Melvin aportaba su granito de arena al salvajismo imperante a su alrededor jeje, otra cosa no pero le hacía caso a las enseñanzas de su padre y era un hijo aplicado. Esa historia de King por ahora sólo la he visto en película, tengo pendiente leer la novela, pero sí que pensé en ello una vez publicado este texto.
Me alegra que tras tanto tiempo te sigan gustando mis historias. ¡Un abrazo Ricardo!