Nota introductoria: Aunque este texto puede leerse de manera independiente, la anterior aparición de Windor, en la que cuento su llegada a Trascania, tuvo lugar en el microrrelato "Windor llega a Trascania" (para leerlo, clickad en el título).
Este texto que podéis leer a continuación, retoma la historia de Windor desde que llega a Trascania, hasta su acercamiento al castillo, donde espera su turno de ser entrevistado para el puesto vacante de consejero real...
Mi nombre es Windor
Cada vez que uno de los magos de la cola se adentraba en el interior del castillo, la expectación de los demás por ver el estado en el que salía era tan palpable como morbosa. Y Windor no era una excepción a la actitud de sus demás compañeros de profesión. De haber rondado por aquella zona un vendedor de palomitas, habría sacado unos beneficios increíbles en ventas.
Uno a uno, los aspirantes al puesto de consejero que
salían del castillo mostraban un estado diferente pero con un denominador
común: el fracaso. Windor había observado fascinado como un mago abandonaba el
recinto con su casco de tortuga roto en dos pedazos, pero no era el único
desafortunado. Otro de los magos salió con su casco intacto pero haciendo
movimientos típicos de un borracho incapaz de andar en línea recta. También
hubo otro que salió corriendo del castillo mientras un perro intentaba
mordisquear su trasero. Por suerte para Windor, el perro estaba tan centrado en
su objetivo, que desapareció de la vista de todos los allí presentes para
seguir persiguiendo a su presa.
Cuando el mago que iba delante de Windor fue llamado
para su audiencia con el rey, nuestro protagonista se temió lo peor, porque el
siguiente iba a ser él. Se dio la vuelta y comprobó que además iba a ser el
último aspirante al puesto, ya que no había nadie más. Sólo quedaban él y los vendedores,
y éstos estaban jugando a las cartas ante la falta de clientela. Un pensamiento
esperanzador apareció en la cabeza de Windor, ya que la falta de más candidatos
al puesto, y los aparentes fracasos de los que se habían marchado, auguraban
que la competencia se había reducido ostensiblemente. De hecho el asunto
quedaba entre él y el que estaba dentro del castillo en ese momento.
Para matar el tiempo hasta que llegara su turno, y
de paso amansar sus crecientes nervios, Windor sacó la varita de su túnica, e
intentó practicar un hechizo. Cogió una piedra del suelo, y pronunció unas
palabras al tiempo que movía su varita en dirección a la piedra que sostenía en
su otra mano. Hay que decir que la intención del mago era la de convertir dicha
piedra en un mono de juguete, de esos que tiene un par de platillos y los
golpea efusivamente. Pero la piedra se convirtió en una paloma, y Windor la
soltó tras recibir varios picotazos. Entonces la paloma sobrevoló la mesa sobre
la que jugaban los vendedores a las cartas, y se cagó en la cabeza de dos de ellos,
decorando de un color blanquecino sus negros cabellos. Los vendedores tiraron
con furia sus cartas y se dedicaron a intentar cazar a la paloma. Una cosa era
cierta, y es que Windor había logrado entretenerse con el espectáculo.
Tras unos minutos más de espera y diversión, pues la
paloma esquivaba con facilidad los objetos que le lanzaban los vendedores, el
mago que precedía a Windor salió del castillo, y parecía muy contento. De hecho
Windor pensó que ya no iba a ser necesaria su entrevista con el rey, hasta que pudo
advertir un detalle que renovó sus esperanzas: toda la ropa del mago estaba
ennegrecida y echaba humo, incluido su casco de tortuga. Aquel tipo era el
equivalente humano a una tostada de pan que se hubiera calentado demasiado
tiempo. Aprovechando la circunstancia, el vendedor de ataúdes se preparó para
abordar al mago humeante. Entonces Windor fue llamado desde la distancia por un
soldado del castillo, y tras asegurarse de que su barba seguía bien colocada,
se encaminó hacia el soldado.
A medida que Windor se adentraba en el castillo, se sentía
tan feliz como una persona que va a la selva y acaba en la marmita de una tribu
caníbal, cociéndose a fuego lento. No ayudó en nada que se escucharan unos
ladridos a sus espaldas, y que el perro de antes reapareciera portando un
enorme trozo de túnica en su boca. Instintivamente, Windor se protegió el
trasero con ambas manos, mientras el perro caminaba a su lado. El soldado que
iba delante suya no parecía inmutarse lo más mínimo con la escena. A Windor le
fue inevitable lanzar la pregunta pertinente:
- Disculpe, ¿es muy normal todo lo que pasa por aquí?
El soldado se paró un momento, se dio la vuelta, y tras
ordenar al perro que se sentara, le respondió a Windor:
- Esto no es nada, he visto cosas peores.
- Esa respuesta no me inspira mucha seguridad la
verdad.
- Amigo, si quiere una vida tranquila se ha equivocado
de castillo y de reino. Incluso ha escogido la profesión equivocada. Pero si le
van las emociones fuertes, ha venido al lugar idóneo.
- Bueno…mi sueño siempre ha sido ser consejero de un
rey, y por algún sitio he de empezar.
- En tal caso, sígame, estamos cerca de la sala de
audiencias.
Ambos reanudaron la marcha, mientras el perro se
quedaba allí parado y orinaba sobre el trozo de túnica que había arrojado al
suelo. Windor supo que estaba a unos metros de la sala de audiencias tras ver a
varios soldados más apostados en la puerta. Éstos la abrieron tras ver a su
acompañante, y un heraldo apareció y se acercó para preguntarle a Windor el nombre
con el que debía anunciarle, así como datos de interés sobre su vida laboral.
Una vez que el heraldo obtuvo la información, volvió al interior y empezó a
anunciar la llegada del mago. Tras recibir una indicación, y antes de moverse, Windor
inspiró aire con tanta torpeza que estornudó varias veces. Se limpió la nariz
con un pañuelo que sacó de la túnica, y caminó al interior de la sala.
La sala de audiencias era enorme, y además había
mucha gente en su interior. Aunque el trono del rey estaba situado al final, en
un lado de la estancia había una orquesta de músicos que limpiaban sus
instrumentos, y en el otro se encontraban instaladas varias mesas con distintos
trabajadores, donde Windor distinguió un abogado que estaba rodeado de enormes
libros de leyes, así como un contable que apilaba monedas de oro y tomaba anotaciones,
y por último una vidente, que limpiaba varias bolas de cristal situadas sobre
su mesa. A medida que se acercaba al trono, iba definiendo mejor la figura de
su posible jefe, que estaba de pie y con los brazos cruzados. El rey era un
tipo rechoncho, con larga melena, y una estatura media, similar a la de Windor.
Su vestimenta era muy elegante, y su corona brillaba tanto como los ojos de un
borracho cuando el tabernero le invita a una copa.
A un lado del rey estaban situados su ayudante de
cámara y el heraldo, y al otro un elfo, que se presentó ante Windor como Letrinus,
el asesor laboral del rey. Tras la presentación, le cedió la palabra a su jefe,
el cual se presentó:
- Hola Windels, soy Berinio, rey de Trascania.
- Me llamo Windor majestad.
- Si vas a corregirme Windels- y el rey le señaló con
un dedo acusador-, mal empezamos. Los anteriores candidatos al puesto han
demostrado ser unos inútiles, ¿qué te diferencia a ti de ellos?
- Verá majestad, mi sueño siempre fue ser mago, y
posteriormente consejero, y para ello he trabajado desde muy pequeño de forma
incansable. Fui aprendiz de sastre antes de licenciarme en la universidad
mágica, y luego me dediqué a animar fiestas de cumpleaños y dirigir una
orquesta invisible. Así que a mis habilidades mágicas se le suman estos
variados oficios. Eso me distingue de los demás, no siempre he sido mago, y he
aprendido otras cosas hasta llegar aquí.
- Interesante Windels- el rey parecía gratamente
sorprendido-, es cierto que tengo varios sastres para confeccionar mis
vestimentas, un grupo de bufones para animar mis celebraciones, y una orquesta
para tocar música que deleite mis oídos, pero siempre está bien tener en nómina
un consejero que pueda hacer todo eso cuando no tenga a mano a los demás.
¿Sabes dar buenos consejos?
- Como le dije, me llamo Windor. Sé dar consejos-
Windor recordó el anuncio de trabajo, donde se mencionaba que el aspirante
tuviera tolerancia para soportar que sus consejos no fueran tenidos en cuenta-,
pero usted ha de ser quien juzgue si son buenos o malos majestad.
- No vuelvas a corregirme Windels. ¿Qué opinas de este
hombre Letrinus?
- Bueno majestad- y el elfo asesor laboral observó
detenidamente a Windor-, no cabe duda de que es un tipo de lo más variopinto.
No sé si anima bien los eventos, ni si sabe dirigir bien una orquesta, pero es
evidente que si fue aprendiz de sastre, puede haberse confeccionado esa
esperpéntica vestimenta, la cual habrá que reemplazar si se le contrata. Por
otra parte- y Letrinus se acercó a Windor y dio una vuelta a su alrededor-,
tiene una barba que me inspira confianza. Pienso que un mago sin barba inspira
tanta seguridad como un fumador enfermizo rodeado de barriles de pólvora.
Además, tiene una estatura similar a la suya majestad, por lo que fácilmente
podrá lanzarle objetos que acaben en su cabeza, y ya sé lo que eso os divierte.
- Oh- el rey se mostraba sonriente ante ese último
comentario de Letrinus-, sin duda es un gran placer ejercitar mi brazo con ese
deporte. ¿Tienes una cabeza dura Windels?
- Por tercera vez majestad- dijo el mago visiblemente
enojado-, soy Windor, no Windels.
- Windels, Windy, Windolón…el rey soy yo y te llamaré como
me salga del real miembro, salvo que quieras salir por la puerta del castillo
tan mal como los otros aspirantes, ¿lo has entendido insolente?
Eso fue la gota que colmó el vaso. Windor perdió de
repente todo temor hacia el rey o lo que pudiera pasarle, y estalló en un
acceso de furia. Una cosa era que sus condiciones laborales pudieran ser tan
beneficiosas como meterse en un lago infestado de pirañas, pero eso es algo que
Windor consideraba como parte del juego hasta adquirir más experiencia, y por
eso lo aceptaba. Pero no iba a tolerar esa burla hacia su nombre. Uno de los
días más felices de su vida, había sido aquel en el que mencionaban su nombre
para subir a recoger su título de mago. Y había trabajado mucho para ser Windor
el mago, aunque su alojamiento en la posada de Trascania le añadiera el
calificativo del mago inepto.
Así que, tras sacar su varita y agitarla en el aire,
le gritó a Berinio el rey:
- ¡¡¡Me llamo Windor!!! ¡¡¡ W- I- N-D-O-R!!!
Entonces, la varita hizo temblar toda la sala de
audiencias. Windor sólo quería hacer aparecer una bota gigante que pateara el
trasero del rey, sabiendo que eso podría acabar con sus aspiraciones laborales
e incluso premiarle con una estancia privilegiada en las mazmorras, pero logró
un terremoto tan poderoso, que surtió un efecto beneficioso para él, asustando
a todo el mundo allí presente, rey incluido. Esto lo comprobó una vez que el
temblor cesó, y el Berinio y Letrinus pronunciaron al unísono las siguientes
palabras:
Bueno, amigo José Carlos. Al fin ha obtenido el bueno de Windor su audiencia con el rey Berinio, y su ineptitud como mago, al fin, le ha resultado útil.
ResponderEliminarMe he divertido mucho con las desventuras de Windor, en especial con esos detalles que introduces tan surrealistas, como la paloma que se caga en los vendedores o las del perro perseguidor de aspirantes.
Espero la siguiente entrega con muchas ganas.
Un abrazo.
Pues sí Bruno, Windor está empezando a materializar su anhelado sueño laboral. Queda por ver si luego mantiene su ilusión o le aborrece esa nueva situación, pero su ineptitud le ha venido bien nuevamente jaja.
EliminarCon este personaje busco más que con ningún otro el efecto cómico pero también diferencial, por eso me gusta añadir esas escenas surrealistas que has mencionado, porque sin ellas no dejaría de ser un relato más sobre un mago, por peculiar que éste fuera. Así que es muy bueno leer por comentarios como el tuyo que logro divertir a quienes seguís al bueno de Windor en cada aventura :)
Espero sorprenderte de nuevo con la próxima. ¡Otro abrazo!
La fortuna le sonríe al pobre Windor, ¡vamos a ver cuánto dura esta dicha!
ResponderEliminarExacto Kéllyta, empiezan a salirle bien las cosas, esperemos que le dure todo esto lo necesario para aprender más del oficio y seguir creciendo como mago. ¡Un saludo!
EliminarYa sabes lo importante que es narrar las cosas de un modo que puedan hacer más sensorial la lectura, no siempre se consigue es cierto, pero cuando se logra transmitir tensión, nervios, ansiedad, etc... es algo que reconforta mucho. Por eso en esta entrega había más tensión que en las anteriores, era un paso importante para él. Pueden explotarle laboralmente y él lo aceptará, pero le tocaron la fibra con su nombre jeje.
ResponderEliminarSobre tu pregunta, como su intención era hacer aparecer esa bota gigante, de haberlo hecho así habría enfurecido al rey, pero al salirle las cosas al revés, con el temblor demostró su poderío (ibas bien encaminado) asustando al rey, y eso hizo que ya no quedaran dudas sobre su valía para el puesto.
¡Un saludo y gracias por pasarte y comentar!
¡Excelente! Muy simpática la forma de narrar este pasaje. Ahora, a esperar la siguiente entrada de Windor el mago.
ResponderEliminar¡Gracias Miguel Ángel! Una de las claves para evitar que ésta fuera una historia más de magos era potenciar el humor hasta rozar o sobrepasar lo absurdo jeje. Será un placer avisarte de las novedades. ¡Un saludo!
Eliminar¡Oh, qué interesante! Y ha sido divertido por sobre todo xD el mago humeante me encantó. No había leído nada de Windor, pero ahora, me estaré pasando por los otros relatos.
ResponderEliminar¡Cuidate!
Bye!
Hola y bienvenida a la burbuja Roxana. Me alegra que te haya resultado divertida la narración y te rieras leyendo las peripecias de Windor. Con suerte cada vez que veamos una tostada chamuscada nos podremos reír acordándonos de ese mago jaja.
EliminarEspero que te gusten los capítulos anteriores. ¡Un saludo!
Interesante, este mago al fin se ha hecho respetar aunque solo sea por defender su nombre, eso dice mucho de él, que no todo le vale y en este caso. ser tan desastre con la magia le han ido de fabula, mucho mejor ese embrujo que le salió por casualidad.
ResponderEliminarUn saludo
Exacto, aunque está dispuesto a ser toreado en otras cuestiones, el orgullo personal ha salido a la superficie en lo referente a su nombre, y de qué manera jeje. Llega un punto en el que hay que pensar si cuando los hechizos le salgan bien, le producirán resultados tan favorables jaja.
Eliminar¡Un saludo Conxita!
Jaja muy bueno!! Al menos esta vez las desastrosas hazañas del mago le han obsequiado con el trabajo que deseaba, en vez de liarla de manera incorregible. Me ha encantado, a ver con qué nos sale Windor en el próximo capitúlo. Un abrazo!!
ResponderEliminar¡Gracias Artza! Windor está convirtiéndose un maestro en aquello de hacer mal las cosas para que salgan bien jaja. De haber podido enfadar al rey con la bota gigante, pasó a asustarlo con el pequeño terremoto. A ver qué le deparan sus primeros días como consejero. ¡Otro abrazo!
Eliminaruna cosa es cierta los magos son bastante temperamentales
ResponderEliminarAsí es Hugo, aunque algunos parezcan mansos y despreocupados, eso no quita que tengan su orgullo. ¡Un saludo!
EliminarHay que ver, el bueno de Windor consigue siempre lo que quiere aunque su magia salga al revés. Le auguro una estancia difícil en palacio, soportando el carácter del rey. Saludos José Carlos.
ResponderEliminarSi es que se nos está convirtiendo en todo un maestro en el arte de hacer las cosas del modo contrario al deseado, pero por ahora le va saliendo bien la cosa. Sin duda no será fácil lidiar con Berinio, sobretodo cuando Windor vea todo lo que ha de mejorarse en el reino. ¡Un saludo Jorge!
EliminarQué bueno este episodio :) Quién la sigue la consigue, aunque no fuera con lo que esperaba jejeje. Qué valiente Windor ;) Esperaremos a ver qué sucede a partir de ahora!! Un abrazo
ResponderEliminarGracias Elena, me alegra que te siga gustando todo lo que acontece a este peculiar personaje. Windor representa bien ese triunfo de la insistencia, aunque no se consigan las cosas del modo que uno quiere jaja. Pronto se hará una idea de todo el trabajo que ha de hacer como consejero. ¡Otro abrazo!
EliminarYa no me queda muy claro el nombre del mago… era Wildel, Windy, Windows… Bueno, no importa. Un derroche de imaginación y buen humor José Carlos. Me parece estar viendo una de esas películas de hace años, con personajes reales y otros animados, ja, ja. Ese currículum del mago no tiene desperdicio, ¿eh?, ja, ja. Y me ha gustado la esperada entrevista con el mago y con ese personaje tan peculiar, ¿Letrinus se llamaba? Le viene que ni pintado el nombre para ser el asesor laboral del rey. Seguro que es un especialista en “contratos basura”, je, je. Y esa defensa orgullosa y casi obsesiva por la corrección de su nombre que, al final, paradójicamente, le lleva a triunfar cuando todo parece estar en su contra y, precisamente gracias a una nueva equivocación. Y bueno, como ya te ha dicho Bruno, muy buenos también todos esos detalles como el de la paloma, que adornan con chispas ocurrentes todo el relato. Una divertida saga que seguro nos deparará momentos hilarantes cuando el rey comience a pedirle “trabajitos” a nuestro mago. Ya veremos, ya veremos
ResponderEliminarUn abrazo compañero
Cuidado de que no te oiga o lea Windor eh jajaja. Ahora que lo mencionas me viene a la mente la mítica de Roger Rabbit, donde había también situaciones delirantes como las que suceden aquí. Claro que aquí no hay conejo que tome whisky, pero sí un mago al que le tocan la fibra.
EliminarTiene un currículum cuanto menos variado la verdad, y lo que le queda aún por delante. Así es, Letrinus, que explica las precarias condiciones que figuraban en el anuncio de trabajo si lo recuerdas, y anda en esa línea de contrato abusivo que bien comentas. Y próximamente volverá a hacer honor a su nombre.
Es curioso lo de la paloma, una de las últimas escenas de "Willow" mostraba al protagonista convirtiendo una manzana en una paloma que se cagaba en la cara de otro personaje y provocaba las risas de la gente. Aquí quise potenciar eso y darle el toque de realidad con el intento de caza a la paloma jaja. Me alegra continuar leyéndote en cada capítulo de esta saga, cada día que publico algo nuevo me siento más contento de dedicarle tiempo.
Y por último, totalmente cierto, el rey no dudará en abusar de Windor, que mientras no se repita lo de su nombre, está dispuesto a tolerar otras cosas. ¡Otro abrazo Isidoro!
En retribución a la lectura que hiciste de mi western kafkiano, te sigo. Pronto leo y comento algo.
ResponderEliminarSaludos.
Hola y bienvenido Raúl. Fue un placer leerte ese relato, espero que te guste alguno de los que podrás encontrar aquí. ¡Otro saludo!
EliminarDicen que el destino tiene conjuros ...digo...situaciones enriquecedoras esperándonos. Y esta es prueba de ello no? No hay mal que por bien no venga.
ResponderEliminarUn saludo de luz ✴
Hola Athenea, me gusta pensar que sí, que cada nuevo día tiene muchas cosas enriquecedoras que nos esperan, por pequeñas que sean. Así que me alegra que esta historia te haya gustado y hayas compartido ese pensamiento :)
Eliminar¡Otro saludo!
Pues no, este tampoco es el del gnomo...
ResponderEliminar¡Me vas a volver loco buscando!
No te falta mucho para encontrarlo, el relato se llama "Windor llega a Trascania". Puedes acceder a él desde el enlace que he puesto al inicio de este texto, o bien buscándolo en la pestaña de "Relatos y series". Un saludo.
EliminarJajajajaja ese Windor consigue las cosas sin querer queriendo, pero muy acertadas para nuestro mago. Sus aventuras cada vez más amenas nos enganchan dejándonos queriendo el siguiente capítulo. Sigo siendo su fan!! Besotes JC!
ResponderEliminarSe está volviendo un maestro en el arte de hacer las cosas del modo contrario al deseado jaja, y capítulo tras capítulo sienta cátedra al respecto. Aunque fíjate, en este caso le ha salido bien.
EliminarLo mejor de seguir narrando sobre él, es sentir que se está convirtiendo en un personaje muy querido por todas las personas que escribís comentarios en el blog :) ¡No dejes de ser fan de él, está encantado y te manda muchos besos!
Me ha gustado que el mago Windor haga respetar su nombre. Lo de la paloma cagando a los comerciantes me ha encantado y no veas lo de la chamusquina , me he reído mucho . Seguiré leyendo el próximo. Un abrazo
ResponderEliminarClaro, a fin de cuentas, el amor propio de Windor tenía que aparecer alguna vez jeje. A veces es todo un reto seguir encontrando situaciones que hagan reír a la gente, así que me alegra doblemente que te quedes con esas dos escenas :) ¡Otro abrazo Maria del Carmen!
Eliminar¡Fantástico, José Carlos! Me encanta la saga de Windor, su narración lineal, digna de esas viñetas a todo color que ya mencioné. Ese aire juvenil de fantasía y humor me entretiene, me distrae del resto del mundo, me hace pasar un buen rato.
ResponderEliminarAyer vi Warcraft y pensé en tu mago literario, lo vi reflejado en uno de los protagonistas. Por cierto; me encantó la película que, al igual que tu relato, es fuente de diversión y gozo del imaginario.
¡Un aplauso para Windels y uno fuerte para su creador, José Carlowers! ;)
¡Gracias Edgar! Al final vas a convencerme para que busque un dibujante y demos vida completa a las desventuras de Windor jeje. Ese es el fin que me hizo tan irresistible seguir desarrollando al personaje, la posibilidad de sacaros unas risas que os distraigan de todo lo malo, del modo en que me distrae a mi el trabajo previo.
EliminarTengo que ver la película, el "Warcraft 2" fue un juego mítico en mi infancia, y quiero ver la película, así que prestaré atención al reparto para visualizar al mago jeje :)
Tras recibir ambos aplausos, te dedico otro bien grande por tu seguimiento tan activo y entusiasta de la saga. ¡Un abrazo!