Nota introductoria: Aunque este texto puede leerse de manera independiente, la anterior aparición de Windor, en la que cuento cómo da un paseo por el bosque cercano al castillo, así como el encargo de muerte que Letrinus le hace a una asesina que acaba de llegar a Trascania, tiene lugar en "Un encargo importante" (para leerlo, clickad en el título).
Este texto que podéis leer a continuación, retoma la historia de Windor mientras termina de recorrer el bosque y emprende el regreso al castillo, así ahonda en las motivaciones de Letrinus para querer asesinar al rey Berinio.
Un peligro llamado
Letrinus
Una vez que Letrinus
regresó a sus aposentos en el castillo, empezó a ir de un lado a otro mientras
pensaba. Por fin había hecho el encargo. Estaba tranquilo por la persona a la
que había encomendado el asesinato del rey Berinio, ya que la reputación de
Tribonia era fabulosa fuera de Trascania. Eso sí, todo lo excelente que puede
ser para una persona que mata a otras por dinero. Se trataba de una asesina
letal, y la suerte para Letrinus es que podía permitirse sus honorarios.
Originariamente, todo
el odio de Letrinus se había proyectado sobre Windor, que le había hecho
bajarse los pantalones ante Berinio cuando rechazó firmar su contrato laboral
estrella (ejem…basura). ¿Cómo podía una piltrafa como Windor ningunear así su contrato
laboral, el fruto de sus más insensibles pensamientos de cara a los
trabajadores del castillo? ¿Acaso las arcas públicas no respirarían aliviadas
si todo el personal del castillo firmara aquel documento, donde los salarios
rara vez los costeaba el empleador, sino el empleado mismo pagando cada
servicio adicional del que disfrutaba? ¿Qué osadía era que, por ejemplo, todo
el mundo comiera gratis sólo por ser miembro del castillo? Sanguijuelas, eso es
lo que eran todos. Menos el propio Letrinus, claro está.
Pero Letrinus, que no
solamente empezó a odiar a Windor desde el primer día que le conoció, sino que
además le había espiado en más de una ocasión, se dio cuenta de que ordenar la
muerte de aquel tipo no era la solución. No, la solución más placentera era a
su vez la más rebuscada. Si Windor moría, por muy dolorosa y lenta que fuera su
muerte, Letrinus nunca tendría el placer de derrotarle con sus propias manos
sin quedar en evidencia. Sí, haberle encargado a Tribonia su muerte era la
primera opción. Así lo dejó patente Letrinus cuando escribió entusiasmado el
nombre de su víctima en la nota para la asesina. Pero, tras un torrente de
maquiavélicos pensamientos, y totalmente enfurruñado por postergar el momento
del triunfo, tachó el nombre. Y puso el del rey Berinio.
La explicación era
simple. Para una mente infantil y resentida como la de Letrinus, matar a Windor
era un placer momentáneo, como tomarse de golpe una jarra de cerveza
trascaniana porque uno tiene sed y quiere algo frío, pero recibiendo como
premio (al margen de jugarse un infarto por los ingredientes de la cerveza
trascaniana, que debía degustarse poco a poco) un placer pasajero, que evitaba
paladear cada gota de líquido. Por tanto, la solución era acabar con el rey.
Berinio era un tipo bastante manejable para Letrinus, y llevaba una década
teniéndole controlado, pero ahora que empezaba a jugar en el terreno de Windor,
debía morir.
Como Berinio era
soltero, no tenía descendencia propia, y su único pariente vivo era un hermano
que estaba en otro reino, en caso de muerte, y mientras se contactaba con dicho
hermano para que ocupara el trono, el asesor laboral era el tipo que
controlaría provisionalmente el castillo (otro triunfo de los tejemanejes
legales de Letrinus en confabulación con el abogado Injusticio). Y una vez en
el poder, por breve que fuera su posición de privilegio, podría despedir a
Windor. Eso no le mataría, pero era un triunfo aplastante para el hambriento
ego de Letrinus, que necesitaba darse un banquete. Nada le haría más feliz que
despedir a Windor y disfrutar con su reacción. Eso le demostraría que nadie le
falta al respeto. Y como muestra del desmesurado amor propio que se tenía, y
tras haber puesto en marcha los engranajes de su plan con la aparición de
Tribonia, Letrinus se dio a sí mismo unos efusivos aplausos ante el triunfo que
lograría dentro de poco.
En otra parte del
reino, Windor seguía recorriendo el bosque más cercano al castillo. Había sido
una idea fantástica dedicar unas horas a pasear por allí. Incluso había tenido
ocasión de usar su varita para prestar ayuda, aunque las cosas, como eran
habituales en él, no habían salido exactamente del modo deseado. El suceso tuvo
lugar cuando, en medio de su paseo, Windor observó que había un gato subido en
un árbol y no podía bajar. Sin analizar el cómo llegó hasta ahí, la necesidad
de ayudarle fue instantánea.
Windor sacó su varita
y, con la intención de hacer aparecer una escalera de la nada, para subir a
coger al gato, agitó alegremente su artilugio mágico. Lo que consiguió fue que
la rama del árbol en la que estaba el gato, desapareciera, con la inmediata
caída del felino al suelo. Otro golpe de varita hizo que un pequeño trampolín
(Windor quería que fuera una almohada gigante para suavizar el impacto)
apareciera en el suelo, provocando que al caer sobre él, el gato saliera
catapultado y aterrizara en la rama de otro árbol, a mayor altura que en el
anterior.
Haciendo válido el
tópico de que “no hay dos sin tres”, Windor usó por tercera vez su varita, y
esta vez consiguió que su ansiada escalera apareciese. Incluso se subió a ella
y llegó a coger al gato, pudiendo bajar ambos ilesos. La insistencia era una
poderosa aliada en la vida de Windor, y en esa ocasión había vuelto a salir
victorioso. No era una buena costumbre hacer las cosas bien a base de
demasiados intentos previos fallidos, pero de momento era el modus vivendi de
Windor, y sólo su incansable entusiasmo podría pulir eso con el tiempo.
Aunque el gato
rescatado se había alejado unos metros de Windor, cuando el mago empezó a
caminar, le siguió. A Windor no le importaba tener algo de compañía, a fin de
cuentas emprendía el regreso al castillo. Eso sí, durante todo el camino tenía
un pensamiento en la mente que no lograba descifrar del todo, y aunque intuía
que tenía que ver con el felino, sus constantes miradas al mismo no le ayudaron
a resolver el misterio. Tarde o temprano tendría un momento de inspiración, y
entonces sabría lo que se le escapaba.
Poco antes de salir del
bosque, Windor se topó con un hombre que manejaba un carro tirado por bueyes.
En condiciones normales aquello no habría despertado el menor interés, pero lo
peculiar era un letrero ubicado en uno de los laterales del carro. En él decía
“Carnes Solrak, Hijo de Carnicero”. Habría sido gracioso que el tal Solrak
hubiese sido vendedor de pescado o de verduras, o hijo de un vendedor de esos
géneros, dedicándose a una profesión opuesta.
Una vez que Windor
retomó su marcha y el carro siguió su camino en dirección contraria, el
pensamiento de antes volvió a pitar en su cabeza. Tenía la certeza de que
estaba relacionado con el gato que todavía le seguía, y con algo del castillo.
Incluso en un gesto involuntario, Windor se acarició el trasero, como queriendo
encontrar un descosido en la ropa fruto de un pequeño incidente. Lo tenía
cerca, tan cerca que empezaba a quemarse los dedos. Y algo en su interior le
decía que tenía poco tiempo, pues ya empezaba a vislumbrar la silueta del
castillo a medida que los árboles del bosque iban quedando atrás.
Precisamente en las
inmediaciones del castillo se encontraba Tribonia, reconociendo el terreno para
preparar el asesinato del rey Berinio. Observó que algunas personas entraban o
salían del castillo sin demasiada dificultad, a pesar de que en la entrada del
mismo había apostados dos guardias, y un perro con pinta de ser demasiado
granuja. Por lo demás, en los alrededores había algunos vendedores ambulantes
sin demasiada clientela, y una paloma que estaba posada sobre una roca, y con cuyo
pico iba cogiendo una por una monedas de oro del interior de una pequeña bolsa.
Tribonia se dijo que la vida en Trascania era de lo más curiosa. Y eso que aún
no conocía a Windor. Qué pensaría cuando lo hiciera…
Letrinus, que había
terminado de aplaudirse tras un buen rato, se asomó por la ventana de su
habitación, cuya vista era de la explanada delantera del castillo, y vio a
Tribonia en la lejanía. Parecía muy concentrada observando todo a su alrededor,
y empezaba a caminar hacia la entrada. Seguramente estaría familiarizándose con
la zona. Qué profesional parecía. Las cosas tenían un aspecto prometedor, y,
conteniendo el impulso de volver a prodigarse halagos a sí mismo, Letrinus casi
pierde toda su alegría cuando, por el rabillo de uno de sus ojos, vio aparecer
a Windor. El maldito Windor.
Tribonia había tomado
la decisión de adentrarse en el castillo. Si las demás personas podían entrar
al mismo con facilidad, debía comprobar si su caso no suponía una excepción.
Con suerte, si lograba acceder al interior y se topaba con el rey, quizá podría
finiquitar su encargo con una celeridad inusitada. Sería un récord para ella. Y
esa idea le resultaba demasiado tentadora para rechazarla. Además, tanto en los
bolsillos de su ropa como en el interior de la misma, guardaba todo tipo de
objetos capaces de causar una muerte que pareciese natural y no levantase
ningún tipo de sospechas. Como dice una popular frase del gremio de asesinos…”asesina
precavida vale por al menos un muerto”.
Windor se dio cuenta
demasiado tarde del aviso que su mente le intentaba dar desde hacía un buen
rato… ¡¡¡el perro!!!
Fue así como el perro
del castillo, nada más divisar al gato que acompañaba a Windor, se lanzó furibundo
hacia él, emprendiendo una rápida carrera. Pero eso no fue todo, ya que Windor,
que se sentía responsable del inminente ataque que iba a sufrir el gato, tuvo
que sacar su varita y agitarla en el aire. De esa manera, y tras pronunciar
unas palabras mágicas de rigor, hizo desaparecer al gato, para que éste
reapareciera en la puerta del castillo junto a los guardias. El perro dio un
brusco frenazo y se paró a escasos metros de Windor. Tras mirarse fijamente a
los ojos, el perro se dio la vuelta, y entonces empezó a ladrar, anunciando así
que iba a retomar su persecución.
Windor volvió a agitar
su varita, con la intención de levantar una pequeña barrera que encerrara al
perro, y lo que hizo aparecer fue el extremo de una correa en su mano libre, y
un collar en el cuello del perro, en el cual estaba enganchado el otro extremo
de la correa. El perro echó a correr y Windor, que intentaba asimilar lo que
había hecho, no pudo reaccionar, siendo arrastrado por el canino. Lo peor no
era tragar hierba mientras el perro le llevaba a rastras, sino la sensación de
irrealidad que embotaba el cerebro de Windor, condimentada por el hecho de que
no lograba soltarse de la correa por más que lo intentaba.
Por otra parte, los
guardias de la entrada y los vendedores ambulantes, viendo lo que pasaba, no
paraban de reírse. La paloma seguía contando sus monedas. El gato echó a correr
hacia el interior del castillo. Tribonia vio rota su concentración, en
particular cuando giró la cabeza a un lado y vio acercarse hacia ella al perro,
que llevaba a un mago de paquete. Windor vio Tribonia, y sin lograr soltarse de
la correa a tiempo, se la llevó por delante, provocando que al caer ésta al
suelo, quedase inconsciente.
Los guardias, cuya risa
había cesado, reaccionaron rápido yendo a socorrer a Tribonia, pero se
olvidaron de Windor, que fue arrastrado hacia el interior del castillo. Ironías
de la vida, a partir de aquel día, mucha gente empezó a pensar en Trascania que
cuando uno sacaba a pasear a su mascota, existía la posibilidad de terminar
siendo paseado por ella.
Letrinus, que había
observado todo el espectáculo desde su ventana, se sintió furioso porque Windor
había dejado momentáneamente fuera de combate a Tribonia. ¡El maldito Windor! ¡Cómo
disfrutaría acabando con él!
Continuará...
Lo que no le pasa a Windor, no le pasa a nadie es terrible. Vaya situación con el gato y el perro, tu imaginación es imparable. Bueno no te demores ahora con estos capítulos que cuando lo termines tienes que editarlo. Divertirás mucho a muchos lectores. Un abrazo
ResponderEliminarCierto, Windor es todo una excusa para narrar inverosímiles situaciones. Lo del perro es porque cuando saco a pasear al mío, me termino preguntando quién le da el paseo a quién jaja. Es cierto que me anima la idea de buscar publicar editorialmente esto, y tanto en cómic como posible novela le veo mucho potencial para entretener. ¡Otro abrazo y gracias por esa fidelidad!
EliminarDe nada compañero, ya sabes que a través de tu enlace encontré este lugar, y me encanta leer todo lo que publicas. Abrazos
EliminarY te agradezco esas incansables visitas :) ¡Abrazos!
EliminarConseguirá Tribonia acabar con la vida del rey, cumpliendo el nefasto encargo de Letrinus? llegará Windor a buen puerto una vez que el perro deje de arrastrarlo por los pasillos del castillo? Conseguirá alguna vez Windor realizar algún hechizo bien a la primera? La respuesta sólo tú la conoces José Carlos, a nosotros nos toca esperar. Un abrazo.
ResponderEliminarQuien sabe, lo que es innegable es que las cosas van a ser muy complicadas para ella con Windor de por medio, capaz de dejarla fuera de combate sin saber siquiera su identidad y motivaciones jaja. Si le salieran mejor los hechizos quizás no se le podría coger tanto cariño jeje. ¡Otro abrazo y gracias por la fidelidad!
EliminarTrepidante comienzo con ese mago que parece destinado a desbaratar los planes de Letrinus con su "torpeza". Muy bueno, José Carlos.
ResponderEliminarAbrazo!!!
Fíjate que más de una vez me imagino a Windor como la versión mágica del inspector Clouseau, torpe pero efectivo ayudando involuntariamente a resolver misterios jaja. ¡Otro abrazo!
EliminarLas aventuras y desventuras de Windor continúan siendo poderoso fruto del entretenimiento y la diversión. La caricatura de la torpeza y la efectividad del protagonista, frente a los problemas generados por oscuros e irrisorios personajes como Letrinus, Tribonia o Injusticio, dotan a estos relatos de ingenio, frescura, y multitud de escenas que, como suelo comentarte, son dignas de ser plasmadas en viñetas a todo color.
ResponderEliminarEn esta entrega mi escena favorita ha sido la de los tres usos de varita para el gato saltarín.
¡Abrazo, José Carlos!
Desde luego, este mago se ha empeñado en seguir regalando situaciones de lo más absurdas y cómicas jeje. El día que le llegue la hora, en su epitafio escribirán que era tan torpe como lleno de luz y vida. Como cada vez que me dices lo de las viñetas, pienso que ojalá algún día se hiciera realidad, sigo en esa búsqueda de un dibujante disponible cuyo estilo sepa que es el idóneo para este personaje.
EliminarFue muy divertido pensar en cómo la pifiaría con el gato jaja. ¡Otro abrazo Edgar!
Un cúmulo de despropósitos los de Windor, pero confiemos que, gracias a su sagacidad o su buena estrella, se libre de todo mal y logre neutralizar las intenciones asesinas de Letrinus.
ResponderEliminarUna historia muy entretenida, cargada de humor e irrealidad, que deja con ganas de saber más.
Un abrazo.
Lo cierto es que se trata de la persona con peor suerte del mundo, pero a su vez es el que reúne la mejor suerte, ambas en constante pugna jeje. Es lo que me gusta de esta serie, puedo dar rienda suelta a mis delirios y mi humor más surrealista jeje. ¡Otro abrazo y gracias por la fidelidad!
EliminarLo que no le pase al bueno de Windor... Trascania es un lugar cada vez más divertido y grotesco, con esa paloma que cuenta monedas o ese pobre gato saltarín a causa de la ineptitud de Windor. ¿Y qué decir de ese Solrak, Hijo de Carnicero? Me suena de algo pero no termino de caer, je, je, je.
ResponderEliminarGracias amigo José Carlos por esta nueva entrega de las desventuras de Windor; me siento muy honrado de formar parte con mi Solrak de tan ingenioso universo.
Un abrazo, compañero.
Pues sí Bruno, lo que no le pase a él no le pasa a nadie en esta historia jaja. Me gusta mostrar que no solamente Windor evoluciona, sino también otros personajes o animales, y el gato, al igual que la paloma y el perro, volverá a aparecer.
EliminarComo ves, encontré la manera de introducir a ese personaje de tus micro relatos de fantasía jeje. Con la fidelidad que me muestras a menudo hacia mis letras, es lo menos que merecías.
Gracias a ti por seguirme una vez más y por formar parte de este universo mágico, otro abrazo.