Todos tenemos un lado oscuro. El elemento que nos
diferencia es doble: por un lado, la capacidad para ocultar ese lado ante los
demás, y por el otro lado, el tiempo que tardamos en descubrirlo. El tiempo que
tardó Isidro en descubrir su lado oscuro, fueron 14 años.
Todo ocurrió durante el recreo de una mañana de
instituto. El grupo de amigos de Isidro se había ido a su escondite habitual
para fumar cigarrillos. Isidro les acompañaba sin mucho entusiasmo, ya que él
no fumaba y el olor del tabaco le asqueaba, pero no dejaban de ser sus amigos y
le gustaba estar con ellos. Ellos acostumbraban a usar cerillas para encender
sus cigarrillos, y aunque a Isidro le gustaba verlas arder tras ser rascadas,
aquello había perdido la gracia tras ver cada día de instituto a sus amigos repitiendo
aquella operación. Pero aquel día uno de los chicos del grupo había traído algo
nuevo. Un mechero “Zippo” que le había cogido a su padre en un descuido de éste.
Para todos los presentes, incluido el que lo trajo, fue hechizante la mecánica
de su uso, por simple que fuera. No sólo se trataba de abrirlo produciendo un
chasquido metálico, sino también del placer que suponía girar la rueda y ver
aparecer unas chispitas, para obtener una llama continua, que vivía incluso
quitando el dedo de la rueda, y siempre que no se cerrara la tapa.
Cuando los amigos de Isidro encendieron sus
cigarrillos y empezaron a charlar, él cogió el mechero y volvió a encenderlo,
sujetándolo varios minutos y observando la intensidad de la llama. Todo su ser
y pensamientos habían empezado a sentirse atrapados por el magnetismo de aquel
pequeño fuego continuo. Isidro se sentía poderoso y travieso, pero por debajo
de esas dos sensaciones había una mucho más peligrosa, y que empezaba a
revelarse como algo insertado en lo más profundo de su sentir: satisfacción. Su
pulso se había acelerado, y el resto de cosas a su alrededor habían dejado de
importar. Las voces de sus amigos se habían reducido gradualmente en sus oídos
hasta llegar al más absoluto silencio. Sólo importaba el fuego. Isidro había
entrado en un estado de trance tan profundo, que sólo pudo salir de él cuando
sonó la sirena que daba fin al recreo, y su amigo le quitó el mechero de las
manos, cerrando la tapa y rompiendo la magia. Sin embargo, y pese a ese final
para el recreo, aquel día había sido clave para el Isidro del futuro, porque le
cambió por completo. Aquel día el mundo vivió el despertar de un nuevo
pirómano.
La capacidad que Isidro desarrolló a partir de
entonces para ocultar a todo el mundo su pasión por el fuego, fue tan
prodigiosa como su habilidad para provocar pequeños incendios a su alrededor
sin que jamás le culparan de ello. A medida que fueron pasando los años, su necesidad
de incendiar cosas iba creciendo. Al principio se había limitado a quemar
pequeños papeles, pero eso había sido un burdo aperitivo en el menú de
incendios que Isidro había ido probando con el transcurrir del tiempo. De los
papeles pasó a cajas de cartón, luego a quemar pequeños rastrojos de hierbas
secas, siguió con trapos viejos, arbustos, contenedores, vehículos abandonados…Sin
embargo, esos años de progresión pirómana no eran nada más que una anécdota en
comparación con lo que acababa de hacer Isidro, y que le hacía estar sonriente
y tremendamente satisfecho de su nueva obra. Tenía ya 41 años, y se encontraba
en un pequeño mirador de la ciudad, observando…no, no hay que precipitarse.
Antes hay que contar cómo se había gestado el suceso que tenía embrujado a
Isidro, y que atraía incontables sirenas de bomberos…
La semilla de su última obra había sido plantada un
mes atrás, cuando Isidro decidió buscar en internet páginas donde contactar con
más gente como él. Una de las peores cosas de internet es que lo que se busca
se termina encontrando, sea lo que sea. Y en el caso de Isidro no hubo
excepción, pues tras un rato de búsqueda encontró, entre los numerosos
resultados que le habían aparecido, uno que le hizo latir con violencia el
corazón. Se trataba de una web llamada “Los amantes del fuego”. En ella había registradas
93 personas de distintos lugares del país, algunas de ellas con un largo
historial penal del que presumían sin tapujos, a juzgar por los comentarios y
las vivencias que compartían con quien quisiera leerles. Había tanto hombres
como mujeres. Y lo atrayente para que Isidro supiera con certeza que eso era lo
que buscaba, es que había un marcador de la última conexión de los usuarios, y
todos entraban con frecuencia.
Esa web parecía un foro donde cada persona narraba su
estrecho vínculo con el fuego. Había quienes le profesaban amor eterno,
llegando a creer que si existía un Dios, no sería muy distinto de su némesis
con domicilio eterno en el infierno. También había personas que describían cada
incendio que habían provocado, sin importarles que al ser descubiertas y
juzgadas, hubieran pasado diferentes épocas en la cárcel. Lo veían como un
peaje justo por sus obras. Incluso había una galería de fotos donde se lucían
con orgullo quemaduras que algunos incendios les habían causado a sus
creadores. Isidro llegó a una conclusión demasiado peligrosa, pues cada persona
a la que leía, o cada foto que veía, le hacían recordar ese triunvirato de
sensaciones que descubrió en aquella mañana de instituto: poder, travesura,
satisfacción. Un loco aislado puede ser peligroso, pero no demasiado si se le sabe
controlar. Sin embargo, tener a 93 locos amantes del fuego reunidos en un mismo
sitio…podía ser sumamente dañino para el mundo. Desde ese día, dejaron de ser
93 para llegar a 94 cuando Isidro se registró y empezó a contar su historia.
Aquella semilla plantada en “Los amantes del fuego”,
fue creciendo a pasos agigantados a lo largo del mes precedente a la gran obra
de Isidro. Día a día, se fue convirtiendo en un miembro popular de aquella
página, estando siempre conectado, y desentendiéndose de su trabajo, en el que
le terminaron despidiendo por su prolongada ausencia. Pero eso no importaba.
Isidro se sirvió de un chat en directo que había, para ir hablando con algunas personas.
Empezó a erigirse en una especie de ídolo para cada amante del fuego con el que
interactuaba. Y, movido por un deseo que iba creciendo en su interior con
inusitada fuerza y arraigo, escogió un día y hora concretos, y les pidió a
todos los demás usuarios de la página que entraran al chat, ya que iba a
proponerles algo que cambiaría sus vidas.
El día y hora señalados, logró reunir en el chat a
87 personas, lo que suponía algo increíble. Ya se encargarían entre todos de
poner al día a los que no estaban allí. Isidro empezó a contar la idea que
había tenido, y que le hacía sentir tan deseoso de llevarla a cabo. Aquello
supondría un hito en el país, y sería un acontecimiento del que presumir para
el resto de sus vidas. Su hazaña podría incluso perdurar en el tiempo, llegando
a ser contada a distintas generaciones de seres humanos que les precedieran. La
idea era quemar de manera sincronizada, multitud de puntos estratégicos de las
ciudades o pueblos en que se encontrara cada uno, logrando así un incendio
permanente en casi 100 puntos distintos.
Todo tendría lugar en una fecha que señaló Isidro, y
que consideraba suficiente para que cada persona pudiera estar preparada. Antes
de contar el resto de detalles, preguntó cuántas personas estaban dispuestas a
llevarlo a cabo. Se le erizó todo el vello del cuerpo cuando comprobó que todos
los demás estaban en el mismo barco y nadie se desconectaba. Entonces procedió
a dar unas últimas explicaciones de seguridad, para proteger a los demás si
pillaban a alguien tras provocar su incendio. Pero faltaba el detalle final,
que era el equivalente a esa guinda que se coloca en lo alto de un suculento
pastel y le da un aspecto aún más irresistible. Isidro propuso que cada uno
lograra un testimonio gráfico de su obra, bien a través de distintas
fotografías, o grabando vídeos, subiendo el material a la página cuando
volvieran a conectarse a ella. Nuevamente, nadie rechazó la idea. Y así el
mundo asistió a un día en el que 88 amantes del fuego sellaron un pacto que
pensaban cumplir a toda costa.
Los días tras aquella conexión al chat fueron
pasando, y, tal como quería Isidro, los pocos usuarios que no estuvieron
conectados se terminaron enterando de su plan, sumándose encantados a la causa.
Todo iba tomando forma, y sólo había que ser pacientes y no cometer errores. Llegados
el día y hora propuestos por Isidro para provocar los incendios, éstos tuvieron
lugar, quemando 94 puntos distintos en todo el país desde las primeras horas de
sol.
Isidro se había alejado lo suficiente para no salir
perjudicado por los posibles daños colaterales de su obra, y se había situado
en un mirador, contemplando cómo se quemaba el bosque que había frente a él. Qué
magnífico combustible eran los árboles cuando se les rociaba con la suficiente
gasolina. De cada rama brotaban las llamas como si fueran frutos silvestres,
alcanzando distintas ramas de árboles cercanos gracias al suave aire que hacía,
provocando así una enorme expansión del fuego, que arrasaba incontables
hectáreas de terreno y vegetación. Y lo mejor de todo era la satisfacción
interior que Isidro sentía. Entonces se acordó de inmortalizar su incendio, e
hizo varias fotografías y grabó varios vídeos.
Mientras sostenía su teléfono en alto, imaginó que
cualquier pintor debía sentirse así cuando terminaba la mejor obra de su vida. Qué
armónico color le daban las columnas de humo al paisaje, mostrando una variada
gama de colores grises y oscuros. Hasta se había preparado un picnic para comer
mientras seguía observando aquello. Se preguntó si los demás estarían sintiendo
lo mismo que él. Como quería evitar que les relacionaran, nadie había
facilitado ningún número de teléfono o forma de contacto. Se habían
comprometido a hacer aquello e Isidro dio por válido contar simplemente con la
palabra de cada persona.
Los camiones de bomberos le conferían sonido a esa
bonita estampa ardiente, y algunas horas después empezaron a venir hidroaviones
para ayudar a sofocar las llamas. Isidro les había visto maniobrar y verter
agua de sus depósitos para intentar mitigar el fuego. Se divertía observando
aquello, y empezó a devorar ansiosamente su picnic. Para cuando llegó la noche,
su obra seguía tan viva como la llama de aquel “Zippo” que le cautivó en su
infancia. Entonces emprendió la vuelta a casa, no sin mirar varias veces atrás.
Durante varias horas de la noche, estuvo mirando
embelesado los informativos en la televisión, y posteriormente los diarios
digitales, antes de acostarse y dormir con la ilusión de un niño en la noche
previa a la mañana de navidad. No era para menos, estaba deseando ver las fotos
y vídeos que el resto de amantes del fuego subieran a la página.
El último pensamiento que tuvo antes de quedarse
dormido, fue que lo que se buscaba en internet, se terminaba encontrando.
Cualquier cosa que se buscara se encontraba, y eso era terrorífico. La
tecnología podía ser tan maravillosa si se usaba bien, como perversa si servía
de punto de conexión para mentes retorcidas e inestables. Gracias a internet,
Isidro había encontrado un grupo al que pertenecer, donde no necesitaba ocultar
su lado oscuro. Y el mundo no había tardado mucho tiempo en descubrir los
frutos de ese vínculo. Con el poder y las posibilidades de internet, la nueva
meta de Isidro era conocer a gente de otros países, para preparar algo mucho
más ambicioso y apoteósico. Los amantes del fuego volverían a actuar. Y el
mundo ardería como nunca hasta entonces.
¡¡¡Qué relato tan inquietante!!! Me ha gustado cómo has conseguido captar la atención desde el principio (la historia del Isidro adolescente se me ha hecho muy cercana y posible) y luego has ido aumentando la intensidad del relato, como en un incendio.
ResponderEliminarEs verdad que da miedo pensar que TODO puede encontrarse en Internet, hasta un grupo de gente como Isidro capaces de entender y alabar ese lado oscuro que comparten.
A mi de cría me encantaba jugar con fuego, ya os contaré algún día en el blog alguna de las trastadas que hacíamos mis hermanos y yo, pero eran muy, muy comedidas. Más que lado oscuro, lo nuestro era desobediencia en estado puro.
Me ha encantado tu relato, JC, está genial.
Un beso enorme
¡Gracias por tus palabras Chari! Precisamente quería transmitir con este relato, esa inquietud que me genera pensar en el potencial tan peligroso que puede tener internet para malas causas. Al pensar en la infancia, me resultó fácil y natural narrar el embrujo ante esos mecheros jeje.
EliminarY así es, da miedo pensar en lo que puede pasar si se juntan personas de este tipo...Será interesante conocer estas anécdotas de tu infancia junto a tus hermanos jeje.
Me alegra mucho que te haya encantado el relato. ¡Otro beso!
¡Hola! Un relato genial, no podría describirlo con otro adjetivo. Me gustó mucho como logras que la persona se introduzca de lleno en la mente del personaje, por más que sea totalmente diferente a uno.
ResponderEliminarUn beso ^^
Hola Etheldred, me alegra que te haya gustado :) Sabía que la clave para que el relato gustara más o menos, era lograr cierta...empatía con el personaje para facilitar meterse en su piel. Así que me complace haberlo logrado por tu comentario :)
Eliminar¡Otro beso!
Hola Jose Carlos, inquietante, me da miedo, por que es tan real el relato que casi me parece ver a Isidro y su paranoia mental, ese límite del bien y del mal. Me has hecho sentir que estabas tú dentro de esa mente perversa, en ese pirómano,....Y por otro lado, reflexiono sobre lo que internet ofrece, te da alas para compartir tus pasiones, tus odios, tus miedos,.... y realmente da miedo, porque esto no es nada con lo que pueden hacer con personas. Un abrazo
ResponderEliminarHola Joseme, ¿da miedo pensar en el peligro de internet cuando se usa para fines maliciosos verdad?
EliminarEn casos como éste, donde Isidro es incapaz de ver la frontera del bien y el mal, porque no se lo plantea, es incluso peor.
Pero sí, la parte buena es que hay quienes sí que usamos esta herramienta para cosas buenas, como por ejemplo difundir nuestras historias :) ¡Otro abrazo!
Una vez más nos encontramos con el tema de internet y su lado oscuro, que tú, en este caso nos has presentado de forma magistral, jugando con esas travesuras de la adolescencia que encuentran su camino para llegar a esas perniciosas perturbaciones. Me ha parecido una genial idea la del pirómano y su toma de contacto en la red para crear ese caos mundial. Inquietante y muy bien llevado el relato desde el principio al final, te felicito compañero. Muy bueno el detalle del Zippo, es una sensación que muchos conocemos, je, je, aunque no con esa pasión. Quién no se ha quedado hipnotizado con su llama o con ese chasquido al cerrarse. Alguno hasta se obsesionada con ello y no hacía otra cosa que abrirlo y cerrarlo, de forma compulsiva, ya sabes. Bueno, aquello era un mechero... esto es internet y, tienes razón, da miedo
ResponderEliminarUn abrazo
En efecto Isidoro, nos encontramos nuevamente en esta tesitura. Aunque en mi relato de la máquina de los deseos ya compartía mi preocupación por la humanidad que le quitan a algunas personas las nuevas tecnologías, aquí decidí ir directamente a los peligros que nos ofrece el mismo campo, que en este tipo de supuestos puede crear un pequeño o un gran caos.
EliminarY bueno, ya sabes que en mayor o menor medida, a algunas personas les pueden marcar ciertos sucesos de su infancia. En este caso, a Isidro le marcó ese mechero que, como bien has citado, a muchos nos encandilaba a pesar de su simple funcionamiento jaja.
De hecho y tras leer la parte final de tu comentario, me viene a la mente esa historieta (si mal no recuerdo, creo que en "Four rooms" había una similar) de Alfred Hitchcock del tipo que no paraba de abrir y cerrar su mechero y hacía una apuesta. ¡Otro abrazo!
Vaya... como engancha el relato. Como bien dices si lo buscas lo encuentras y en este caso, encontrarlo fue lo peor que le ha podido pasar al planeta... Al final arderemos. Un abrazo! :)
ResponderEliminarEs un placer saber que te enganchara :) Esa es la peligrosa clave, lo que se busca se encuentra, por peligroso que sea. Si empiezas a oler a quemado...échate a temblar jeje. ¡Otro abrazo!
EliminarOoooh! Un lado muy dulce. Hicieron una obra brutal colaborando y compartiendo todos. Es una hermosa historia! Muy buena la forma en la que narras, te pones del lado de Isidro. Me gustó mucho. Un abrazo
ResponderEliminarP.D.: Espero que podamos solucionar nuestras diferencias de la forma correcta como por ejemplo, en un ring, jaja. Es broma
Sí, se podría decir que de un modo retorcido y dañino obraron con cierta dulzura porque lo hicieron en grupo jaja. Intentar acercar la mentalidad y forma de pensar de Isidro me parecía clave para lograr un mayor efecto de la historia, haciéndola muy posible.
EliminarMientras no se solventen metiéndole fuego a las cosas...jaja. Un saludo y bienvenida a la burbuja.
Un gusto leerte por primera vez. Me ha gustado, sobre todo, la primera mitad. Narras de manera fluida y natural la escena del patio. Hemos visualizado cada acción. La segunda parte, quizá, me gustó un poco menos. Tiende demasiado a la explicación, casi hubiera preferido que desarrollaras la escena de él y sus conocidos haciendo esa barbaridad, verlos actuar. Por lo demás me parece un trabajo impecable. Internet es como la calle. Sales de tu portal y decides hacia dónde ir. Puedes ir a la Biblioteca o a buscar droga.
ResponderEliminarHola y bienvenido a la burbuja David, un placer recibirte por primera vez. Me gustó la veracidad que quedó tras narrar la escena, es de esas cosas que fácilmente hemos visto en nuestra infancia.
EliminarQuizás con alguna parte más de diálogo hubiera tenido la segunda parte más fluidez o impacto, o bien del modo que has sugerido.
Totalmente de acuerdo, la red es como la calle, e incluso a veces como una jungla. El progreso siempre conlleva escoger en qué lado de la moneda queremos dar los pasos.
Un saludo y gracias por el comentario :)
Nos presentas un relato con cierta denuncia respecto al mal uso que se puede hacer de la red, que por otro lado tiene aspectos también muy positivos. Indagas en el perfil psicológico del protagonista, obsesionado con el fuego hasta el punto de implicar a todo el grupo en sus actos pirómanos, hacedor de una obra basada en la destrucción en lugar de la creación y el esfuerzo, camino fácil que algunos escogen para perdurar. Por desgracia es un tema que sufrimos mucho en mi tierra, aunque yo soy del convencimiento de que el principal combustible del problema es el negocio que unos pocos se han montado en torno al fuego a costa del dinero público, un tema interesante también para algún relato. Un saludo José Carlos.
ResponderEliminarAsí es Jorge, cada cosa tiene sus ventajas e inconvenientes, todo depende del uso que se le vaya a dar, y de la manera de pensar de las personas. Por eso veo un gran peligro en que se encuentren personas como Isidro, que como muchos pirómanos sólo tiene interés por el fuego, sin importarle el mal que cause.
EliminarYa al margen del relato, pienso como tú respecto a los incendios forestales, donde la gran mayoría esconden esos intereses que mencionas, y eso es también terrorífico la verdad, porque es ahí donde personas como Isidro empiezan a requerirse para estas cosas. Sin duda daría para una serie de relatos, no me cabe duda jeje. ¡Otro saludo Jorge!
Hola, esa es la nota discordante con el avance que supone internet, el terror que puede provocar en base a qué tipo de persona se dedique a navegar, y con qué fines. Si se reúne un grupo de gente que, como Isidro, le de igual todo, hay que echarse a temblar.
ResponderEliminarY me parece muy acertada tu valoración del "caleidoscopio" en que se ha convertido la red. Eso es lo peligroso de internet, que puedes encontrar de todo tipo de cosas, desde vídeos de humor sin ninguna maldad, a auténticas monstruosidades, y lo peor es que cada cosa tiene su público. Por eso no anda muy lejos de la realidad que una historia como la que se me ocurrió, pueda ocurrir alguna vez de un modo similar.
Muy buena sugerencia musical por cierto, la he estado escuchando y me ha recordado a una variante más dura de rock progresivo tipo Porcupine Tree. ¡Un saludo!
Tienes una manera soberbia de reflejar la oscura naturaleza humana. ¿No serás el doctor Lecter escribiendo desde tu celda, verdad? En serio, la megalomanía de este personaje me hace pensar en Nerón, que escribía canciones a la luz del incendio de Roma por él provocado.
ResponderEliminarBuen relato, compañero.
Un saludo.
Hola Bruno, jeje, me ha encantado esa pregunta. Ahondar en el lado oscuro de las personas es siempre un enorme desafío, me alegra haber logrado el cometido aquí a tenor de tu comentarios :)
EliminarSin duda Nerón es de esas personas que estará para siempre ligada al universo pirómano, y sí que me acordé de él cuando Isidro se queda a contemplar su obra con total satisfacción.
Gracias por comentar compañero. ¡Otro saludo!
Me ha parecido terrorífico ese darse cuenta de que cualquier cosa la puedes encontrar en internet, si a esos le sumas una personalidad oscura...bufff cuanto peligro ese Isidro y su fascinación por el fueto.
ResponderEliminarMuy bien contado ese descubrimiento de su fascinación por el fuego, porque mirarlo es fascinante aunque terrorífico cuando está descontrolado, quemando bosques y vida.
Un saludo
Pues sí, si nos ponemos a analizar fríamente todos los malos usos que se le puede dar a todo lo relacionado con internet, es para estar cuanto menos inquieto. Y eso sin contar, como bien has mencionado, la personalidad oscura de cada usuari@ que pueda haber en la red. Por eso Isidro es una bomba de relojería andante.
EliminarSabía que era clave describir de un modo cotidiano y fácilmente posible la fascinación por el fuego, que a todos nos ha tenido embrujados alguna vez, así que es un placer saber que lo logré :)
¡Un saludo compañera!
Una premisa sensacional la de este absorbente relato de intensa y fluida narración. La gran obra, perpetrada por estos enfermizos amantes del fuego y la destrucción, está genialmente hilada y concluida. Próximamente en la web del orgullo del pirómano: el fin del mundo entre llamas. Muy bueno, José Carlos.
ResponderEliminar¡Abrazo, Compañero de Celda! ;)
Gracias por tan alentadoras palabras Edgar. Estos "artesanos" del fuego, lograron una obra de terrorífico impacto visual y nefastas consecuencias para el medio ambiente, pero se sentían orgullosos, lo que le da ese toque enfermizo que bien has mencionado.
EliminarLo peor es que, lejos de conformarse con eso, se dejen arrastrar por los delirios de Isidro, que quiere quemar el mundo e intentará lograrlo.
¡Otro abrazo Compañero!
El cómo captas la atención respecto a internet y la facilidad con la que se encuentra lo que se busca... y cómo después después terminas la historia en la misma dinámica, es sublime.
ResponderEliminarDejas en la mente varios pensamientos divagando y preguntando acerca de lo que esta historia nos cuenta.
Gracias, ha sido todo un disfrute.
Enhorabuena.
¡Hola! Siempre se ha dicho que cuando evoluciona la tecnología, lo hace para las cosas buenas y malas, porque ya sabes que hay gente que ve en cada nuevo avance, un mejor modo de lograr sus oscuros fines. Así que, como hoy día en Internet te puedes encontrar cualquier cosa, supe que mi relato tendría ese valor añadido del miedo o la inquietud que supone el hecho de que realmente pueda pasar esto.
EliminarEn una gran parte de mis relatos me gusta narrar de forma desordenada, describiendo inicialmente una escena, y luego retrocediendo en el tiempo para construir el clímax, así que me alegra ver que te ha gustado cómo decidí narrar en esta historia :)
El disfrute siempre es leer comentarios como el tuyo, que hacen que mereciera la pena invertir cierto tiempo en esta historia. ¡Un saludo y gracias!
Utilizando como contexto una historia sobre un pirómano, realizas una crítica mordaz a Internet, y en concreto a la facilidad de encontrar cualquier cosa solo con un clic. Cuando llegas al final, te das cuenta de que las aventuras de Isidoro es solo una excusa para esto, y que lo que realmente importa del relato es esa crítica. Se podía haber contado cualquier otra historia: por ejemplo relacionada con las armas o sectas, o terrorismo, etc. y el resultado habría sido el mismo.
ResponderEliminarDejando de lado el análisis general, hay que decir que aparte de eso, has retratado muy bien la mente de este amante del fuego, desde su infancia, donde nació su pasión en una escena totalmente creíble para chavales de esa edad, pasando por el recorrido de sus hazañas, cómo fueron siendo cada vez mayores conforme crecía hasta su encuentro con Internet y su decisión de llevar a cabo una gran e incendiaria obra. Una creíble y y trabajada profundidad psicológica la que nos brindas en este relato que no pierde la firmeza en ningún momento.
Me gustó mucho la introducción, ese primer párrafo.
Saludos, Compañero.
Exacto, tal como hice en el relato con la máquina de deseos, aquí me apetecía nuevamente abordar una crítica a la tecnología, llena de herramientas útiles desde luego, pero que también puede ser usada para fines dañinos. Tal como dices, la historia en sí podría haberse contado de muchas formas que el mensaje sería el mismo.
EliminarYa sabes lo complicado que es dar con la psicología correcta para describir a un personaje, y al final ayuda a darle realismo usando situaciones que a lo largo de nuestra vida nos hayan impactado o impactaran a gente que conocemos. Ese primer párrafo lo tenía metido en la cabeza antes incluso de tener la idea del pirómano, así que fue una excusa perfecta para plasmarlo aquí jeje. ¡Un saludo!