31 de octubre de 2018

El arte de una decoración conjunta en Halloween

Nota introductoria: Aunque este texto puede leerse de manera independiente, la primera y segunda aparición de Jonás, en las que desvelaba que era taxidermista y conocía a Eloisa, una forense nueva en el barrio, tuvieron lugar en los relatos "El arte de decorar en Halloween" y "El arte de seguir decorando en Halloween" (para leerlos, clickad en el título del que os interese). 

Dichos textos fueron publicados para el Halloween de 2015 y 2016, y esta continuación lo es para el de 2018. Espero que os gusten.


El arte de una decoración conjunta en Halloween

Desde que Jonás y Eloisa habían conectado intensamente hacía unos meses, con la celebración de Halloween en el barrio, se habían hecho inseparables. De puertas para afuera, en el vecindario la relación de ambos no sorprendió por su soltería y por lo encantadores que eran por separado, así que casi caía por su propio peso el que pudieran congeniar tarde o temprano.

Sin embargo, todo era muy distinto en lo que se refiere al ámbito más personal y privado de su relación, ya que Jonás creía haber encontrado a su alma gemela en Eloisa, y el sentimiento de ésta era totalmente recíproco. Ninguno de los dos olvidaba aquella noche de Halloween, en la cual Jonás había descubierto que en casa de Eloisa uno de los objetos decorativos era un esqueleto humano de verdad, y ella había observado que en casa de Jonás había una auténtica calavera presidiendo su decoración temática. Fue entonces cuando ambos sintieron una poderosa atracción, nacida de una pasión común por la muerte, y de un deseo compartido de exhibir sus trofeos ante un público que era incapaz de imaginar lo real que era lo que veía.

Desde aquella mágica noche, en la cual Jonás y Eloisa hicieron el amor en los salones de sus casas, frente a los trofeos de las personas que habían asesinado y de las cuales conservaban sus huesos, la vida había dado un vuelco para ambos. Se habían confesado cosas que nadie más sabía de ellos en el vecindario, como el hecho de que Jonás fuese taxidermista y Eloisa forense, así como el modo en que empezó su deseo de matar personas, tan sólo para tener luego recuerdos de ellas que lucir en ocasiones especiales. Y lo más importante de todo, habían empezado a hablar sobre sus posibles planes para celebrar juntos el próximo Halloween.

A partir de aquella noche, la relación entre ambos floreció rápido, ya que compartían todo el tiempo libre que podían juntos. Jonás empezó a hacer visitas al depósito forense en el que trabajaba Eloisa, y allí hablaban, comían y tenían sexo rodeados de cadáveres. Y Eloisa comenzó a cogerle el gusto a ir al local donde Jonás ejercía la taxidermia, provocando que, tal como pasaba en el depósito, hicieran las mismas cosas, con la única diferencia de que los cadáveres que había en el local de Jonás pertenecían a animales muertos y no humanos.

A todo lo anterior se sumaba el hecho de que unas noches dormían en la casa de Jonás, y otras en la de Eloisa, lo que hizo que poco tiempo después de iniciar su relación empezasen a vivir juntos en la casa de Jonás, ya que la de Eloisa tan sólo estaba alquilada. Tenían una felicidad plena, ya que, al margen de su amor por la muerte, compartían muchas otras aficiones más convencionales. En bastantes de las ocasiones en que tenían sexo, no era extraño que la voz de Little Richard les acompañase musicalmente las veladas. A los dos les gustaban las películas y las series sobre psicópatas y asesinatos, pero también las historias de aventuras espaciales y ciencia ficción. En cuanto a gustos literarios, comprobaron con satisfacción que ambos leían a los mismos autores de terror y suspense. Y así seguía esa espiral de aficiones compartidas. Era todo demasiado perfecto para ser real, pero ambos estaban viviendo ese cuento de hadas y muerte que jamás habían pensado que harían.

A medida que seguían disfrutando de su relación, eran cada vez menos los meses que faltaban para el siguiente Halloween, el cual iban a celebrar juntos, y para el que tenían mucha ilusión por sorprender a sus vecinos con algo nuevo e impactante. Con esa premisa, y tras haberlo planeado tranquilamente, cometieron su primer crimen juntos. Habían decidido usar la furgoneta de Jonás para irse a un pueblo vecino, y asesinar a un indigente de allí que nadie echaría de menos.

Aunque cuando concibieron el plan estaban felices por la perspectiva de hacer aquello juntos, no fue hasta que cada uno apuñaló al indigente cuando se dieron cuenta de lo maravilloso que era el amor, en especial cuando aquel pobre desafortunado exhaló su último suspiro y la feliz pareja se fundió en un tórrido beso. Aquel crimen conjunto les hizo sentir como si estuviesen de parto, y el resultado de aquello no fuese un recién nacido, sino un nuevo cuerpo con el que trabajar para su próxima decoración de Halloween. Y vaya meses de trabajo le dedicaron a aquella causa.


Algunos días antes de Halloween, Jonás y Eloisa disfrutaron decorando por fuera y por dentro la casa de él. Ambos estaban expectantes por la acogida que tendrían en el vecindario sus nuevos objetos temáticos. Aunque la calavera y el esqueleto iban a estar presentes y seguirían causando impacto, no podían competir con la novedad y la elaboración que habían requerido las nuevas “adquisiciones” por cortesía de aquel indigente asesinado.

Y llegó al fin la deseada noche. El estreno de la nueva sinfonía mortuoria de Jonás y Eloisa. Cuando las primeras personas llamaron al timbre de la casa, la pareja estaba nerviosa, ya que su trabajo iba a ser valorado en poco tiempo, y esperaban causar asombro y estupefacción entre los visitantes. Cuando el primer grupo de niños disfrazados accedió al salón de la casa, acompañados de sus padres, lanzaron gritos de asombro ante las nuevas piezas decorativas.

Un par de chicos tocaron un pie que parecía demasiado real al tacto, y se sintieron como si realmente estuviesen acariciando uno de sus propios pies. Por otra parte, uno de los padres se fijó en unos ojos que había flotando en el interior de un pequeño frasco con líquido, y que parecían tan auténticos que con sólo verlos provocaban escalofríos. La percepción al mirarlos era extraña, como si realmente fuesen de verdad y no estuviesen fabricados artesanalmente. Pero eso no era todo, pues colocadas en la barandilla de la escalera de la casa, había dos manos que todo el mundo terminaba cogiendo para sentirse como si estuvieran al lado de la famosa “mascota” de la familia Addams.

Si aquellas personas supiesen cómo de reales eran aquellas partes del cuerpo humano que tocaban, acariciaban, o con las que se fotografiaban, no volverían a conciliar un sueño tranquilo durante el resto de sus vidas. Pero esa era la magia de Halloween, una ocasión especial para que una pareja de enamorados exhibiese ante todo el mundo sus trofeos, y además lo hiciese con total tranquilidad, disfrutando especialmente cuando algunos agentes de la policía local accedían al interior de la casa para ver por qué todo el mundo salía asombrado del lugar.

A medida que la noche fue llegando a su fin y dejó de haber tanta gente en las calles, Jonás cerró la puerta de su casa y apagó las luces. Notaba su corazón desbocado cuando vio a Eloisa encendiendo algunas velas en el salón, colocadas cerca de todas y cada una de las piezas decorativas humanas. Los dos disfrutaron un rato del maravilloso trabajo conjunto que habían hecho en los meses anteriores, e hicieron el amor sin dejar de mirarse el uno al otro, y sin dejar de lanzar miradas de felicidad hacia sus trofeos. Bendito Halloween, mágico amor, bella muerte.  

P.S: Si os ha gustado este relato, aquí tenéis el enlace de su continuación, acontecida en el Halloween siguiente. Se titula "El arte de proteger un estilo de vida en Halloween".

6 comentarios:

  1. Releída de nuevo esta historia muy aparente año tras año para esta fiesta pone los pelos de punta imaginar que podría ser una realidad. Se te da muy bien contar historias de miedo y suspense. Un abrazo.

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    1. ¡Hola de nuevo! Admito que el año pasado hice novillos y me faltó otro relato, pero bueno, me alegra que, aunque con dos años de retraso, te siga gustando esta historia. Esperemos que ninguno de nuestros vecinos sea así jeje. ¡Otro abrazo!

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  2. Hola Jose Carlos,
    Está muy bien conseguido el relato. Macabro, eso si, y con su punto terrorífico que de asombro no le falta. Yo creo que está muy bien. Muy realista. coincido con Maria del Carmen.

    Saludos!!

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    1. ¡Hola y gracias Keren! Cuando saqué en su día la primera parte era más light en comparación, pero también es cierto que a medida que uno avanza se permite desnudar el alma y los vicios de estos personajes :)

      ¡Un saludo!

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  3. Hola José Carlos. Has retomado la vida del peculiar Jonás y de la no menos interesante Eloísa. Ahora que el amor los ha unido, parece que no va a haber un Halloween aburrido en ese barrio durante mucho tiempo. Lo único malo es que tendremos que esperar un año para ver cómo continua la serie.
    Un abrazo.

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    1. ¡Saludos Bruno! Sí, aunque con un año de retraso me puse los deberes de contar un nuevo fragmento de la vida de Jonás y Eloisa jeje. Mientras ellos vean con naturalidad lo que hacen, creo que más de uno debe echarse a temblar. Sí, para bien o mal estos textos los escribo cerca de este evento, así que tardarán un tiempo en volver. ¡Otro abrazo!

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