15 de noviembre de 2025

Reseña de 13, Rue del Percebe. Una excelente propuesta con buscar y encontrar y el análisis de la edición integral

¡Un saludo desde el interior de uno de los pisos de la 13, Rue del Percebe! No os digo cuál exactamente que me querréis espiar. ¡No hay lugar a la privacidad en esta vivaracha comunidad de vecinos. Como el cómic español es un sector del que no tengo tanto conocimiento como de europeo o americano, me pareció que una gran forma de remediar eso era meterme un chute de una de las obras más populares de las viñetas españolas. 


Estamos ante una de las obras míticas (que no la única por suerte) de Francisco Ibáñez (1936-2023), uno de los historietistas más importantes de las viñetas españolas. Creador entre otros muchos personajes de Mortadelo y Filemón, Pepe Gotera y Otilio, El botones Sacarino o Rompetechos, merece la pena darle un buen repaso a una obra que no realizó durante tantos años como algunas de las mencionadas antes, pero que sin duda marcó el mundo del tebeo en nuestro país. Yo había leído alguna que otra página años atrás y me gustaba la propuesta de autor, pero no ha sido hasta hace bien poco cuando he querido ponerme tranquilamente a disfrutar del legado artístico de Ibañez con esta serie.

A tal fin, quiero dedicarle un análisis especial a través de un par de obras que, por las fechas en que escribo este texto (octubre de 2025), son recientes. Por un lado hablaré de un especial tipo Wally de buscar y encontrar, y por el otro de una nueva reedición en formato integral del trabajo de Ibáñez en esta colección.


Busca y encuentra 13, Rue del Percebe

Esta primera propuesta me parece una opción fantástica para que los más peques de la casa conozcan y disfruten el universo del número 13 de la Rue del Percebe. Y ojo, la recomiendo tanto para el público más joven de la casa, como para cualquier otro grupo de edades, ya que es una selección de historias que permiten conocer mejor a las personas que habitan estas paredes, o a aquellas otras que tienen la mala suerte de tener que ir a este peligroso edificio. 

Parte de la información que la editorial Bruguera dedica al tomo nos avanza lo siguiente:

"¿Serás capaz de descubrir todo lo que se esconde en el edificio más famoso de la historieta?

Con este Busca y encuentra de la 13, Rue del Percebe, podrás sumergirte en cada página para buscar y encontrar todos los elementos que se esconden en las viñetas: una calavera, un sombrero con tres alfileres, tres manojos de llaves... las páginas de la 13, Rue están plagadas de peculiaridades, ¿serás capaz de encontrar todos los detalles que se esconden en el edificio?"

Usando una propuesta lúdica del estilo de buscar al mítico Wally, tenemos una selección de historias donde aparece un listado de cosas que encontrar cada dos páginas, y al mismo tiempo en los márgenes se va aportando información muy útil para que conozcamos mejor los secretos tras las paredes de este mítico edificio. Por lo tanto no solamente puede uno disfrutar buscando los objetos necesarios para completar la lista y conocer curiosidades, sino que lógicamente el placer se halla también en disfrutar la historieta que hay en cada página.


Si nos fijamos en el tipo de historias que se cuentan y en la forma en que se presenta cada página, es inevitable pensar en series españolas de las últimas décadas que beben un poco de este material, como Aquí no hay quien viva o La que se avecina. Valga como ejemplo la figura de Don Senén, el dueño del colmado (que en la última página que ilustró Ibáñez de la serie era ya un supermercado), que tiene un género que muchas veces destaca por su escasa calidad y alta peligrosidad, y que intenta engañar a la gente; es un trápala que bien podría ser el Antonio Recio de la comunidad. Luego hay personajes surrealistas como el ladrón Ceferino Raffles, que vive en el tercero izquierda, y que roba todo aquello a lo que pueda echar mano. En las historias seleccionadas en el tomo, se le verá agenciándose un árbol, la chimenea o el ascensor del edificio, o cosas tan surrealistas como una alfombra mágica, una planta carnívora, o una antorcha olímpica. En no pocas ocasiones, sus robos provocan tragedias que se comentan en la radio. 

En el ático se encuentra un pícaro de las deudas como es Manolo, al que se vende como un pintor, pero que demuestra un constante ingenio para librarse de la gran multitud de acreedores que intentan hablar con él para cobrar sus deudas. No puede faltar la mención del gato y el ratón del edificio, ya que el segundo siempre estará fastidiándole la vida al primero, en lo que recuerda al show de Rasca y Pica de Los Simpson o a la relación entre Tom y Jerry. Y elementos como el árbol junto al edificio que cambia de unas historias a otras, el ascensor que rara vez funciona, o la jauría de vecinos y vecinas que hay en el edificio y la gente nueva que llega a él, más apariciones estelares en algunas páginas, conforman una serie de historietas muy divertidas para todos los públicos. 

El trabajo de Ibáñez como guionista es cierto que tiende a la repetición cuando uno está llegando al final del tomo, pero el hecho de que cada página sea una historia independiente (solamente las primeras que hizo en su momento avanzaban en sus tramas), es lo que permite que esta lectura sea ideal para alternar con otras cosas. Yo he ido leyendo cada días unas cuantas páginas para no saturarme y me he reído mucho con las surrealistas ocurrencias que tuvo el autor en su momento para contar cada nuevo día en este peculiar edificio. Hay personajes memorables, otros no tanto, y algún que otro cameo que siempre saca una sonrisa. Este edificio sufre de todo, incendios, invasiones alienígenas, inundaciones... y eso hace que se rompa de vez en cuando la monotonía, por lo que viene bien. Por lo tanto, y como me gusta el tipo de humor que usaba el autor, he disfrutado de su trabajo con esta lectura en pequeñas dosis. 

Respecto al apartado gráfico, aunque el estilo de dibujo de Ibáñez pueda parecer sencillo al lector más novato, no es ni por asomo. Hay que tener en cuenta que el mérito de esta serie era condensar en una sola páginas muchas historias de demasiados personajes, y además lograr que estuvieran cada página repleta de gags visuales. Es por ello que he disfrutado mucho de esta lectura, tanto con esos pequeños cameos de personajes famosos del autor, como con las ocurrencias que tenía y que hacían entrañable abrir cada día el álbum para ver con qué me sorprendía. Por lo tanto me llevo una muy grata impresión de este trabajo, aunque no fuera una sorpresa porque ya conocía al autor de otros trabajos. 

¿Merece la pena el álbum? Pues claro, y lo hago extensible a todo tipo de público. Lo veo disfrutable para un público joven, pero también para gente de más edad, bien porque leyeran las historias del autor en otras décadas, o porque sean personas que hayan leído mucho tebeo español o cómic europeo, pero no hayan llegado todavía a conocer las virtudes del 13, Rue del Percebe. Los datos que hay en los márgenes de las páginas me han reportado mucha información extra de la serie, y la lista de objetos a buscar en cada varias páginas ha sido un buen reto para ir fijándome bien en cada viñeta. La edición de Bruguera me ha parecido excelente. 



Toda vez que ya había metido el pie en el mundo de la Rue del Percebe de Ibáñez con el título anteriormente analizado, tocaba hacer una incursión más profunda en este universo de las viñetas. Y he de admitir que, aunque esto hay que degustarlo en pequeñas dosis (en mi caso, leer demasiadas páginas seguidas un día me satura un poco por la repetición de algunos gags), la experiencia nuevamente ha sido satisfactoria. 

Parte de la información que la editorial Bruguera dedica al tomo nos avanza lo siguiente:

"Este álbum contiene las 342 páginas que realizó Francisco Ibáñez de su popular serie 13, rue del Percebe, a partir de su primera aparición en 1961 en la revista TÍO VIVO de la editorial Bruguera.

Ibáñez realizó la serie, que se publicaba semanalmente en la contraportada de la revisto Tío vivo, desde 1961 a 1968, dando vida a unos personajes imperecederos como son Manolo, el inquilino de la azotea, que no e otro que el gran Manuel Vázquez, Don Hurón, el tendero de los bajos del edificio, o la portera, tan carismática de la serie."

Hay que diferenciar que, respecto al de buscar y encontrar, que solamente era una pequeña selección de historietas, aquí tenemos todo lo que salió con la firma de Ibáñez. En ese sentido, y aunque hay varios tamaños de esta edición, es en cualquier caso lo más completo que se puede encontrar. 


Lo que se puede apreciar en la parte argumental aquí más que en el otro tomo que os he reseñado, es la evolución de esta serie. Al principio Ibáñez intentó dar cierta coherencia argumental a las páginas, ofreciendo unas tramas que seguían un desarrollo en cada piso. Como ejemplo tenemos una pareja de jóvenes que se acercan al edificio buscando un piso donde vivir, y cada vez que vuelven son más viejos y se encuentran en la misma situación. Ahora bien, llegado un punto, y por la saturación de trabajo del autor con otros proyectos, terminaría por desprenderse de ese espíritu continuista, aunque pasado algún tiempo sí habría avances, como el piso que deja libre el científico loco, que durante unas cuantas páginas estará desocupado pero recibiendo visitas, y donde luego se instalará un peculiar sastre. 

No obstante, y como ya decía antes, en mi caso la táctica para disfrutar mejor de la colección es leer unas cuantas páginas en diferentes días, para evitar la saturación. No lo digo como crítica, pero en la mayoría de ocasiones los gags ya son repetidos en el mismo o diferente piso, o las situaciones un tanto cargantes si te metes un exceso de lectura en un corto espacio de tiempo. Al margen de eso es difícil decir qué personaje me parece más memorable, aunque el ladrón y el tendero son posiblemente los más graciosos, porque unas veces les salen las cosas bien, pero otras mal. El moroso del ático habitualmente se sale con la suya, aunque es cierto que, como dice el dicho, a veces le llega su San Martín. Lo que es innegable es que uno no desearía vivir de verdad en un edificio así o se volvería loco en un corto espacio de tiempo, pero qué divertido y enérgico es acercarse en cualquier ocasión a esta lectura. 

Como ya comentaba, y por no repetirme a la hora de hablar de los guiones, el consejo que os doy para disfrutar mejor de los gags cómicos de Ibáñez es no darse atracones de lectura para no caer en la rutina de algunas bromas o situaciones. Más allá de eso, la vecindad elegida por el autor me parece perfecta, con personas muy diferentes entre sí pero que no se aburren ni un día de sus vidas, ya sea por situaciones que les suceden individualmente, o bien de forma colectiva cuando algún desastre afecta a todo el edificio. Las risas están garantizadas a lo largo del tomo, y eso buscaba aquí, evasión, risas, y terminar con una sonrisa la mayoría de páginas recopiladas aquí. 

En la parte gráfica, y con el peculiar estilo de Ibáñez, se disfruta muchísimo de sus gags cómicos, que encuentran los momentos más surrealistas con el ascensor del edificio, el ático, la casa del ladrón o la tienda de Don Senén. Cada página rebosa vida y locura, y eso hace que sea tan placentero acercarse, sea cuando sea, a esta obra de Ibáñez, porque como decía el fallecido Andrés Montes... ¡La vida puede ser maravillosa!

¿Merece la pena el álbum? Eso ni se cuestiona. Es un sí mayúsculo. Por un lado es una edición perfecta para atesorar una de las colecciones más importantes de las viñetas en nuestro país, y además en un gran formato. Por otra parte, la mejor manera de tener todo lo que vino con el sello de su creador, incluida la última página que haría muchos años después. Pero además es un material que contiene muchísimos momentos cómicos, aguardando a que paséis las páginas para ser cómplices de ello. ¡No os podéis quedar sin conocer las vidas de los inquilinos de la 13, Rue del Percebe!

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