- Será un placer dar ese paso contigo y acompañarte a
la entrega de ese premio, pero lo haré con una condición.
- ¿Una condición?- en ese momento Natalia sentía tanto
alegría por la respuesta de Gabriel, como cierta duda por la condición que
impondría él-.
- Sí. Verás Natalia, desde que nos conocemos mi vida
emocional está cotizando constantemente al alza. Alimentas mi corazón y mis
pensamientos con tanta fuerza, que me es imposible no sentirme en una nube
cuando estamos juntos. No deseo hacerte jamás ningún daño, y por eso vas a
prometerme algo- y Gabriel se puso muy serio para decir las siguientes
palabras-. Si en algún momento la reacción de alguien de tu círculo te hace
daño, o hay miradas mezquinas o de desaprobación hacia mí, me iré de allí de un
modo discreto. La idea de acompañarte me hace mucha ilusión, pero verte mal entre
tu gente y por mi culpa me haría daño, por eso te impongo esa condición, que es
innegociable.
- ¿Del todo innegociable?
- Del todo, ni con un millón de tus besos más
pasionales me echaré atrás al respecto- y cambiando el semblante serio que
había puesto instantes antes, Gabriel le guiñó un ojo para añadir algo-, claro
que eso no quita que me puedas dar ese millón de besos. No me hará cambiar de
opinión, pero tu sabor recorrerá mis venas una buena temporada.
- Está bien- dijo resignada Natalia-, acepto tu
condición- le devolvió el guiño a Gabriel-, y acepto el reto de besarte un
millón de veces aunque no te haga cambiar de opinión.
- Sé que mi respuesta no te complace demasiado, pero
soy realista, vivimos en una sociedad con demasiados tabúes sociales sobre la
edad, y no me sorprendería que al vernos juntos alguien piense o manifieste que
soy tu mantenido y juguete sexual. Tampoco me gustaría que alguien de mi
entorno pensara que tú eres un trofeo o una conquista sexual. Si yo hubiera
sido otro tipo de persona o se hubiesen dado otras circunstancias, a lo mejor
ese habría sido mi rol, pero siento cosas por ti, y mi corazón vibra de alegría
cada vez que compruebo que es recíproco.
- Tienes razón Gabriel, eso me hace pensar.
- ¿Qué te hace pensar?
- Que si estando juntos alguien de mi entorno nos mira
mal o me dice algo inapropiado, no te marcharás sólo, porque pienso irme
contigo, y eso también es innegociable.
- Vaya, ¿ni un millón de caricias cambiará eso?
- Ni uno, pero las recibiré encantada- y ambos se
echaron a reír con alegría-.
- Sabes Natalia, vamos a terminar las bebidas, voy a
pagar la cuenta, y vas a ser mi postre durante toda la tarde, hablar de
millones de besos y caricias me ha abierto el apetito sexual por todo tu ser.
- Una gran idea- y Natalia bebió media bebida de un
solo trago, dejando a Gabriel sorprendido-. Ya estamos tardando en irnos.
Gabriel también terminó su bebida de un trago, pagó
la cuenta, y los dos se marcharon al piso de Natalia. Aunque se reservaban para
el momento de darse el atracón, desde que salieron del bar hasta que llegaron a
su destino, se fueron dando besos con frecuencia, alterando la temperatura de
cada calle en la que dejaban muestras de su pasión. Una vez en el piso de
Natalia, empezaron a desnudarse con frenetismo, sin dejar por ello de buscar
los labios de cada uno o de conectar sus miradas, cargadas ellas de lujuria.
Cuando se quedaron completamente desnudos, Gabriel
tumbó a Natalia en el sofá del salón, y con un impresionante autocontrol de su
deseo sexual, le ordenó no moverse de aquel sofá ni mirar lo que hacía,
mientras él iba a la cocina a buscar algo. Ella se sentía incapaz de quedarse
quieta teniendo a Gabriel desnudo a poca distancia, pero intentó obedecerle. Como
estaba tumbada de espaldas a la cocina, no podía ver nada de lo que allí
ocurría, así que cerró los ojos, y se dejó guiar por los sonidos que llegaban a
sus oídos. Primero escuchó la nevera al ser abierta y posteriormente cerrada,
después uno de los estantes, del que dedujo que Gabriel había sacado una taza
por el sonido que hizo al ser depositada en la encimera. Natalia había pensado
que él sacaría la nata de la nevera, pero el sonido de la taza la despistó. Y
escuchar finalmente el sonido del microondas la desorientó totalmente. Eran muy
fuertes sus esfuerzos por controlarse ante el enorme deseo de ver qué pasaba a
sus espaldas. Cuando el microondas emitió el pitido final, Gabriel le pidió que
cerrara los ojos, prometiendo que si ella los abría antes de tiempo, no la
besaría en toda la tarde. Qué cruel había sido esa promesa pensó ella. Pero
puso todo de su parte para no privarse aquella tarde de esos labios que tanto
deseaba.
Natalia obedeció y escuchó los pasos de Gabriel al
acercarse. Temblaba de nervios, se sentía como una chica antes de perder su
virginidad. Era increíble la gama de sensaciones que sentía por una sola
persona desde su encuentro casual. Se sentía joven, deseada, apoyada, valorada,
afortunada, y algunas emociones más que se sumaban a una creciente lista. A
punto estuvo de abrir los ojos de golpe cuando Gabriel le sopló en una de sus
orejas, besándola segundos después con dulzura. Luego ella sintió como un
líquido espeso iba siendo derramado desde su ombligo hasta sus pechos, que
quedaron bien cubiertos de aquella sustancia. Ella no paraba de temblar a causa
de la excitación, y Gabriel le acarició una de las mejillas, pidiéndole que se
relajara. El maldito estaba enloqueciéndola y ahora le pedía relajación, habría
sido más fácil lograr la paz mundial que aquello otro. Y para colmo, cuando
Natalia empezaba a calmarse un poco, sintió la lengua de él sobre su ombligo.
Maldito.
Gabriel se sentía extraño, habían entrado en el piso
presos de una excitación tan palpable que había deseado hacerle el amor con
furia a Natalia. En cualquier otro momento así lo habría hecho. Pero al
desnudarse ambos y tumbarla en el sofá, decidió que la furia y las
penetraciones salvajes ya tendrían lugar a lo largo de la tarde, y que deseaba
paladear cada centímetro del cuerpo de Natalia. Y para disfrutar al máximo de
ello, debía controlarse un poco, lo cual le hizo sentir extraño por el
excelente e inesperado autodominio que mostró. De hecho, al mismo tiempo que su
lengua ascendía por el cuerpo de ella, controlaba sus ganas de dejar inacabada la
tarea para penetrarla. Pero ella merecía mucho más, y siguió saboreando el
chocolate que había fundido antes, y que había derramado sobre medio cuerpo de
ella.
Natalia sentía ahora la lengua de Gabriel sobre uno
de sus pechos. Eso estaba siendo demasiado. Notaba como su entrepierna
expresaba la satisfacción generalizada, mojando la tela del sofá. Y eso que
aquello no era nada en comparación al momento en el que él empezó a
mordisquearle el pezón, lanzando oleadas de placer a cada rincón de su cuerpo. No
eran mordiscos exagerados o sin tacto, sino suaves y continuados, lo que hacía
de aquello algo delicioso. Cada vez que intentaba mover una de sus manos,
Gabriel la inmovilizaba diciendo que aún no. De un pezón Gabriel pasó al otro,
y para entonces Natalia apretaba sus párpados con tanta fuerza que sólo se
veían las pestañas.
Gabriel era consciente del placer que estaba
causándole a Natalia, bastaba un vistazo a la entrepierna de ella, donde sin
haberla acariciado siquiera, la imagen hablaba por sí sola. Pero no era el
único baremo que delataba el placer, también había subido la temperatura
corporal, la frecuencia de los suspiros y gemidos, y la fuerza con la que ella
apretaba los párpados. Estaba aguantando el tipo realmente bien, y se merecía
ver el resto del espectáculo. Así que, cuando Gabriel hubo hecho desaparecer el
poco chocolate que quedaba en el busto de ella, le pidió que abriera los ojos,
y ella reaccionó con una malévola sonrisa y mirándole con un brillo cegador en
sus ojos. Entonces él decidió usar el poco chocolate que quedaba en otro lugar,
y desde la taza lo derramó en los labios de ella, besándolos posteriormente. Dejó
la taza en la mesa y Natalia le rodeó con los brazos, sus cuerpos se
estrecharon, y añadieron el beso con sabor a chocolate en su colección conjunta
de sabores y sensaciones.
Natalia introdujo el pene de Gabriel en su interior,
y al tiempo que seguían abrazados, él la hacía suya. Se hicieron el amor
lentamente, como el experto catador de vinos que sabe que el truco está en no
beber inmediatamente de la copa, sino en saborear cada detalle previo. No
parpadearon en ningún momento, se miraban de manera perpetua e infinita en el
tiempo. Fueron cambiando de posturas, comprobando que un sofá es tan buen sitio
para pecar carnalmente como cualquier otro. Se fundieron en un solo ser,
alcanzando el momento cumbre al mismo tiempo, y eso se estaba convirtiendo en
una sana costumbre entre ellos. Cuando Gabriel se recuperó para el siguiente
asalto, la intensidad entre ellos aumentó varios grados.
Había llegado el momento de la furia, de la pasión
más desbocada y extrema, y con esa premisa Gabriel cogió a Natalia en el aire,
y la penetró un largo rato. Sus músculos se resentirían de aquello, pero
escuchar cada embestida en el aire mientras Natalia decía tacos, era algo que
no tenía precio. Antes de ceder al agotamiento, la apoyó contra una de las
paredes, bajándola con suavidad a su misma altura. Entonces ella levantó una de
sus piernas, apoyándola sobre uno de los hombros de Gabriel, y el acoplamiento
entre ambos fue memorable. Natalia susurraba palabras malsonantes al oído de
Gabriel, y éste se sentía más animado que nunca a seguir así, notando que cada expresión
era una reafirmación de lo bien que lo hacía. Cuando alcanzaron el segundo
orgasmo conjunto de la tarde, se quedaron un rato de pie en la pared, sin dejar
de besarse. Luego Natalia llevó a Gabriel hasta la ducha, y allí siguieron con
su tarde de postres.
Continuará...
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Menuda tarde más completita. Subiendo la temperatura con el chocolate.
ResponderEliminarGenial continuación.
Un besillo.
Pues sí, menuda tarde y menudo homenaje se dieron jeje, fundiendo y saboreando el chocolate. ¡Un beso María!
EliminarMaravillosa la tarde que pasan juntos y a nosotros nos dejas con el chocolate en los labios. Un abrazo José Carlos
ResponderEliminarEso creo, compartieron una maravillosa tarde y me alegra ver que esa sensación te causó el texto. Otro abrazo.
EliminarBueno, has dejado esa esperada entrega del Premio para más adelante, mientras haces subir la temperatura de nuevo con una escena de lo más apetitosa.
ResponderEliminarMuy bien escrito y descrito ese momento erótico José Carlos
Hasta la próxima, un abrazo
Así es Isidoro, el siguiente capítulo ya será el correspondiente a la entrega del premio. Pase lo que pase, aquí se han dado ese apetitoso homenaje como bien señalas. Gracias por tus palabras compañero, otro abrazo.
EliminarAsí sí, jejeje No hubiese hecho falta ni el microondas para derretir el chocolate =P Más y pronto, ¿vale? =)
ResponderEliminarUn abrazo, compi.
Así si eh jaja, menuda pieza estás hecha. Ahora que lo dices creo que no, lo habrían derretido sin usar el microondas. Me alegra que te siga gustando, un abrazo Sole.
Eliminarque tarde!!!!
ResponderEliminardelicada, maravillosa y antojable jajaja
muy buena.
esperaremos el sig. capitulo
abrazos amigo
Totalmente de acuerdo Letty, vaya tarde han compartido jeje. Es muy gratificante leer que te haya parecido delicada, maravillosa y antojable la tarde descrita, te mantendré al tanto del próximo. ¡Otro abrazo compañera!
Eliminar¡¡¡Menuda tardecita, y aún les queda!! Creo yo que a Natalia y Gabriel este postre no les va a engordar, al revés, jeje.
ResponderEliminarMe ha encantado, una continuación genial. ¡¡¡A por el siguiente capítulo!!!
Besitos
Para que veas, se han dado una tarde de dulce en muchos sentidos jaja. Yo tampoco creo que les engorde precisamente :) ¡Gracias por seguir con tanto entusiasmo la saga Chari, besos!
EliminarBueno bueno, con el frío que hace no voy a necesitar poner la calefacción, basta con leer esto antes de irme a la cama todas las noche y ya dormiré calentito jeje. Que suerte tiene este Gabriel! Interesante saga. Un saludo José Carlos.
ResponderEliminarQué cachondo Jorge jajaja. Mira el lado bueno, ahorrarías en calefacción. Gabriel se está empachando capítulo tras capítulo, menudo glotón anda hecho. Gracias por pasarte compañero, otro saludo :)
EliminarExcelente continuación José Carlos, me gusta mucho el hecho de que ambos aprecien mucho mas el valor de cada uno como pareja y que estén dispuestos a dejar de lado lo vanal, por esa persona que les ama, grandiosa historia amigo. un abrazo
ResponderEliminarHola Anto, claro que sí, los dos son conscientes de que no son el tipo de personas que generalmente suelen hacer pareja, pero ya sabes que cuando el sentimiento es profundo e intenso, hay cosas que pasan a un segundo plano. Un placer leer siempre tus comentarios compañero. ¡Otro abrazo!
EliminarDespués del atracón sexual a ver quien es el guapo que limpia los cojines del sofá.
ResponderEliminarCreo que pringarse no les resulto a estos dos nada molesto.
Sigues en la linea erótica.Muy bueno.
Saludos
Tienes toda la razón Francisco, a ver quien los limpia jaja. Se podría decir que fue una de las pocas excusas pasables para justificar el quedarse pringados jeje. ¡Un saludo!
EliminarCreo que he calculado mal: llevo dos relatos eróticos seguidos contando con el tuyo y empieza a hacer mucho calor en la habitación jajajajaa.
ResponderEliminarUna tarde de postres memorable para Natalia y Gabriel, no cabe duda. Yo diría que todo va muy bien entre ellos y espero que acudir a ese evento juntos no enturbie las cosas. ¡Espero impaciente la continuación :)
Un abrazo!!
Vaya vaya, así que ha subido la temperatura en la habitación eh, y eso que últimamente son días más fríos jajaja. Se deleitaron con un auténtico surtido de postres "caseros" jeje, y sí, de momento todo va bien, aunque el evento será una buena piedra de toque para ambos.
EliminarTe mantendré al tanto :) ¡Otro abrazo!
Ese Gabriel es un semental y un goloso. ¡Con lo que me gusta el chocolate!. Pues suertuda Natalia que come postres que no engordan......o si? Que continúe!!!
ResponderEliminarVeo que ya conoces bien a Gabriel jaja. Si te gusta el chocolate ya sabes un buen uso :P Jaja, estos postres no pueden engordarla, no al menos en ese sentido que sugieres. ¡Un saludo Compañera!
EliminarPara cuando la novela, niño?.. me quedo con esos postres....
ResponderEliminarQuien sabe compañera, quien sabe si algún día esto acaba en una pequeña novela. Buena elección la de los postres :) ¡Un abrazo!
EliminarAntes de deleitarnos y hacer subir la temperatura de protagonistas y lectores/as con esa sensacional tanda de postres, donde el chocolate no es sustituto, si no complemento del sexo, nos muestras un Gabriel preocupado por el qué dirán o pensarán las personas cercanas a Natalia, ella acaba por entender las razones de él, sin embargo, es una idea que debe madurar, puesto que quien quiera de verdad a Natalia, no la juzgará por la edad de él, y ambos deberán defender su relación sin tener que marcharse de ningún lugar...¡Que se vayan quienes no comprenden que el amor es amor!... Más allá de "ciertas diferencias de edad", géneros y condiciones. Si consuman su compromiso con el mismo afán que lamen el cacao de sus cuerpos, esto puede acabar en un altar, o mejor aún, en una larga y sentida vida juntos. Un capítulo maestro, José Carlos.
ResponderEliminar¡Abrazo, Compañero!
Saludos Compañero, no podría estar más de acuerdo contigo. Gabriel es consciente de que sufriría viendo a Natalia mal vista por su círculo, y por ello le impone esa condición. Y es por eso que ella comprende la situación, así como la importancia de estar con la persona por la que siente cosas, le pese a quien le pese. Habrá quien tendrá envidia de la pureza de esos sentimientos tan desprovistos de tabúes, quien no comprenda eso, o quien lo critique, pero lo importante es saber hasta qué punto se necesitan el uno al otro.
EliminarQuien sabe cómo acabará todo para ellos, lo que es seguro es que nadie les quitará las vivencias que ya han compartido, y las que aún les queden por delante. Gracias nuevamente por tus comentarios Edgar. ¡Otro abrazo!
Bueno.. bueno José Carlos, yo creo que no debo añadir mucho más que los otros compañer@s, porque el calor sí que es muy palpable, ;)
ResponderEliminarMe quedo con esta incipiente relación donde las bases creo que quedaron cimentadas desde el primer encuentro, una historia de amor real, sin prejuicios.
¡Genial! ¡Un fuerte abrazo compi!!! :D
Lo cierto es que sí jeje, el calor es palpable, y no sólo por el uso del microondas :P Aunque inicialmente no concebía esta historia como algo donde el amor o el romanticismo estuvieran muy presentes, me alegra ver que la dirección que han tomado las cosas esté gustando tanto :)
EliminarOtro abrazo enorme y gracias por seguir tan activamente la historia :)
Veremos que pasa, pero si ellos lo tienen claro, no habrá comentarios que les separen. Ese chocolate me ha abierto el apetito ;) Un abrazo!!
ResponderEliminarAhí se demostrará si es cierto el dicho de que la unión hace la fuerza, y supondrá una importante prueba para ellos. Pues a saciar el apetito :) ¡Otro abrazo!
EliminarVaya tarde y vaya postre más completito. Tras unos capítulos calmados, vuelves a la acción erótica, no sin antes abrir el capítulo con un diálogo muy romántico en el que hablan del tema dejado a medias en el anterior. Una narración descriptiva e intensa llena de sensaciones y emociones. Muy logrado, José.
ResponderEliminarSaludos, Compañero.
Pues sí Ricardo, vaya postre y vaya velada jaja, no pierden el tiempo. Esta historia, por el modo en que he ido desarrollando los capítulos, tiene un fuerte pilar en la comunicación y las emociones más personales, por eso me gusta alternar calma y acción. Me alegra que te siga gustando la historia y sigas como lector activo de la misma. ¡Un saludo!
Eliminarsin duda una tarde fabulosa, muy bien amigo, me encanta esta historia
ResponderEliminar¡Gracias Letty! La magia entre estas dos personas hace que cada momento compartido, sea bueno o malo, tengo un sabor diferente jeje. Aprovecho para decirte que si no terminaste de leer la historia, hace tiempo que la acabé y quedó en 12 capítulos :)
Eliminar¡Un saludo!