Era verano. El coliseo emitía un rugido
ensordecedor, y la expectación por ver a los gladiadores eran tan elevada, que
habría hecho cosquillas a los dioses allá en el Olimpo.
Las gradas estaban pobladas de personas de todo tipo
y raza. Se podían divisar soldados napoleónicos, caballeros medievales, mecánicos,
bomberos, piratas, policías, ladrones, obreros, granjeros, basureros, payasos
de circo, esquimales, y un sinfín de personas diferentes. Se había decretado
que fuera el día de la hermandad, y eso explicaba la unión y algarabía presente
en cada recodo del coliseo.
El organizador de los festejos era un gigante del
que sólo se veían las rodillas. Nadie sabía nada sobre él, pero cuando habló
para dar comienzo a los juegos, su voz estaba cargada de dulzura y entusiasmo.
El gigante, obrando un truco de magia, hizo aparecer un pistolero en la arena
del coliseo. Tras las puertas donde esperaban los luchadores, todo era
camaradería. Éstos se deseaban suerte, y se recordaban que lo importante era
dar espectáculo y hacer que cada persona volviera a casa sonriente.
El pistolero cogió sus revólveres, y disparando al
aire con alegría, dio comienzo al espectáculo. Los primeros en salir fueron
unos tipos con chupas de cuero y montados en moto. Tras ellos aparecieron varios
vaqueros, moviendo unos lazos de cuerda en el aire. El público se divirtió
viendo cómo los vaqueros intentaban cazar con sus lazos a los motoristas. A
veces uno de los motoristas se caía de la moto, y otras veces uno de los
vaqueros era arrastrado, dibujando curiosos surcos en la arena con su cuerpo.
Tras vaqueros y motoristas, que se marcharon
vitoreados, aparecieron indios con arcos y flechas, y unos dragones volando por
el cielo. Los indios disparaban sus flechas al aire, con la tranquilidad de
saber que jamás harían daño, ya que todo estaba ensayado. Y los dragones podían
escupir fuego sin preocupaciones, pues había marcas en la arena donde debían
apuntar sus disparos. Los brazos del gigante se movían en el aire, como si
quisiera participar. Pero su propósito era otro. Nuevos vítores y aplausos
resonaron en el coliseo para despedir a indios y dragones, que dieron paso a la
siguiente fase: una carrera.
Aparecieron en la arena una diligencia del oeste
tirada por caballos, un trineo esquimal tirado por perros, y un carromato
llevado por burros. Cada transporte tenía una persona para llevarlo. El
pistolero volvió a aparecer en escena para dar la salida, y el público se puso
de pie para jalear a cada competidor. Una vez que sonaron los disparos, los
conductores de la diligencia y el trineo empezaron a apostar dinero por ver
quien llegaría antes. Tardaron tanto en llegar a una cifra, que el conductor
del carromato sacó un palo con una zanahoria, y los burros corrieron tras ella
como locos, ganando la carrera.
Mientras salían los últimos competidores, una
potente voz, distinta a la del gigante, irrumpió en el coliseo diciendo:
- ¡Jorge, es hora de comer!
- Pero mamá- le respondió el gigante-, que van a salir
los samuráis a luchar.
- Ya lucharán después del postre, tienes toda la tarde
por delante.
- Está bien mamá.
Pero que relato más tierno :D me ha encantado, si la vida fuera como un juego de niños...
ResponderEliminarHola Ana, muchas gracias por esa valoración :) La verdad es que si la vida fuera como un juego de niños...sería cuanto menos un mundo sorprendente, con sus cosas buenas y malas, pero con la ilusión e imaginación al poder.
Eliminar¡Un beso!
GENIAL (con mayúsculas, y porque no puedo ponerlo en negrita y subrayado). Es mágico, tierno y está descrito de forma impecable. Repito: ¡¡¡GENIAL!!!
ResponderEliminarBesos, me lo he pasado en grande leyendo tu relato
¡Me vas a poner colorado Chari! Me lo he pasado muy bien narrándolo, a pesar de que, con la seriedad habitual en los relatos de gladiadores, mi aportación era muy distinta. Es un placer leerte que hayas disfrutado de la magia y la ternura que he querido transmitir. Muchas gracias por compartir tus impresiones :)
Eliminar¡Besos!
Me ha encantado. Muy bonito y lleno de ternura. La imaginación no tiene límites.
ResponderEliminarUn besillo.
Pues no, la imaginación es una poderosa herramienta, y toda escena surrealista tiene cabida jeje. Me alegra que la lectura te haya atrapado y hayas percibido la ternura con la que el niño jugaba :)
Eliminar¡Un beso!
Jugando hasta se olvidaba uno de la hora de comer jeje Muy chuli, yo volvería a los tiempos aquellos de las muñecas y los playmobil sin pensarlo dos veces. :)
ResponderEliminarUn besote. :)
La verdad es esa, cuando uno se ponía a jugar en serio, ni el reloj ni las voces lo sacaban de su rato de ocio. Fíjate que aún conservo playmobil de los que me fueron regalando en mi infancia, así que la tentación de coger un par de ellos ha sido poderosa jaja.
Eliminar¡Un beso!
Sin palabras, increíble me encanta tus relatos no dejes de escribir..
ResponderEliminar¡Hola cazadora! Pues ahora me has dejado tú sin palabras, vaya comentario más fantástico me has dedicado. Esto me hace querer seguir compartiendo más historias con gente como tú :)
Eliminar¡Un beso Cazadora!
haaa de aquel tiempo en el que podia inventar mundos con mis juguetes, ya hacerles dar pirueta y media con la imaginación desbocada, tu relato es ciertamente diferente pero muy cargado de una dulce y tierna emoción
ResponderEliminarme gusto muchísimo un abrazo amigo
Saludos Anto, es tal como lo dices, en la infancia y pre-adolescencia se pueden crear mundos con los juguetes, por poca relación que puedan tener unos con otros. Y sí, es un relato distinto a los habituales del género de "gladiadores" y que se han ido presentando al concurso.
EliminarEs arriesgado por romper con el esquema, pero como has mencionado, quería demostrar que la dulzura y la ilusión por dar espectáculo sin morir nadie, son perfectamente posibles.
¡Un abrazo amigo!
Me ha gustado mucho , y me ha hecho recordar los juegos de mis hijos con esos muñequitos y hasta con pinzas de la ropa
ResponderEliminarHola María del Carmen, me alegra que te haya gustado :) Es lo que me venía a la mente cuando lo escribí, aquellas innumerables tardes y mañanas que invertía en mundos de fantasía y juguetes, donde es verdad que cualquier objeto podía usarse jeje.
Eliminar¡Un beso!
Un combate "a risas y juego", en lugar de "a muerte". Bendita la imaginación de ese gigante de nueve años :)
ResponderEliminarMuy tierno, José Carlos. Creo que todos hemos acabado de leer con la sonrisa en los labios. Me ha encantado!!
Un abrazo y feliz finde.
La importancia de disfrutar jugando, una de las cosas que más se nos ha inculcado desde la infancia, y nuestro gigante lo ha llevado a la práctica de forma perfecta con su día de la hermandad :)
EliminarMe alegra mucho haberte arrancado esa sonrisa final, no se puede pedir más como reacción al relato :)
¡Un abrazo y feliz finde!
Ahhh regresar a la infancia!! Sólo un niño puede erigir tremendo coliseo romano donde ni se puede imaginar que se dañe a alguna criatura y donde se juntan tan variopinto público.
ResponderEliminarMuy original JC y si, es muy tierno y lleno de sonrisas!! Beso.
Exacto, un viaje a la infancia, esa maravillosa época que todos hemos tenido, y donde, sin necesidad de los juguetes más caros, se podían vivir mil y una aventuras donde no hubiese muerte para nadie. Fíjate que para la descripción del público me inspiré un poco en algunas colecciones de playmobil que tuve jeje.
EliminarGracias por pasarte a comentar, un beso Mendiel :)
Llego el último pero no con menor entusiasmo. Ese día de la hermandad y la camaradería en el circo romano me ha gustado el final lo esperaba de esa forma¡Todo parecía tan ideal! pero al principio me has dejado desconcertado.
ResponderEliminar¡Aplausos y dedo para arriba! y a por el gladium de madera.
Un abrazo.
¡Hola Francisco! Si aplicamos el dicho aquel de que los últimos serán los primeros...pues has logrado la pole por el momento jeje. Cuando uno es niño y todo es inocencia...estos días de la hermandad pueden darse cada vez que se quiera, sobretodo con la imaginación al servicio de la diversión jeje.
EliminarTienes toda la razón, cuando uno empieza a leer la sensación es la de...pero qué me está contando jaja. Me alegra mucho haberte desconcertado primero y atrapado después, me inclino enrojecido ante los aplausos.
¡Un abrazo compañero!
Al principio parecía un relato de combates en el circo, después pensé que te internabas por los caminos de la ficción fantástica, para luego dejarnos un final totalmente distinto. Has conseguido despistarnos 3 veces. ¡Y encima me encuentro con la sorpresa de que me llama mi madre para ir a comer! jajaja. Muy bueno José Carlos, suerte en el concurso.
ResponderEliminarHola hombre, me ha hecho mucha gracia lo de la llamada que te hacen para comer jeje. Lo cierto es que cuando iba narrando los primeros párrafos, tenía la sensación de estar metiéndome en un buen embolado jaja, pero claro, también estaba tranquilo porque al final iba a explicarlo.
EliminarSeguramente el texto ya parece más natural cuando se haga una segunda lectura, aunque como has dicho, la sensación de despiste es muy estimulante.
Gracias por desearme suerte compañero, anímate a participar :) No te despistes que la comida se enfría :P
¡Un abrazo Jorge!
Hermoso relato, José Carlos, muy original, bien narrado y con esa propuesta de hermandad que tanto nos hace falta.
ResponderEliminarUn abrazo
Saludos Ricardo, un placer leerte por aquí. Leí tu relato, y pienso que hemos logrado aportar (para bien o mal) un punto de vista distinto e inesperado a este género. Sin duda cuando los combates son dirigidos por un niño, cada día puede ser un día de la hermandad, que como bien dices, nos hace falta.
Eliminar¡Otro abrazo y gracias por pasarte!
¡Oh! Jeje Desde luego debió ser un gran espectáculo ^^ Ese gigante sabe cómo divertirse, jeje
ResponderEliminarUna historia muy bonita que me ha recordado a mi peque. ¡Un abrazo! :D Y que termines de pasar un gran domingo.
Hola Carmen, no te falta razón, el gigante sabe divertirse a lo grande y sin que haya bajas mortales jeje. Me alegra que la historia te haya hecho recordar a tu peque, ya sabrás entonces la gran herramienta que es la imaginación a la hora de jugar :)
Eliminar¡Un abrazo y feliz domingo!
Ay que requetetierno tu relato José Carlos, :)
ResponderEliminarMe ha gustado muchísimo.
Original y de regreso a la infancia.
Besos.
¡Gracias Irene! La verdad es que quería hacer un homenaje a esos juegos que, de un modo u otro, hemos disfrutado muchas personas en nuestra infancia :) Me alegra como siempre haberte sorprendido para bien, se está convirtiendo en una agradable costumbre jeje.
Eliminar¡Un beso!
Muy grande José Carlos. ¡Que momentazos aquellos con los playmobil! y tú lo has recreado de forma genial, me has transportado... Con lo que nos gustaba a mis amigos y a mí juntar todas nuestras piezas en esas Hermandades, ja, ja. Y en las grandes batallas, por supuesto.
ResponderEliminarSi me permites un pequeñísimo apunte, en la última frase, yo creo que sobra un "les".
Un abrazo compañero
Qué tiempos aquellos en la infancia con estos juguetes, y es genial ver que hayas rememorado tus aventuras al leer el texto, me pasó lo mismo escribiéndolo jeje. La verdad es que cuando uno no tenía alguna colección y un amigo sí, lo ideal era justo lo que has dicho, juntarlo todo.
EliminarTras revistar tu sugerencia, sí que podía sobrar, ya está corregido, gracias por el apunte.
¡Un abrazo Isidoro!
Un relato precioso, le diste un giro interesante al tema de los gladiadores ;)
ResponderEliminarSaludos!
Hola Denise, gracias por pasarte y comentar. Eso mismo intenté, darle un toque arriesgado pero diferente y nostálgico al tema jeje.
Eliminar¡Un saludo!
Me encanta José, es un relato muy tierno, pero ¿por qué siempre somos las mamás las que os cortamos la imaginación?.... jajajaja.... con lo interesante que estaba!!
ResponderEliminar;D
Un saludo!!
Bueno, mejor verlo como una pausa que como un corte jeje, así tras irse a comer volverá con energías redobladas :) Ya viste, se quedaron los samuráis esperando jaja.
Eliminar¡Un saludo Sonia!
Muy original JC! He estado todo el relato preguntándome de que iba todo eso. Y finalmente ahí estaba Jorgito!
ResponderEliminarSaludos acolchados!
¡Gracias Santiago! Veo que en los primeros párrafos logré ese toque de surrealismo al escribirlo jaja. Ahí estaba Jorgito, ese gigante organizador de festejos gladiadores.
Eliminar¡Un acolchado saludo!
Muy buen relato, admito que al principio no estaba seguro de lo que estaba ocurriendo, pero todo se aclaró al final, me has hecho acordar de mi infancia.
ResponderEliminarSaludos.
Hola Felipe, es cierto que al principio todo puede dar sensación de surrealismo absoluto jeje, pero llegar hasta el final tiene el premio de la aclaración. Si te he hecho recordar tu infancia, ya se ha cumplido uno de los fines del relato, que era evocar los recuerdos que todos tenemos de la niñez.
Eliminar¡Un saludo!
Estupendo relato. Los peques siempre tan tiernos e ingeniosos.
ResponderEliminarUn abrazo amigo José Carlos
La imaginación es muy poderosa en la infancia, y ya has visto qué peligrosa ha sido la epopeya del gigante Jorge jeje. ¡Un abrazo Mercedes!
EliminarPor todos los dioses, al principio pensaba que era un relato surrealista. Y al final me he convertido de nuevo en un niño. Felicidades.
ResponderEliminarHola y bienvenido al blog Carlos. Tienes toda la razón, según iba escribiendo me di cuenta de que para quien no supiera lo que pasaba, todo le podía parecer surrealista. Me alegra no haber sido el único que sintió nostalgia con esta historia :)
Eliminar¡Un saludo y gracias por dejar huella en el blog compañero!
Un mundo en que los juguetes eran nuestra imaginación. Todo lo tenías que crear tú con tu mente...Por suerte viví esos años, hoy en día la playstation te lo da todo ya creado. Los niños ya no tienen que imaginar solo obedecer las instrucciones.
ResponderEliminarExcelente relato, me ha hecho reflexionar.
Un abrazo José Carlos.
Es exactamente así Oscar, para las personas que tuvimos el privilegio de criarnos con algunos juguetes y mucha imaginación, cualquier aventura era posible. Al escribir el relato fui recordando muchas de las colecciones de juguetes que tuve en mi infancia, y que la verdad, no cambiaría por ningún videojuego. Así que sí, hemos sido unos afortunados de criarnos cultivando la imaginación.
EliminarMe alegra que te haya hecho reflexionar y recordar la infancia, un abrazo compañero.
Saludos José Carlos, un cuento muy bonito como creado por el mismo que imagino ese día de la hermandad. Éxitos y bendiciones!
ResponderEliminarHola y bienvenida al blog Mery. Gracias por tus palabras, ya sabes el poder que tiene nuestra imaginación en la infancia, donde podemos recrear una y otra vez este tipo de días de la hermandad :)
Eliminar¡Un abrazo!
Una "Toy Story" plasmada con ternura y total diversión infantil. Una propuesta original y narrada con una frescura y fluidez admirables. En el coliseo, todos los playmóbils de Jorge celebran "el día de la hermandad", un deleite para todos los públicos. Se lo leeré a mis niños, por supuesto.
ResponderEliminar¡Abrazo, Compañero de Celda!
¡Gracias por tus palabras Edgar! Que menciones esa peli tiene un toque especial, porque retrata de forma mágica lo que era jugar con muñecos en la infancia. Ya has visto que en el coliseo se han dado cita casi todos los tipos de playmobil jaja. Será una placer formar parte de una lectura que les hagas a tus hijos.
Eliminar¡Un abrazo Compañero de Celda!
Interesante.
EliminarGracias Maite, un saludo y bienvenida al blog.
EliminarSiempre me sorprendes con tus relatos, no lo voy a negar. Me ha encantado esa referencia a la mitología griega que tanto me gusta, y ese final ha sido... genial, la verdad. No me lo esperaba en absoluto jejeje.
ResponderEliminarLo bueno es que... yo mantengo mi imaginación intacta jojojo.
Saludos.
Hola nuevamente, no deja de ser un enorme placer seguir sorprendiéndote. Este lo escribí para un concurso de relatos de gladiadores, y, con el deseo de darle un toque distinto a todo, salió lo que has leído, referencias mitológicas incluidas.
EliminarSoy consciente del buen estado de tu imaginación, y disfruto leyendo las historias que salen de ella :) ¡Un saludo!
Qué bueno, Jorge. Me ha recordado gratamente a los juegos de Andy en la trilogía Toy Story.
ResponderEliminarUn abrazo.
Películas como las de esa franquicia nunca dejarán de ser valiosas, porque transmiten esos valores que siempre han de estar presentes en la infancia de todo niño y niña, dando lugar así a la imaginación, la hermandad y la diversión que han de fomentarse siempre a la hora de jugar.
Eliminar¡Otro abrazo Bruno!