6 de abril de 2022

Reseña de Pequeños Bill y Bolita. Tiernas y simpáticas historias para toda la familia de un chico y su perro

Un saludo gente. A veces, cuando he escuchado a alguien decir de forma despectiva que los cómics son para niñas/os, llego a sentir cierta lástima por esa persona, porque puede que una lectura esté enfocada a ese tipo de público sí, pero... ¿acaso eso limita su disfrute? ¿Y nuestro niña/o interior, no puede sentir un placer culpable al rememorar la magia de la infancia a través de la lectura en una etapa más adulta? Esto viene a colación de la obra de la que voy a hablaros hoy, "Pequeños Bill y Bolita" de Nuevo Nueve, un cómic que me ha hecho disfrutar con su encanto. 


Pero antes de hablar de la obra en sí, publicada originalmente por Dargaud entre el 2011 y el 2014, y que llega en este 2022 gracias a Nuevo Nueve, no está de más hablaros del origen editorial de Bill y Bolita (Boule et Bill en el original). Estos simpáticos personajes aparecieron por primera vez en el año 1959 a través de la revista franco-belga Spirou. Concretamente en el número 1132 de dicha publicación, que vio la luz el 24 de diciembre de aquel año. El creador de los personajes, con la colaboración de Maurice Rosy (1927-2013), fue Jean Roba (1930-2006), quien había estado realizando pequeñas colaboraciones desde unos años antes con la revista, pero que aquí dio un golpe en la mesa. Poco a poco Roba fue trabajando más con esta simpática pareja de un chico pelirrojo y su cocker (raza de un perro que tuvo Roba, y de la que yo también tuve un compañero canino durante muchos años llamado "Tintín", aunque terminaba respondiendo nada más que a Tin), y la cosa fue creciendo en popularidad y alcance. En la actualidad, además de los cómics (la editorial Dolmen publica los primeros años de la serie en su línea "Fuera Borda"), estos personajes han dado el salto al terreno de las series de televisión, e incluso al de los videojuegos, así que queda claro que dejaron huella. Y me alegro de ello. 


Y no tengo reparos en confesar que todavía no he podido leer las historias de Roba, aunque sé que tarde o temprano lo haré, porque, gracias a esta edición y a la labor de homenaje de su equipo artístico, he disfrutado mucho de los personajes y sus aventuras, enmarcadas en lo cotidiano y lo familiar, pero rebosantes de humor y carisma. Y si para un servidor, que está en la treintena de de edad, este cómic, a pesar de su sencillez y simplicidad, le ha permitido disfrutar de su contenido, no me quiero ni imaginar las sensaciones que pueda causarles a los más peques de la casa, esas futuras generaciones a las que debemos inculcarles el amor por la lectura, pues es uno de los placeres más grandes que hay. Por eso me alegra ver que, por lo que uno puede leer en internet y las redes sociales, no son pocos los padres y madres que intentan introducir a sus hijas/os en el mundo de la lectura, y especialmente en el de las viñetas. En mi infancia leía algunos cómics de todo tipo, pero es cierto que, por voluntad propia, lo que más devoraba eran libros. Quizás eso ha influido en el hecho de que en esta época de mi vida, en la que esa tendencia se ha invertido por completo, mi disfrute por una obra como ésta haya sido mayor. Porque a fin de cuentas, siempre he intentado mantener vivo el niño que llevo dentro, y ese chaval interno ha catado ahora un contenido que no tuvo en su momento.

¿Qué autores han participado aquí? La guionista es Laurence Guillot (con escaso bagaje en cómics, pero uno bastante amplio en literatura infantil), mientras que el ilustrador es José Luis Munuera (en este blog ya he reseñado con su participación "Merlín", o "Marsupilami: Historias cortas por..."). Del color, junto al propio Munuera, también se ocupa Sergio Sedyas Román (que ha colaborado con el dibujante en otras como "Los Campbell" o "Zorglub"). Traduce al castellano Lorenzo F. Díaz, y rotula Fito.

¿Qué historias nos encontraremos aquí? Aquí comparto la sinopsis editorial: 

"Bolita es un niño bromista que vive con su ejemplar madre, su manitas y torpe padre y Bill, su buen cocker spaniel. Estas historias familiares fueron creadas por el fantástico Jean Roba en 1959 para la revista Spirou.

Bolita aparece en todos los gags, pero Bill enseguida le roba protagonismo. Es un perro excéntrico al que le gustan las aventuras, sus amigos, los pájaros y su joven amo.

Las historias son familiares, aventuras diarias amables en la casa donde viven (un hogar bonito, jardín, y el famoso coche 2CV rojo). 

Guillot y Munuera hicieron esta estupenda versión de ‘Bill & Bolita’ de pequeños y para los más pequeños. ¡Un perfecto homenaje a Roba y sus maravillosos personajes!"

No hay ni trampa ni cartón, pues lo que encontraréis en estas páginas es justo lo que ha quedado descrito. La mecánica de estas historias, de pocas páginas de extensión, es la conformada por distintos gags cómicos protagonizados por Bolita y su perro Bill, en los que también terminan interviniendo los padres de Bolita. Abre el tomo una historia en la que la realización de unas tortitas (inevitablemente he rememorado la simpática historia de Hellboy de niño comiendo este alimento) por el padre de Bolita, dará pie a una simpática escena en casa, que funciona como una buena introducción y anticipo del espíritu de lo que está por venir. 

Y si un desayuno familiar puede dar cabida a una peculiar escena mañanera, imaginad cómo puede ser la noche de Navidad o un día de pesca, por mencionaros dos de las siguientes historias. Respecto a la navideña, Bolita, animado por su entrañable Bill, descubrirá uno de sus regalos con mucha satisfacción, pues es algo que deseaba con muchas ganas, y... ¡no podrá evitar darle buen uso! Como tampoco le será difícil utilizar con mucha imaginación un paraguas como improvisada tienda para guarecerse de la lluvia, lo cual deparará nuevas y divertidas escenas cuando Bolita y su padre vayan a pescar, y Bill no pare de hacer travesuras. 


Y no quiero contaros mucho más, pues hay otras historias cortas en el tomo, pero con éstas de las que os he hablado no me cabe duda de que os podéis hacer a la idea del espíritu que tienen. A la hora de encarar esta lectura, y más como consejo que como advertencia, hay que intentar disfrutarla con la misma mirada que cada uno teníamos hace años, cuando estábamos en la infancia, pues creo que maximiza las sensaciones que nos puedan dejar las aventuras de Bill y Bolita. Ya mencionaba antes que son sencillas y cotidianas, pero revisten ese encanto que hará que, al margen de la perspectiva infantil con la que se pueda abordar su lectura, nuestro yo adulto también encuentre razones para divertirse con este tipo de contenidos. 

¿Qué valoración merece el trabajo de los autores? Antes de esta lectura, no conocía a su guionista Guillot. A la hora de ponerme a hacer la reseña y ver qué trayectoria había tenido hasta ahora, he podido comprobar que, como os mencionaba anteriormente, tiene una trayectoria más importante en el campo de la literatura infantil. Eso es algo que se le nota analizando los diferentes episodios recopilados en este tomo, pero que, precisamente por el corte de esta obra, viene de perlas. Guillot no se complica la vida a la hora de construir las tramas de cada aventura de Bill y Bolita, pero esa simpleza no quita el hecho de que las dosis de humor están bien hilvanadas, y en las páginas se respira un saludable aire de complicidad, pues no serán pocas las ocasiones en que los padres de Bolita terminen divirtiéndose con su hijo y el simpático perro. Por eso me ha gustado la labor de la guionista. 

Para quienes hayáis leído otras reseñas que he hecho de anteriores obras de Munuera, no es ningún secreto que me encanta su estilo artístico. Me alegro mucho de disfrutar de sus trabajos, porque además es un autor que vive aquí en Granada, suele hacer eventos en la ciudad, y rara vez he leído un cómic ilustrado por él y que no me haya dejado buenas sensaciones. Así las cosas, mi principal razón para esta lectura era el nombre de Munuera, quien en este caso tiene un trazo con más tendencia de lo habitual a grandes primeros planos, pero que encuentra su explicación en el hecho de que estas historias se han publicado claramente para un público infantil, y es lógico que el apartado visual obedezca un poco a ese tramo de edad, además de notarse impregnada en cada episodio una sensación de divertimento familiar. Por último, Munuera sigue haciendo gala de ese gran manejo que tiene del slapstick (o si lo preferís, comedia física) gracias a la presencia de Bill, todo un perruno granujilla que desprende mucho carisma. Por todas estas cosas vuelvo a estar encantado con este artista español. 

En el apartado del color, Sedyas realiza también una labor muy elogiable, pues ese coloreado con acuarela se agradece en una obra como ésta, dándole un toque más cálido y artesanal, que no hace sino realzar la vivacidad de los personajes y las situaciones en que se ven envueltos. 

¿Merece la pena el cómic? Que su público principal sea infantil no evita que ES UN PLACER CULPABLE para quien no es tan peque, pues la obra rebosa carisma y humor por los cuatro costados, y es un saludable divertimento familiar que recomiendo a quienes busquen una obra así sin importar su edad, o bien para iniciar a sus hijas/os en la lectura de cómics. Además, y dado que durante muchos años tuve un perro cocker en mi vida (que a veces era igual de travieso que Bill), me ha sido imposible no sentirme especialmente vinculado con esta obra, rememorando algunas buenas vivencias que pude tener con mi perro, y ese bailoteo que tenían sus orejas cuando corría de un lado a otro, como le pasa a Bill. Por eso me ha dejado muy buen sabor de boca haber apostado por esta obra, porque ha merecido la pena. 

Sobre la edición de Nuevo Nueve, es en el habitual cartoné de la editorial. No tiene extras, pero... ¿y el buen rato que me ha hecho pasar?. Y esto es todo por mi parte, si queréis ver más reseñas mías podéis hacerlo aquí. ¡Hasta otra!

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