17 de septiembre de 2018

Lluvia de septiembre

El verano iba tocando a su fin con la llegada del mes de septiembre, y, aunque el otoño no tendría su inicio hasta casi acabar el mes, ya empezaban a sucederse los primeros días de lluvia en todo el país, incluyendo la ciudad de Granada, donde acababa de mudarse Beatriz.

Tras un intenso verano de vacaciones en la playa, Beatriz había realizado la mudanza desde Alicante hacia Granada, la nueva ciudad donde residiría durante algún tiempo. El motivo del traslado era la necesidad de encontrar un nuevo lugar desconocido para ella, donde poder hacer lo que más le gustaba sin que la curiosidad suscitada en torno a su persona pusiese su libertad en peligro.

Tras la muerte de sus padres años atrás, y dándose la circunstancia de que no quedaba nadie más vivo de su linaje, toda la fortuna familiar pasó a ser suya. Y eso le permitía cambiarse de ciudad de residencia a su antojo, sin preocuparle la inversión económica que ello requiriese. Disponer de insultantes cantidades de dinero en distintas entidades bancarias le daba una tranquilidad enorme a Beatriz a la hora de llevar a cabo su mayor afición, en especial cuando confluían diversos factores, y necesitaba cambiar de lugar de disfrute.

Aunque Beatriz estaba próxima a cumplir los 34, llevaba ya varios años disfrutando de su mayor afición, tan oscura que nadie salvo ella y la persona implicada en cada ocasión estaban al tanto. Además, había cogido la costumbre de ponerse en marcha con las primeras lluvias de septiembre, ya que tras cada verano de relax había que volver a disfrutar, en especial cuando uno puede dedicarse sin ningún tipo de impedimento a aquello que más le gusta.

El motivo de ajustarse a ese marco temporal era sencillo. Si todo el mundo que trabajaba tenía derecho a disfrutar de unas vacaciones, ¿por qué ella, a pesar de ser millonaria y no tener trabajo, no podía disfrutar de unos meses de descanso antes de volver a asesinar gente en una nueva ciudad donde no ser investigada?