18 de abril de 2022

Reseña de Casacas Azules: La colección (Parte 1). Los primeros destellos de genialidad de una gran serie de la bd que sigue activa en el presente

¡Un saludo desde el lejano y polvoriento oeste! Esta entrada es muy especial, pues ya sabéis de mi amor por el western, un género del que disfruto mucho de variadas formas. Sin embargo, hasta la fecha no había leído nada de una de las colecciones más míticas del cómic franco-belga, iniciada a finales de los años 60, y que perdura hasta nuestros días, pues siguen saliendo álbumes de la misma. Y como esta experiencia lectora ha sido magnífica, quiero hablaros de qué me ha parecido "Casacas Azules" de Dolmen Editorial. 




Como ya he hecho con el análisis de otras series de cómic europeo en el blog, mi intención es hacer un análisis de estos contenidos a medida que los lea, y fraccionados en varias partes, bien por los equipos creativos, porque lo vea más útil así o por otras razones. A fecha de hoy, hay 16 tomos integrales publicados de "Casacas Azules" por Dolmen Editorial, quien nos trae a tierras españolas esta colección cuyos derechos originales posee Dupuis. Así que ya podéis imaginar que mi análisis de la serie tendrá varias entregas. 

Cabe citar un par de datos importantes sobre esta serie. En primer lugar, que fue creada por el guionista Raoul Cauvin (1938-2021) y Louis Salvérius (1933-1972), quienes publicaron la primera historia, "A pillo, pillo y medio", en la Revista Spirou, concretamente en el número 1585 de la misma, con fecha de 29 de agosto de 1968. En los primeros tiempos el material que salió estaba compuesto de diferentes gags cómicos de escasa extensión, aunque luego vinieron narraciones de varias páginas, hasta que ya se publicó un álbum de gran extensión. Esto no solamente es síntoma de la gran acogida que tuvo la cabecera, sino que a su vez sería un preludio de la enorme trascendencia que tendría en el mundo del cómic franco-belga. A día de hoy, además de una gran cantidad de álbumes publicados, "Casacas Azules" ha tenido un par de adaptaciones en el mundo de los videojuegos. 

Pues bien, en esta primera entrega de análisis de la colección, voy a centrarme en los primeros tomos integrales de la misma publicados aquí en España, lo cual implica hablar de las primeras historias del dúo Cauvin-Salvérius, y también del que conformarían luego el propio Cauvin y Willy Lambil, quien reemplazó a Salvérius tras su fallecimiento. No está de más decir que la serie sale dentro del genial y necesario sello "Fuera Borda" de Dolmen, y que la edición es de tapa dura, y está plagada de contenido extra de lo más útil e interesante. 


En este tomo integral se encuentran recopiladas las primeras historias de la serie, tanto gags de corte cómico y poca extensión, como narraciones más largas, incluyendo esto último los dos primeros álbumes de corte europeo, que ya sobrepasaban la cuarentena de páginas. Será aquí donde tengan su presentación los personajes que coparán todo el protagonismo en el tomo, destacando el sargento Chesterfield y el cabo Blutch, ambos integrantes del 22º Regimiento de Caballería.

La sinopsis oficial es la siguiente:

"Ahora que el lector de habla castellana está plenamente familiarizado con Casacas Azules, tenemos el orgullo de presentar por fin las primeras aventuras del cabo Blutch, el sargento Chesterfield y compañía, ilustradas por el que fue su dibujante inicial, Louis Salvérius.

Podremos presenciar los inicios del que llegaría a ser uno de los wésterns humorísticos más importantes del cómic europeo, gracias al talento conjunto de este demasiado pronto desaparecido artista y del por entonces prometedor y muy pronto consolidado guionista Raoul Cauvin.

Los extras, que en el presente volumen vienen particularmente copiosos, nos revelarán más sobre la vida y obra de Salvérius."

Aunque ya los he citado anteriormente, los creadores de la serie, y quienes estarían en sus inicios, fueron Raoul Cauvin (que ha escrito historias de "Bill y Bolita" o "Cédric") y Lous Salvérius (ya ilustró antes historias de indios en "Whamoka y Whikilowat"), artistas que ya se conocían de antes, y entre los que había buena relación. Por el bagaje de Salvérius dibujando historias de las tribus indias americanas, y debido al respeto que le profesaba todo esto, la intención al principio fue contar historias que no los dejaran en ridículo ante los protagonistas, sino que actuasen como un necesario y simpático catalizador de la narración. Cosa que, como he podido comprobar en esta lectura, se cumple. La traducción al castellano es de Alfons Moliné y Carlos de Gregorio, y la rotulación de Fabián Galindo de Oliveira y Nuria Aina Bonel.

Las tramas de este tomo comprenden muchas situaciones, desde enfrentamientos con diferentes tribus indias, a sucesos cómicos protagonizados por los propios soldados del grupo dirigido por Chesterfield (personaje que tiene una de esas relaciones de amor-odio con el cabo Blutch, lo cual genera bastantes momentos para la risa). También se podrá ver el nacimiento del amor platónico entre Chesterfield y la señorita Appeltown, hija del Coronel Appeltown. Este último es quien dirige Fort Bow, donde los Casacas Azules viven la mayor parte de sus aventuras. Pero no todo se limita a esto, pues también tendrá un papel indispensable en el devenir de la serie la guerra civil americana (también conocida como Guerra de Secesión). 


Aunque lo que se cuenta se suele abordar desde un punto de vista humorístico, y sería fácil pensar que unas historias concebidas a finales de los años 60 e inicios de los 70 podrían ser difíciles de digerir en esta época, mi sorpresa ha sido sumamente agradable, pues he disfrutado mucho del contenido de este tomo, y para nada he tenido la sensación de que esté desfasado. Como ejemplo encontraréis un momento en el que unos indios se comunican mediante señales de humo, y se usan expresiones (habrá ayudado la traducción sin duda) del tipo "están en línea", como si aquello fuera un precursor de lo que a día de hoy pueda ser cualquier aplicación virtual de mensajería. Ese tipo de detalles me han gustado mucho. Pero además, rápidamente los personajes protagonistas, cada uno por sus razones, se han ganado mi cariño, y me he reído bastante con muchas situaciones. Otro ejemplo de comicidad es el de ver a los soldados defenderse de ataques indios en un momento dado, pero a su vez ver posteriormente a esos mismos soldados... ¡dar vueltas a su propio fuerte para recuperarlo de alguna tribu india!

Respecto a la valoración de los autores, me ha encantado el trabajo que hicieron Cauvin y Salvérius. Del primero destaco el gancho de sus guiones pese a partir de premisas sencillas y poco dadas a la complejidad narrativa. Los momentos cómicos me han parecido muy bien llevados y concebidos, sin llegar a caer en exceso en la repetición. También tiene mucha miga la relación que construye entre Blutch y Chesterfield, que están como el perro y el gato a menudo, pero que, en algunos momentos difíciles, dan muestras de aprecio mutuo. Y aunque esta obra nazca con un claro toque cómico, la muerte no está ausente en sus páginas, por lo que es un recordatorio de que lo cortés no quita lo valiente, y bajo esa máscara humorística se sigue narrando cosas más serias, aspecto que se nota especialmente en el último capítulo, centrado en la Guerra de Secesión.

En cuanto al dibujo, Salvérius tiene un trazo que, siendo parecido al clásico de la bd en aquella época, posee la suficiente energía para destacarlo de la media y hacer que no solamente no haya sufrido por el paso del tiempo, sino que sea plenamente disfrutable. Salvérius maneja muy bien la expresividad gestual y facial de los personajes, que es otro de los elementos que considero indispensables para este tipo de obras. Y su estilo combina a las mil maravillas con el tono cómico que tiene la serie, siendo en definitiva un complemento perfecto para los guiones de su compañero. 

¿Merece la pena el tomo? No puedo decir otra cosa que SIN LUGAR A DUDAS SÍ. Es cierto que quienes más lo pueden valorar son personas amantes del cómic europeo o del género western, pero más allá de ese público concreto, considero que esta serie, ya desde sus inicios, contiene los suficientes elementos de interés como para suscitar la curiosidad de la persona lectora, y generarle esa necesidad de leer más tomos y seguir las vivencias de estos Casacas Azules tan carismáticos. No faltan momentos para las risas, que es algo que, sea cual sea la época que una persona atraviese, nunca viene mal al encarar una nueva lectura. Y espero que le deis una oportunidad a esta colección, ya empecéis por este primer tomo, o por cualquier otro de la misma. Aprovecho aquí para agradecer a Rodrigo de "La Comicteca" que me hablara bien de esta serie, ya que alimentó mis ganas de ponerme con ella. 



La estructura de este segundo tomo integral se parece un poco a la del anterior, aunque aquí hay tres historias de considerable extensión propia de un álbum europeo, junto a un par de capítulos breves pero no carentes de interés. La particularidad de este tomo, es que recopila lo último que pudo hacer Salvérius para la colección, pues murió muy pronto, con 37 años, a consecuencia de un infarto. No llegó a terminar la historia que cierra el tomo, por lo que algunas páginas fueron realizadas por Willy Lambil, quien recogería el testigo en adelante para seguir esta serie. 

La sinopsis del tomo es la siguiente:

"Con este volumen completamos el periodo de Casacas Azules ilustrado por Louis Salvérius.

Tanto en las tres aventuras largas del sargento Chesterfield y compañía que contiene —Reclutas y veteranos, Héroes a la fuerza y Sin Ley— como en las más cortas, seguiremos presenciando la consolidación de esta serie a través de la sólida alianza entre el dibujante y su guionista Raoul Cauvin; un afianzamiento que ni siquiera la desaparición del primero logró truncar, merced a su afortunada sustitución por Willy Lambil.

Los extras nos revelarán más sobre el talento de Salvérius, con numerosos documentos gráficos inéditos y varias curiosidades en torno a este autor, incluyendo su propia versión de Lucky Luke."

El equipo creativo de este material era el conformado por sus creadores Raoul Cauvin y Lous Salvérius, a quienes hay que añadir al citado Willy Lambil (famoso tanto por esta serie como por "Pobre Lampil", donde coincidió con Cauvin), que terminó la última historia intentando asemejarse al estilo artístico de Salvérius. La traducción al castellano es de Alfons Moliné, y la rotulación de Fabián Galindo de Oliveira.

Como ya sucedía en el tomo anterior, y aunque sea fácil pensar que aquí habría una repetición de tramas, lo cierto es que no sucede así en su mayor parte. Sí que vuelven a aparecer tribus indias y soldados del norte y del sur del país a consecuencia de la guerra, pero se añaden diferentes cosas, como la presencia de diferentes pistoleros mexicanos, misiones de mayor complejidad para Chesterfield y Blutch, y otras que, sin ser especialmente difíciles, no dejarán de deparar situaciones cómicas, como viene siendo habitual cada vez que el cabo y el sargento emprenden juntos alguna aventura. La primera historia supondrá un encargo peculiar para Chesterfield, pues deberá ir a buscar a un pelotón de nuevos reclutas para Fort Bow, y el Coronel Appeltown no tendrá otra ocurrencia que ordenarle al sargento que, durante el camino de regreso hacia el fuerte, haga de los novatos unos auténticos hombres. Entonces Chesterfield tendrá una de sus ideas brillantes, y eso no hará sino generar una metedura de pata tras otra. 


Como complemento a este primer arco argumental, vienen dos historias breves, una dedicada al soldado Pluma de Plata, y otra en la que una manada de bisontes tendrá atemorizada a toda la población cercana a Fort Bow. Luego, ya con una extensión nuevamente larga, y retornando al contexto de la Guerra de Secesión, Blutch y Chesterfield tendrán que realizar una peligrosa misión de infiltración tras las líneas enemigas, para lo cual contarán con la colaboración de dos mexicanos que conocen bien el terreno. Por último, y sin abandonar la contienda bélica, se producirá una peculiar situación cuando ambos bandos militares deban hacer un alto el fuego, para intentar acabar con una tribu india y una banda de mexicanos que les atacan cada vez que intentan recuperarse de las batallas. ¿Adivináis quienes serán los encargados de descubrir los escondites de los mexicanos y los indios? Efectivamente, Chesterfield y Blutch.

Toca hablar de la labor de los artistas. Empezando por las historias concebidas por Cauvin, he vuelto a disfrutar enormemente de cada una de las aventuras narradas por él. Hay un balance muy bueno entre lo cómico de algunas situaciones, pero a su vez lo serio de otros momentos en los que, por la propia naturaleza de lo que deben vivir los personajes, no hay mejor camino que postergar el humor a momentos más residuales. Claro que, esto último, no se aplica tanto a esa relación de amor y odio de Chesterfield y Blutch, quienes harán gala constantemente de ese vínculo tan divertido de observar para el lector, y que en muchas ocasiones acaba con algún ojo morado para Blutch. Por otra parte, Cauvin sigue manejando muy bien los tiempos narrativos, y valoro de forma muy positiva el que, hasta el momento, rara vez se haya repetido la trama de alguna de sus historias, a pesar de que, como ya decía, sí haya elementos comunes. Así pues, me lo he pasado en grande como lector, destacando entre otras la misión de infiltración.

Y no menos fantástico fue el trabajo de Salvérius, quien tenía ese estilo clásico de la bd, pero que destaca por la fuerza que le imprimía el artista a su trazo, y la precisión a la hora de diseñar personajes y escenarios. Aunque hizo un trabajo sobresaliente en prácticamente todo el material del álbum, me quedo especialmente con la última historia (la que no pudo terminar del todo), porque es la que, por sus características, requería un mayor esfuerzo para ilustrar. Pero Salvérius rindió a un nivel altísimo, y es una auténtica pena saber que le llegó la muerte cuando había logrado uno de sus deseos a nivel profesional, que era trabajar en una serie propia que además tuviera éxito. Lambil, intentando asemejarse al trazo de Salvérius, se ocupó de las últimas páginas de esa historia inconclusa, y, aunque se nota el cambio de artista, hace un buen trabajo.

¿Merece la pena el tomo? Si ya estás familiarizado con la serie, ES UNA LECTURA OBLIGATORIA. Y si todavía no te has estrenado con ella... es un tomo de alta calidad y con elementos suficientes para que lo disfrutes, sin necesidad de tener bagaje previo con los personajes. Que no os intimide el acercaros a un álbum que recopila historias publicadas a inicios de los 70, pues son divertidas y justifican la fama que tiene esta serie. No faltan momentos para las risas, que es algo que, sea cual sea la época que una persona atraviese, nunca viene mal al encarar una nueva lectura. Y espero que le deis una oportunidad a esta colección, ya empecéis por el primer tomo, por éste segundo, o por cualquier otro de la misma.

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