¡Huba! Vuelvo a escribiros desde la selva de Palombia, hogar del Marsupilami, el famoso animal de cola infinita y piel amarilla creado por André Franquin. Ya sabéis que llevo un tiempo reseñando los distintos álbumes publicados del personaje por orden cronológico, y esa lectura ordenada me permite conocer cada vez más cosas del ficticio país de Palombia y sus habitantes. En la anterior entrega de la serie hubo una divertida historia relacionada con una televisión palombiana y un documental de la misma. Esta vez entra en escena una isla platanera y un empresario muy peculiar en "Marsupilami 11: Huba Banana" de Editorial Base.
Este álbum vio la luz en 1997, año en el que falleció André Franquin (1924-1997), el que fuera creador del marsupilami y uno de los artistas más importantes e influyentes durante muchas décadas en el mundo del cómic franco-belga. Precisamente la obra contiene una dedicatoria a Franquin, que dice así "A André Franquin, y a todos a quienes ha hecho soñar". No está de más recordar que este autor fue el principal responsable de que el simpático marsupilami comenzara a tener sus propias aventuras en solitario, pues primero vio la luz en la colección de Spirou, pero su carisma y el interés que generó en los lectores, fueron elementos suficientes para que mereciese vivir aventuras de forma individual. Y llegó la serie centrada en el personaje, en la que Franquin estuvo implicado directamente como creativo en los primeros tomos, pero luego pasó a ser supervisor editorial hasta "Alboroto en Palombia", el décimo álbum, en el cual hubo varios cambios en el rumbo de la franquicia.
Respecto a esos cambios, y ya mencionado el de la ausencia de Franquin como supervisor, otro de ellos había supuesto una modificación en el equipo creativo. Yann Le Pennetier, que ya llevaba guionizados bastantes álbumes, cedió su lugar a la dupla conformada por Xavier Fauché y Eric Adam. Estos autores, a pesar de que es algo sobre lo que ahondaré más adelante, realizaron una labor satisfactoria que no hizo pensar mucho en el cambio en los guiones, salvo por detalles puntuales. Aquí se vuelve a repetir el esquema del álbum anterior, pues el tomo objeto de reseña contiene una historia principal, y otra más corta que, guardando relación con lo ya visto unas páginas antes, relata una divertidísima aventura del marsupilami en una fiesta de disfraces. He perdido la cuenta de las veces que, antes de leer un nuevo tomo de esta colección, pienso en lo que espero que cada álbum me ofrezca, que es una generosa ración de risas y evasión, y es justo lo que encuentro siempre, razón por la que no me canso de seguir al marsupilami.
¿Qué autores han participado en este tomo? En los guiones están Xavier Fauché (conocido por "Perceván" o "Rantanplan") y Eric Adam (que participó en "Lucky Luke" y "Roma". Su colaborador es el dibujante Luc Collin, conocido como "Batem", que es un autor que durante toda su carrera prácticamente ha estado ligado a los álbumes del Marsupilami. Del color se ocupa el estudio Cerise (ha participado en "Natacha" o "Solos"), formado por Cynthia Englebert y Gianluca Carboni. La traducción corresponde a David Aliaga Muñoz.
¿Qué historia nos encontraremos aquí? La sinopsis editorial indica lo siguiente:
"Shark, uno de los criminales más buscados del mundo, se ha apoderado de una isla llena de plátanos, donde está esclavizando a los nativos para producir la bebida que ha inventado: la Huba Banana.
Por si fuera poco, ha decidido que no habría nada mejor que un Marsupilami para promocionar su producto y ha capturado la hijita de Marsupilami.
Pero no sabe que el gran macho amarillo, acompañado por sus amigos Cavernabrole, Collin y Remi harán lo que haga falta para liberar a la pequeña."
Los personajes del loro Cavernabrole, así como Collin y Remi, quienes trabajan para una televisión palombiana, aparecieron en el álbum anterior de la serie, "Alboroto en Palombia", gracias al cual trabaron amistad con el marsupilami, hasta el punto de que el animal y su familia montaron un nido en la zona donde residen los dos hombres. El hecho de que reaparezcan todos, y además se haga respetando lo sucedido anteriormente, es algo natural repitiendo el mismo equipo guionista, aunque es cierto que en la colección la continuidad estaba bien trabajada desde el principio.
Pues bien, nada más arrancar la primera historia, hay una estupenda y divertida escena con el marsupilami colándose en una piscina municipal, y volviendo loco al peculiar socorrista de la misma, más preocupado de usar su silbato y tener el pelo a punto que de otra cosa. Habrá momentos descacharrantes en estas primeras páginas. Luego entrará en escena el siniestro Shark, un pícaro mafioso y empresario que, tras ganar la isla de Santa Banana en una partida de cartas en Las Vegas, visitará su nueva adquisición. Claro que, al llegar allí, Shark verá que en la isla hay una instalación petrolífera abandonada, mucha arena, una población autóctona de indios que recogen plátanos, y poco más. Sin embargo, la mente malvada de Shark llegará a la conclusión de que allí se haga algo de provecho, y se haga un zumo de plátano y petróleo cuyas botellas se harán de arena. Y el nombre será... ¡Huba Banana!
No obstante, y a pesar de tener ya clara la forma de sacarle rentabilidad a esa isla y a esa insalubre bebida de plátano y petróleo, Shark necesitará un reclamo para publicitar bien su producto. Será ahí cuando quiera capturar al marsupilami, y termine llevándose a una de las crías de éste, lo que provocará que el padre vaya en busca de su hija, confluyendo así al desarrollo del resto de la trama, donde también se verán inmersos Remi y Collin. La otra historia del tomo relata la celebración del cumpleaños del hijo de un embajador en Palombia, y será bastante divertida, en especial cuando el marsupilami, criatura favorita del cumpleañero, quiera colarse en la fiesta y pasárselo en grande. Remi y Collin, invitados al evento para realizar un reportaje, intentarán que su peludo amigo no entre en la embajada, pero... ¿lo conseguirán?
¿Qué valoración merece el trabajo de los autores? Tanto Fauché como Adam siguen la línea continuista de la serie, tanto en la historia principal de la misma desde sus inicios, como en lo referente al inicio de la mini etapa de esta pareja de guionistas. En ese sentido, aquí no habrá mucha presencia de la selva palombiana, ya que el marsupilami y su familia se habían instalado hacía poco en la casa de Remi y Collin, manteniéndose así una sensación de continuación directa del álbum anterior. Las dos historias recopiladas aquí conservan el espíritu jovial y desenfadado que impregna toda la colección, por lo que la labor de los guionistas es positiva, y además la lectura es amena, divertida y tiene momentos bastante graciosos. Así que nuevamente realizan una labor muy satisfactoria Fauché y Adam, siempre teniendo en cuenta la finalidad de estos cómics y sus posibilidades para el lector.
En el apartado gráfico no hay mucho de novedoso que contar, teniendo en cuenta que Batem mantiene el mismo estilo de dibujo que en sus comienzos en la colección. Sé lo que puede ofrecer este artista, tanto en su estilo deudor del arte de Franquin, como en el buen manejo del humor gráfico, y en ese sentido, sigue cumpliendo con creces con su labor en este tipo de obras. Y francamente, no le pido otra cosa que lo que sé que puede dar con su arte, por lo que nuevamente disfruto con su trabajo. Hay momentos tronchantes en la piscina o con el marsupilami peleando con tiburones, y las escenas del cumpleaños son muy divertidas y llenas de guiños a otros personajes famosos del cómic europeo.
Más de lo mismo sucede con el color del estudio Cerise, correcto y cumplidor para complementar el trazo de Batem.
¿Merece la pena el cómic? Sin ofrecer nada nuevo, SIGUE SIENDO UN PRODUCTO SIMPÁTICO tanto para quienes sigan la colección o tengan cariño al personaje, como para quienes se acerquen a él por primera vez. Es apto para los más peques, y los no tanto. El tomo es de historias cerradas, por lo que no es mala opción para un primer acercamiento, y mantiene un nivel similar a todos los precedentes, haciendo de las risas, la jovialidad y el carisma elementos siempre presentes en las peripecias de este simpático animalillo.
Por último, y sobre el formato de Ediciones Base, este tomo está publicado en tapa dura, y tiene el lomo del color de la piel del Marsupilami, lo que le da un toque bonito para tener en vuestras estanterías. Y esto es todo por mi parte, si queréis ver otra reseña del personaje tenéis la de "Marsupilami: Historias cortas por..." o si queréis reseñas de otro tipo las podéis encontrar aquí. ¡Hasta otra!
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