6 de abril de 2021

Reseña de Nathanaëlle. Una historia metalizada de mentiras políticas, inmortalidad y revolución

Saludos y sed bienvenid@s a esta sección de reseñas gente lectora. No soy muy lector de historias distópicas, pero eso no quita el hecho de que, cuando me da en la nariz que algo merece la pena y además tiene estética steampunk, le conceda una oportunidad con el deseo de disfrutar de lo lindo. Me sucedió con "Memoria" de Ponent Mon, una historia bien narrada con un dibujo espectacular. Y me acaba de pasar con otra obra de la misma editorial, "Nathanaëlle".


Publicada por Editions Glénat en 2019, y ahora en marzo de 2021 por Ponent Mon, podemos disfrutar en español de una historia que sin duda merece la pena y comienza atrayendo desde su arte, que tiene un efecto hipnótico. Al menos a este servidor le hechizó desde las primeras páginas. Si me habéis leído antes (en caso contrario no pasa nada, os comparto este detalle), sabréis que en ocasiones tiendo a comentar qué cosas me ha traído a la memoria la lectura de un cómic. Habitualmente suelen ser películas o series, pero en este caso concreto, y por el diseño de los escenarios y otras cosas, "Nathanaëlle" me ha hecho recordar "Beneath a Steel Sky", una aventura gráfica creada por Revolution Software que vio la luz en 1994 a través de Virgin Interactive. En dicho juego, donde uno de sus creadores fue el mítico Dave Gibbons (dibujante y co-creador de "Watchmen"), la estética jugaba un poderoso papel al margen de la historia. Se nos transmitía la sensación de frialdad que ofrecía un futuro donde había metal y tecnología por todas partes. Aquí el dibujo juega ese papel esencial, pues ofrece sensaciones similares. 


No voy a engañaros, y es que este cómic no viene a reinventar la rueda. Su historia, al menos gran parte de ella, la hemos visto antes (las distintas clases sociales, la sublevación contra el orden establecido, la inmortalidad...), pero no por ello algo deja de ser menos disfrutable si ofrece los suficientes puntos de interés como para que nos haya merecido la pena el viaje por las páginas. Si uno de los ejes sobre los que orbita este cómic es el apartado gráfico, la narración y el manejo de los personajes queda impregnado por esa misma frialdad que se intenta transmitir a través del metal y la tecnología. Esto no es algo bueno o malo de por sí, ya que queda supeditado a lo que cada lector busque o valore en una historia. Si os cuento todo esto no es para espantaros, ni mucho menos, sino para que teniendo presente lo que os comparto, podáis disfrutar lo mejor posible de esta lectura si le concedéis una oportunidad. 

¿Quiénes son los autores que hay tras esta obra? A los guiones, está Charles Berberian (ilustrador en "Bienvenido a Bobolandia" o "Diario de un álbum"), siendo Fred Beltrán (conocido por "Los Tecnopadres" o "Megalex") quien se ocupa del dibujo y el color. Se trata de artistas que además de su pasión por los cómics, y como detalle anecdótico, también han hecho sus pinitos en el campo de la música. Beltrán además ha experimentado mucho a lo largo de su carrera con distintas disciplinas y herramientas artísticas, cosa que se nota en el dibujo de este cómic. La traducción de la obra la hace Fabián Rodríguez Piastri. 

¿Qué historia se nos cuenta aquí? La sinopsis de la editorial es la siguiente:

La civilización está rota y la humanidad se ha fracturado en dos partes. 

"Bajo tierra viven los supervivientes de un supuesto apocalipsis. En la superficie viven miembros de una élite decadente e inmortal. Las dos comunidades se ignoran, en una mentira construida por los gobernantes. 

Pero todo esto está a punto de ser derrumbado por una joven que desafiará el orden establecido y desencadenará una gigantesca rebelión. Su nombre es Nathanaëlle. 

Una historia retrofuturista pero moderna, espejo de los problemas de la sociedad contemporánea, un fresco metafórico y suntuoso."

Las primeras páginas arrancan fuerte, con una escena de acción donde el lector tiene un primer contacto con Melville y Nathanaëlle, los protagonistas de la historia. Como suele suceder, a las pocas páginas vendrán diferentes flashbacks para explicarnos cómo se ha llegado a esa situación, y quiénes son esos personajes. El primero del que sabremos más es Melville, un hombre que dejó su cuerpo de carne y hueso para poder seguir existiendo en el interior de un armazón metálico. Así las cosas, Melville es un robot que prepara cafés e intenta sin éxito mantener la cohesión de una unidad familiar que no logra adaptarse al hecho de que el cabeza de familia murió en su forma humana, y lo que queda no es lo mismo. Un detalle importante es que este robot vive en la superficie, donde la humanidad sigue su vida y la inmortalidad no es ninguna utopía, pues está al alcance de cualquiera sobrevivir a la muerte. Las páginas ambientadas en el mundo de arriba quedan bien delimitadas de las otras por el color de fondo, ayudando a ver en qué parte está transcurriendo cada pasaje. 

La otra cara de la moneda la tenemos en Nathanaëlle, hija del Maestro Tàbor, un poderoso inmortal que lleva siglos dedicando sus diferentes vidas a mejorar el mundo que le rodea. Ella vive en una comunidad donde todos sus habitantes creen que no se puede salir a la superficie, porque un holocausto nuclear lo arrasó todo. Pero eso es una mentira que los dirigentes de ambas sociedades se esfuerzan por hacer creíble. Y cuando Nathanaëlle, que convive en un depósito metálico con otro ser humano, comience a tener sospechas de que lo que les han contado durante tanto tiempo podría no ser cierto... querrá investigar por sí misma si de verdad no hay nada en la superficie. Será así como comenzará un viaje de descubrimiento, donde además irá recordando cosas de su pasado. 


Y no os quiero contar mucho más. Habrá lugar para la acción, para la presentación del modo de vida que hay en ambas partes de la tierra, y tampoco faltará el humor, que suele aportar Melville. En unas 80 páginas, los autores nos cuentan esta historia, que si bien podría haber sido una introducción o un episodio de una narración aun mayor ambientada en este universo ficticio, tiene su final. La lectura de este cómic ha sido rápida y disfrutable, ya que tiene una buena dinámica narrativa y no se me ha hecho pesada de leer. Ahora bien, conviene tener presente que el final podría dejaros fríos, pues el último tramo del cómic navega hacia un clímax muy potente que fácilmente puede no ser cerrado como a más de uno le gustaría. Es cierto que, a tenor de la manera en la que se han manejado no solamente las emociones de los personajes, sino el cómo se vive en este mundo, se trata de un cierre acorde a esa frialdad inherente a lo ya visto. Pero que no os eche atrás eso, porque muchas veces no importa tanto el final de un viaje, sino el que os haya merecido la pena el recorrido. 

¿Qué valoración merecen los autores? Como siempre, empiezo por la tarea desempeñada por el guionista. Berberian logra retratar de una forma fría (que opino que era la finalidad) lo que podría ser un futuro como el descrito en el cómic. Se perfilan bien las diferentes clases sociales, así como las diferencias en el modo de vida de unos y otros. El ritmo narrativo está bien llevado, ya que no se hace pesada la lectura. Aunque el humor está presente en pequeñas dosis, me ha caído simpático el personaje de Melville, que intenta adaptarse a su nueva vida como robot de café. Es cierto que al final lo que nos cuenta el guionista son conceptos y cosas que ya hemos visto antes en otras historias, pero igualmente tenemos un cómic disfrutable, donde el único pero que le pongo es que el final no me ha terminado de convencer. Al margen de eso, Berberian hace un buen trabajo.

Vayamos a la parcela gráfica, donde Beltrán me ha ganado por completo con su arte. Con historias ambientadas en futuros distópicos, en especial las que tienen estética steampunk, lo menos que pido es que el dibujo sea detallado, rompedor, o bien tenga la suficiente personalidad como para atraparnos desde las primeras páginas. Y vaya si ha logrado engancharme Beltrán a la lectura, realizando una labor sobresaliente. No había leído hasta ahora nada ilustrado por él para comparar, pero es que aquí se nota que no solamente es un gran ilustrador, sino que además ha experimentado con diferentes técnicas artísticas. Y eso redunda en un trabajo sobresaliente en mi modesta opinión. 

Sobre el color, del que también se ocupa Beltrán, me reafirmo en lo dicho sobre el dibujo, pues aquí también hay una labor muy buena. Tenemos una paleta de colores que se adapta a la perfección a su estilo, y las tonalidades en muchas ocasiones transmiten también esa frialdad del mundo donde transcurre la historia. 

¿Merece la pena el cómic? Claro que SÍ. Es un caso donde lo recomendaría ya solamente por su arte gráfico, que es una delicia. Pero además de eso la historia es entretenida y se lee de un tirón. Aunque el final es cerrado a lo que se ha contado, no me importaría para nada el que se publicara alguna cosa más ambientada en este mundo, porque se han plantado buenas bases y el retrato de esta sociedad futurista pero decadente invita a que pudiera contarse nuevamente algo sobre ella. Y claro está, os animo a darle una oportunidad a este cómic si algo de esta reseña o de la obra en sí ha captado vuestro interés.

Respecto de la edición, tenemos el habitual formato de tapa dura de Ponent Mon, y además el tomo viene completado con un apartado de extras fantástico, donde podéis disfrutar de diferentes muestras del arte de Beltrán. Desde el proceso de realización completa de una página, a bocetos de personajes, estudios de portada, dibujos a tinta, muestras de acrílicos, y mucho más, junto a las biografías de los autores. Y esto es todo por mi parte, si queréis ver más reseñas mías, podéis hacerlo aquí. ¡Hasta la próxima!

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